Narra
Pablo
-
Ay Díos mío que...
-
Shhhhh...
Del
piso de abajo se escuchaban algunas voces, aunque intentaban ser muy
discretas, se podía escuchar algún ruído. Se escuchaban algunas
puertas abriéndose, el teléfono sonando y el timbre también.
Todavía era muy temprano, a las seis de la mañana todo el mundo
sigue durmiendo, normalmente.
-
Qué ruido es este, Pablo? - me preguntaba Ainhoa más dormida que
despierta.
-
No lo sé... seguro que alguien se ha despertado...
-
En serio? Todavía son seis de la mañana...
Salgo
de la cama y me fui a ver lo que estaba pasando. Bajo las escaleras y
luego me aparece Sofía en pijama.
-
Qué haces aquí, guapa?
-
Pues... nada... no hago nada...
-
Estás haciendo algo... yo te conozco...
Sin
embargo sale Ainhoa de la cocina y para por un rato. Hizo cara de
susto y en pasos muy lentos vino hacía mi.
-
Tu también? - le pregunto - … dos niñas que deberían estar en la
cama y están por aquí haciendo tanto ruido! Qué estáis haciendo?
-
Nada... - me responde Ainhoa - … no teníamos ganas de dormir más
y...
-
… y habéis venido a hacer algo... - completo.
-
Tito, no lo cuentes a nadie... - me lo suplicaba Sofía - … no lo
cuentes a...
-
Vale, vale... - le interrumpo - … podéis seguir por aquí, pero no
podéis hacer ningún ruido... ninguno! Vale? Sino alguien se va a
despertar!
-
Vale... - me responden juntas.
Por
cierto que estarían haciendo algo, pero por sus caras de susto, lo
presentía que no era nada de malo y que podía subirme tranquilo.
Tenía curiosidad en saber, pero tarde o temprano iba a descubrir.
Conozco muy bien a Sofía y mucho más conozco mi niña y lo sé que
las dos no se pueden ocultar algo por mucho tiempo.
Volví
a entrar en un sueño profundo, pero no se quedaría por mucho
tiempo. Me despierto con el sonido de un golpe en la puerta. Ainhoa
se despertaba de la misma manera y ni yo ni ella sabíamos de quién
estaría haciendo aquello.
-
Quién es? - pregunto antes de abrir la puerta.
-
Nadie... - del otro lado reconocía la dulce voz de Ainhoa. No existe
voz más bonita que la suya, la voz de quién estaba preparando algo,
porque de ella todo se puede esperar, siempre cosas que te dejan
boquiabierto y feliz.
-
Usted quiere algo, señorita? - pregunto al abrir la puerta.
-
Hoy tendréis el servicio de habitaciones especial...
-
Servicio especial? - preguntaba Ainhoa levantándose.
-
Sí... - sin embargo aparece Sofía con una bandeja llena de comida
buena - … es para comer todito eh!!
-
Madre mía, ha sido por esto que os he pillado? - pregunto.
-
Sí... - pregunta Sofía - … Ainhoa me ha pedido ayuda...
-
Papá, no puedes decir que no... tomate la bandeja que esto para ti y
para mamá... ahora nos vamos que no queremos molestaros...
Abría
los ojos de par en par y todo me parecía tan irreal. Mi niña y sus
travesuras tan bonitas, sus sorpresas que nos llenan el alma de
energias tan positivas. Se notaba un montón de cariño en aquel
desayuno tan dulce y lleno de sabor.
-
Todavía me lo pregunto cómo ellas han hecho todo esto? - decía
Ainhoa - … solo este pan tostado tan rico me va a llenar el
estomago... esto es una desayuno para cinco o seis!
-
Así estoy yo también... - le respondo - … vaya qué niñas más
listas y inspiradas! - comienzo a comer una rebanada de pan tostado -
… y cocineras maravillosas... que esto está fabuloso!
El
brillo solar y la tranquilidad de los dos rellena de aquel desayuno
maravilloso era la escena perfecta para empezar una mañana en mi
bonita Málaga. Ninguna molestia, solo el disfrutar de estos
sencillos momentos a solas, dónde se respira y se siente amor.