Últimos capítulos...

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jueves, 31 de julio de 2014

51. Una indirecta, un cambio completo

Narra Pablo
Abrí los ojos después de seguramente estar algunas horas durmiendo profundamente. Estaba en una habitación de hospital, acostado en una camilla y Ainhoa estaba a mi lado durmiendo profundamente, en un espacio tan pequeño que me parece imposible quedarse dormido así.
No lo sé como aún no se han dado cuenta que ella está aquí o quizás ya la han visto y la dejaron. Yo lo sé que ella odia los hospitales y solo entra en ellos cuando necesita o cuando es estrictamente necesario. Me impresiono como pude quedarse dormida en un lugar que tanto odia, en un espacio tan pequeño.
La verdad es que me enamoré de una mujer impresionante, de esas que da miedo perderlas de tu vida. Cuando menos espero, ella me impresiona, como es el caso de ahora con esto gesto que para mi tiene un significado muchísimo más grande de lo que podéis imaginar.
Con el máximo cuidado acaricio su cara haciendo con que no se despierte. Al final no estaba así tan mal porque la tenía a mi lado y todo parece ser más fácil y más sencillo.
Escucho la puerta abriéndose y el doctor estaba entrando. Puedo apostar que me va a decir que Ainhoa no puede estar aquí y que tendrá que salir.
- Cómo se siente, Pablo? - me pregunta bajito.
- Bien...
- No es para menos... - y mira a Ainhoa – Yo le he dicho que podía estar aquí unos minutos mientras estaba durmiendo y al final ya está por aquí hace más de cinco horas...
- Ella no puede estar aquí?
- No se preocupe que ella no será expulsa... solo estoy permitiendo eso porque no está haciendo ruido ninguno y porque la he visto en un estado de nervios tan grande que no me atreví a despertarla hace unas dos horas cuando vino aquí ver si ya estaba despierto...
- Vale, vale... muchas gracias...
- Usted ya está con una cara muchísimo mejor... ahora intente descansar más que es imprescindible para quedarse perfecto y marcharse de aquí... - sin nada más para decirme, el doctor sale de la habitación.
Yo miro a Ainhoa de nuevo y automáticamente dibujo una sonrisa en mi cara por ver a un ángel que se cayó del cielo para entrar en mi vida durmiendo de una manera tan hermosa, pero tan hermosa que no quiero jamás quedarme dormido a penas para verla disfrutando de aquello sueno tan profundo.
Ella empezó a moverse un poco y sin embargo sus ojos marrones que me hacen perderme completamente se abren y ella me sonreí como solamente ella lo sabe hacer.
- Cómo estás? - me pregunta.
- Estoy muy bien... simplemente porque tu estás aquí...
- No seas bobito... yo ya debería estar fuera de aquí hace mucho tiempo y estoy rompiendo las normas...
- No te preocupes que el medico vino aquí dos veces y no te expulsó... si no haces ruido, puedes estar aquí... - y acaricio su pelo tan suave.
- Que bien... y tu? En que andas pensando para tener así un ataque de ansiedad tan grande?
- En muchísimas cosas...
- Yo creo que dejarás de pensar en una cosas que yo lo sé que vives pensando hace muchos días...
- Pues dímela...
- Yo espero que en tu casa tu cama sea más grande que esta sino te aseguro que llevaré la mía...
Que pare todo ahora que Ainhoa me ha mandado una indirecta hermosísima, cuanta creatividad! Yo le sonrío y le pregunto:
- Estás hablando en serio?
- Yo estoy con cara de quién está bromando? Claro que estoy hablando en serio, hombre!
Que se echen cohetes en el cielo que esto merece ser celebrado con un fiestón! Vaya cuanta felicidad me ha dado una indirecta tan original y cuantos cambios vaya traer! Son buenos cambios, muy buenos cambios porque un nuevo capitulo comenzará, un capitulo que deseo que no termine nunca.

miércoles, 30 de julio de 2014

50. Pasillo del sufrimiento

El especialísimo capítulo 50 en que los lectores de la novela han decidido lo que iba a sucederse! Espero que os guste!

Narra Ainhoa
Estaba totalmente concentrada en aquella reunión, pero el vibrar constante de mi móvil me hizo perder toda la concentración que tenía. Alguien estaba insistiendo en hablar conmigo, por supuesto que sería algo urgente sino no intentaría llamarme un montón de veces.
Salí de la sala y pronto veo en el móvil que tenía más de veinte llamadas, unas de Mariola, otras de Pablo y otras más de números desconocidos para mí. Esto no me huele a algo bueno.
Una vez vez Mariola me llama y en eso momento yo la contesto:
- Por fin me contestas, Ainhoa... - me dice Mariola muy afligida.
- Ha pasado algo? Me pareces tan afligida...
- Sí, pasa algo... Pablo se fue para el hospital porque se sintió mal... - yo paro y entro en un estado de nervios incontrolable.
- Qué ha pasado con él? Dónde está?
- Él empezó a sentir un dolor muy fuerte en el pecho y sin embargo desmayó por completo, no sabemos que está pasando con él...
- Yo me voy para ahí ahora mismo... - salgo de allí sin decir nada a nadie, bajo las escaleras corriendo, salgo del edificio y entro en el coche rumbo al hospital.

(20 minutos después)
- Cómo él está? - pregunto a Mariola, que me esperaba a la entrada del hospital.
- Los médicos están analizando su estado, pero aún no lo saben lo que tiene...
- Pero ellos están locos? Por los síntomas que me has dicho que tuve, él está teniendo un ataque de ansiedad bien fuerte, madre mía!
- Tranquila, Ainhoa... - me dice - … ellos sabrán lo que tiene...
Llegamos al pasillo de las urgencias y en una sala allí estaba Pablo, rodeado de médicos y enfermeros, completamente dormido, es decir, desmayado en la camilla del hospital.
Estaba asustada y mi corazón apretaba, como nunca lo hizo antes, estaba afligida completamente, quería saber su estado pero nadie me lo decía.
Camino de un lado al otro del pasillo, espero que alguien salga de aquella sala para decirme algo, pero eso no se sucede.
Me siento, me levanto, camino, vuelvo a sentarme. Mariola intenta ponerme tranquila, algo imposible de sucederse, entro en un estado de stress, de nervios, de aflicción total. Para juntarse a todo esto, el móvil no para de sonar porque salí del escritorio sin decir nada a nadie, corriendo. Lo apagué para no molestarme más, para no hacerme aún más nerviosa de lo que estaba.
No dejo de mirar aquella puerta que hace unos segundos se cerró. El reloj sigue pasando las horas, cada segundo que él marca con precisión es un sufrimiento enorme, imposible de se imaginar.
Los impulsos de correr y entrar por aquella puerta sin permisión son constantes y cada vez más fuertes, yo desespero. Las horas pasan y yo sigo caminando de un lado al otro por aquel pasillo del sufrimiento, no me conformo que los médicos tarden tanto en decir algo.
Suspiro de impaciencia, las lagrimas siguen cayendo y no me contengo. Camino hacía aquella puerta, me lleno de coraje y la abro.
- Señora, no puede estar aquí... - me dice una enfermera que se dirigía hacía mí.
- Yo necesito de saber su estado, por favor...
- Aún no podemos decir nada, son ordenes del doctor...
- Yo no salgo de aquí sin saber nada de él...
El doctor se gira, me mira y haz señal a la enfermera para que vuelva a su trabajo. Él viene hacía mí:
- Señorita... - me susurra – Aquí no podemos hablar, nos vamos para el pasillo, vale?
Salimos de aquella sala pero antes yo intento ver la cara de Pablo pero no pude porque una enfermera estaba haciendo algo a él y me tapaba completamente la vista.
- No necesita de estar así tan nerviosa... - me dice – Pablo tuve un ataque de ansiedad un poco fuerte pero ya está estabilizando...
- Cuando podré verlo, doctor?
- Ahora lo vamos a trasladar para una habitación, él está durmiendo y seguro que pasará las próximas horas así, pero si quiere podrá verlo algunos minutos...
En menos de media hora, Pablo ya se encontraba durmiendo en la habitación del hospital. Me senté a su lado en la camilla dónde él estaba y me costaba muchísimo verlo así, en aquella maldita camilla de hospital dónde nadie quiere estar y ver a las personas que quieren.

Agarré una de sus manos y la acariciaba así como su cara, que para mi es una de mis mayores y mejores perdiciones. No quería salir de allí ni por nada de esto mundo, me acosté a su lado, en un pequeño espacio que para mi fue suficientemente grande para poder estar bien junta a él. Así estuve yo, sin horas ni minutos porque el tiempo no se mide con eso. Puso mi cara bien junta a la suya, el mundo seguía con su rutina y yo seguía allí, sin que nadie pudiese quitarme de allí.

martes, 29 de julio de 2014

49. Hoy el día promete... o tal vez no...

Narra Pablo
Ahora que todo está bien, parece que la vida toma un rumbo con mucho más sentido de lo que tenía antes. Caminar está siendo más fácil porque la tengo a mi lado, siempre dando la fuerza suficiente para que no me caiga y para seguir adelante.
Mejor que esto sería tenerla a mi lado todos los días cuando me despertase, verla antes de quedarme dormido por la noche, compartir todas mis cosas con ella, pero todavía tengo que esperar por su respuesta, que no tengo ni idea de cuando me vaya decírmela.
Por lo menos ya tengo el placer de antes de irme al estudio pasar por su casa y darle un beso de buenos días. No fallo ni un tan solo día y ver su sonrisa antes de cerrarme en las cuatro paredes para componer y grabar canciones es algo que no tiene precio.
Hoy fue una excepción. Me quedé dormido después del despertador sonar para supuestamente despertarme y por eso salí de casa corriendo, con el móvil en mis manos que me decía que Mariola ya me tenía llamado unas 10 veces.
Hizo una llamada bien corta para Ainhoa deseándole un buen día y luego entro en el estudio, corriendo hecho un loco para no llegar aún más retrasado de lo que estaba.
Hoy el día promete ser de cosas muy buenas ya que me voy a grabar las primeras canciones para el disco. Será un día largo, pero muy productivo.
Me siento en la silla del estudio y comienzo a ver cuales son las canciones para grabar hoy. La banda ya comienza a arreglar los instrumentos para que nada falle, además, nada puede fallar cuando llegamos al momento de la grabación de alguna canción.
Por entre todas aquellas hojas blancas escritas, yo me vuelvo totalmente en el espirito de las canciones y las ganas de grabar empiezan a aumentar a casa segundo que pasa.
Estaba leyendo la letra de una canción que aún me recuerdo que la escribí en el avión rumbo a México, cuando un dolor muy fuerte en mi pecho me hizo quedarme sin respiración ninguna.
- Pablo, estás bien? - me pregunta Manuel, mi productor.
- Sí, estoy bien... ya pasó... - y en la verdad esto fue algo momentáneo, luego desapareció y volví a la normalidad.
- Seguro? Tu cara no está con descripción de eso...
- Yo estoy bien, Manuel, no te preocupes...
- Vale... entonces empezamos a grabar las canciones?
- Vamos... - y entro en el estudio de grabación, dónde toda la banda ya me esperaba llena de energía y con ganas de grabar.
- Que comiencen a tocar en 3... 2... 1... ya! - y la banda haz sonar todos aquellos instrumentos con una melodía hermosísima.
Yo contaba los tiempos correctamente para no retrasarme ni adelantarme del momento en que comenzaba a cantar. Estaba a punto de hacer salir da primera palabra cuando una vez más siento aquel maldito dolor en el pecho, pero ahora fue aún más fuerte y ahí la respiración dejó de existir.
- Pablo, estás bien? - me pregunta Lolo.
Yo pude responder nada porque la respiración me cortaba completamente las palabras de la boca. El dolor se intensificó un poco y ahí ya no podía escuchar a 100% lo que me estaban diciendo.
Pongo la mano en mi pecho porque ya no aguantaba de tanto dolor, parecía que el corazón estaba dando los últimos latidos y mis piernas ya estaban muy frágiles, tan frágiles que ya era imposible sostenerme en pie.
David y Lolo me ayudarán a sentarme en una silla, Mariola que también estaba por allí me da una vaso de agua y empiezo a ver todo que estaba al rededor de mí girando sin parar hasta que me vuelvo en algo extraño, tan extraño que creo que me quedé dormido.

48. No juzgar antes de conocer

Narra Ainhoa
- Cómo estás, hermanita? - recibo la buena visita de Marisol, algo que es siempre maravilloso porque tenemos las mejores conversaciones.
- Estoy bien... - le respondo.
- Estás bien o estás maravillosa?
- Porqué me preguntas eso?
- Bueno, yo creo que debes tener por ahí algo muy bonito...
- Qué?
- Ainhoa, cuando me vas a contar que...
- Qué tengo para contarte?
- No disfraces, nena... fuiste pillada!
- Pillada? De qué estás hablando, Marisol? - de qué coño está hablando ella? No estoy comprendiendo dónde ella quiere llegar con todo eso.
- Vale, vale.... yo explico... esta mañana yo te vi...
- Sí... y....
- … y yo te he visto con alguien...
Ya lo sé: Marisol me ha visto con Pablo. Bueno, ahora tendré un interrogatorio de aquellos muy grandes, seguro.
- Ainhoa, cuando me ibas a contar que conocías a Pablo Alborán?
- Siéntate, Marisol... es una historia muy larga... - nos sentamos y yo empecé a contar todo – Te recuerdas de cuando te he dicho que ya tenía apartamento en Málaga gracias a Salvador?
- Sí... era un apartamento muy bonito...
- Eso apartamento era de Pablo... yo lo conocí justamente ahí, cuando empecé a trasladar mis cosas para allá...
- Entonces tu estuviste viviendo en el apartamento de Pablo?
- Sí porque como ahora él tiene giras muy largas y como vuelve a Málaga poquísimas veces, se queda en casa de sus padres y ya no necesita de su apartamento...
- Vale... y sois amigos?
- Déjame continuar la historia y ya verás lo que tenemos, vale?
- Te estoy escuchando... - me dice.
- Nosotros no empezamos de la mejor manera... nos encontramos algunas veces por casualidad y no me gustaba nada, yo le odiaba con todos los dientes que tenía! Las cosas empezarán a cambiar cuando un día hicimos una apuesta...
- Una apuesta?
- Sí, una apuesta... si yo le probase que no hicieron daño en el amor, él desaparecía de mi vida... si no lo hiciese, él me acompañaría a casa...
- Puedo apostar que te acompañó a casa... - me interrumpe.
- Sí... estuvimos charlando y ahí algo cambió, pero el punto fuerte fue cuando tuve el accidente en León... él me visitó en el hospital y ahí...
- Uh uh... vaya salir bomba!
- En el hospital nos besamos...
Después de decirle esto ella empezó a quedarse cada vez más sorprendida y su cara me hacía reír como una loca.
- Espera, espera, espera... yo ya lo sé... Pablo es tu... es tu novio?
- Sí, Marisol...
- Qué puta suerte tienes, Ainhoa! - y aquí ella estaba completamente sorprendida – Tu tienes todo aquello solamente para ti, nena... tienes noción de eso?
- Ni todo fue bueno, Marisol... esta mañana nos reconciliamos después de estar dos meses sin hablar, sin nos ver, sin nada...
- Yo veo en tus ojos que estás loquita, loquita, loquita por él! Yo tengo que conocerlo personalmente, vale?
- Vale...
- Ainhoa, Pablo debe ser un hombre maravilloso, madre mía...
- Sí... - y sonrío naturalmente – Él es maravilloso, pero hoy me ha puesto completamente indecisa...
- Por...
- Él me preguntó si yo quería vivir con él... juntos, sabes?
- Y tu? Qué le has respondido?
- Yo nada respondí... le he dicho que tenía que pensar muy bien y él me ha dicho que iba a esperar por mi respuesta...
- Cómo puedes estar indecisa teniendo a un hombre así?
- Marisol, una cosa es ver las otras chicas con hombres maravillosos... otra cosa es ver que en menos de un año encuentras un hombre que jamás pensabas que ibas a encontrar en tu vida y que ahora tienes una intimidad ya muy desarrollada, en tan poco tiempo se sucedieran un montón de cosas...
- Sigue tu instinto...
- Cómo? Mi corazón me dice para aceptar, pero mi cabeza me dice para decirle que no, que aún es temprano para hacer algo así... yo vivo sola desde mis dieciocho años... son pocas las veces que estoy con mi familia... estoy acostumbrada a llegar a casa y tener mi espacio, a no tener que dar satisfacciones a nadie....
- Yo comprendo... sabes, yo podría aconsejarte pero yo nunca te he visto con él, no sé como sois juntos... estoy más de acuerdo con tu cabeza, menos de un año es poco tiempo para hacer algo así...
- Tengo que pensar muy bien... si hace un año alguien me dijese que iba a conocer a Pablo y que iríamos tener una relación así tan seria yo me reía por completo...
- Creo que con todo has aprendido que a no juzgar antes de conocer verdaderamente a alguien...
- Bueno... creo que sí... al final yo no lo conocía... ni a mi me conocía verdaderamente!

lunes, 28 de julio de 2014

47. Las casualidades revelan novedades

CAMBIO DE NARRADOR
Narra Marisol
- Buenos días, un café y un pastel de chocolate, por favor... - me siento en la barra de la pastelería para tomar el desayuno.
Hace un día muy feo en Madrid, sin embargo llueve sin parar y el frío está quedándose insoportable para quién tiene que caminar por las calles necesariamente. La pastelería no estaba llena de gente, algo que me sorprendió teniendo en cuenta que dicen que esta es una de las mejores pastelerías de toda la España y siempre está llena de gente.
Yo disfrutaba tranquilamente de mi taza de café bien caliente y comía aquel pastel de chocolate riquísimo cuando sin embargo veo entrando por la puerta un hombre que tenía una cara muy familiar.
Primeramente no estaba reconociendo, pero después de mirarlo por un rato y de pensar un poco, veo que Pablo Alborán estaba entrando por aquella puerta. Bueno, esto ya debería ser un poco normal pues él vive en la capital y es probable que lo encontremos por ahí.
Algo que me dejó boquiabierta completamente fue ver que Pablo estaba acompañado por una chica. En eso momento me quedé totalmente curiosa y intento mil y una maneras de mirar sin llamar a la atención para ver quién era esa chica.
Vestía cazadora negra y vaqueros azules y tenía el pelo marrón. Aquella ropa era familar también, yo ya la tenía visto en alguien. Después de tanto mirar los dos, veo que la chica que acompañaba a Pablo era Ainhoa, la mismísima Ainhoa Martínez, que tanto odiaba a Pablo!
Los dos fueron muy discretos, nadie les reconoció. Se sentarán en una mesa que se encontraba muy lejos de la barra y allí estaban los dos, frente a frente, charlando, sonriendo, cambiando miradas que no son muy normales.
Me cuestiono verdaderamente: qué tipo de relación tiene Ainhoa con Pablo? Yo no lo sabía que Ainhoa conocía a Pablo y tampoco que ella salía con él. Serán ellos amigos, novios o qué? Bueno, creo que ellos se conocieron gracias a Salvador, el padre de Pablo, porque yo y ella ya hemos trabajado con él o entonces se conocieron de otra manera.
Madre mía, esto ahora me sorprendió completamente venido de Ainhoa... esta chica me decía con todas las letras que no le gustaba a Pablo y ahora la veo junto a él, en una pastelería, con tanta complicidad?
Allí estuve en la barra, “espiando” los dos, a ver si podía ver realmente qué tipo de relación tenían. Por lo que vi, ellos ya no son solamente unos conocidos, ya no es una relación de fan y cantante o de dos personas que se conocieron hace mucho poco tiempo. No, no, ellos son amigos para no decir que son algo más! Si supiesen lo que he visto, oh por Dios, puedo apostar que esta relación ya es bien firme!
Pablo agarró la mano de Ainhoa, la miró de una manera muy hermosa y acariciaba sus manos como si de dos diamantes se trataran.
Os juro: Ainhoa tiene muchísimas cosas para contarme y no me voy a aguantar por mucho tiempo para preguntarle qué “cositas” tiene con Pablo!
Creo que será una buena idea en hacerle una visita esta noche, eso es si ella no estuviere con Pablo!!!!

sábado, 26 de julio de 2014

46. Qué responder?

Narra Ainhoa
- Suelta las palabras, hombre! - le digo.
- A mí... a mí me encantaría que vinieses a vivir conmigo...
Y aquello pedacito de pan que estaba comiendo fue ingerido en seco cuando él terminó la frase. No estaba esperando una pregunta así y por eso me quedé en silencio por unos segundos.
- Ainhoa, simplemente dime aquello que sientes, no te estoy forzando a hacer nada, vale?
- Sinceramente, yo no sé que responderte... - le digo - … yo no estaba esperando una pregunta así y jamás pensé que en tan poco tiempo esto se desarrollase tanto... yo no quiero darte una respuesta y después arrepentirme...
- Yo te comprendo... me das la respuesta cuando quieras... yo espero...
- Y tendrás tu paciencia para esperar?
- Contigo yo tengo toda la paciencia del mundo...
Ahora decidme: cual es la mujer que no se derrite con estas cosas? Vaya hombre que tanto hace mi corazón derretirse con sus palabras tan bonitas!
- Seamos racionales por un rato... - digo – Todo el ser humano llega al punto de perder la paciencia que tiene tarde o temprano... tu no eres excepción...
- Oye... yo lo sé que tendrás que pensar porque sé perfectamente que tu no haces nada sin pensar muy bien antes... piensa y después me das la respuesta, yo no te voy a juzgar ni voy a terminar con todo esto si me dices sí o no... tu eliges lo que piensas que será mejor...
- Te lo prometo que voy a pensar en lo que me has dicho... - y le sonrío.
Yo tendré mucho que pensar. Muchísimo, porque simplemente no sé si debo decirle “Sí, yo me voy a vivir contigo” o entonces le digo “No, no me voy a vivir contigo ahora”.
Cada respuesta tiene sus puntos positivos y sus puntos negativos.
Si le digo que acepto será bueno en una parte porque pasaré más tiempo con él y es obvio que nuestra intimidad se desarrollará aún más. Por otro lado, vivir juntos es casi la misma cosa que estar casada, o sea, algo que pronto no tengo el objetivo de serlo.
Después tenemos la otra situación: decirle que no. Si le digo esto, es de esperar que él se cuestionará interiormente el porqué de mi respuesta y por mucho que intente justificar, habrá siempre algo que él no comprenderá. La parte positiva de decirle que no es que voy a mantener mi casa y mis normas, en su casa será distinto, pues tendremos que fundir las normas de cada uno y hacer con que lleguemos a un acuerdo, algo que ya escuché de mucha gente que no es fácil y siempre existen punto que jamás llegarán a un acuerdo mutuo.
Estoy en el medio de un puente y no sé para qué lado debo irme. Me siento tan mal porque cualquier mujer que tuviese un hombre como Pablo le diría rápidamente que sí, pero yo, porque soy siempre diferente, simplemente le digo que tengo que pensar. Creo que debo merecer una cachetada bien fuerte, no?
No estoy exagerando. Se nota que miles de chicas sueñan en tener un chico como Pablo en sus vidas y yo tengo la muy buena suerte de tener el “original” en mi vida. Esas chicas seguramente que le responderían que sí inmediatamente. Yo, Ainhoa, la chica que es siempre diferente de las demás, no sé si le respondo con un “sí” o con un “no”.

viernes, 25 de julio de 2014

Qué quieres que se suceda en el capitulo 50???

AVISO IMPORTANTE:
Las votaciones cierran en el día 28 a las 23:00(PT)/0:00 (ESP), o sea, un/dos días antes de la publicación del capitulo 50.
Podéis votar las veces que queréis en la hipótesis que deseáis que se suceda en eso capitulo. En caso de empate, haremos un otro cuestionario con la duración de a penas 24 horas para eligir entre las dos hipótesis más votadas.
(Estamos diciendo esto porque hasta ahora existe un empate entre dos hipótesis)
Vota muchas veces! Muchísimas veces! No te olvides!
Gracias por tu colaboración!

45. Amor sin fecha de vencimiento

Narra Ainhoa
Me despierto y no fue con el sonido del despertador pero sí del sonido del timbre. Eran ocho de la mañana de un Sábado lleno de lluvia y frio, algo típico en Madrid en el Invierno.
En pijama, con pelo despeinado y con cara de quién se despertó ahora mismo, me voy hacía la puerta. La abro y luego veo él, el mismísimo que salió por esta puerta hace casi dos meses sin darme ninguna razón concreta para eso.
Paré en la puerta, le miro y nada le digo. Las lagrimas intentan salir con toda la fuerza por mis ojos, mis brazos y piernas se asemejan a un terremoto y el aire se fue por completo.
Así nos quedamos frente a frente, ni una sola palabra salió de nuestras bocas por unos largos minutos, a penas nuestros ojos se miraban sin quitar la mirada ni por un solo segundo. Éramos dos estatuas allí, sin saber cómo reaccionar y lo que hablar.
- Tienes unos minutos para hablar? - me pregunta.
- Sí... entra...
- Yo vino aquí porque... - empezó a sollozar - … porque yo nada valgo sin...
- Sin qué? - le interrumpo.
- Yo nada valgo sin ti... - me mira directamente en mis ojos – Me falta algo y eres tu... yo lo sé que salí diciéndote simplemente “lo siento”, yo estaba completamente perdido porque en tan poco tiempo se pasaran un montón de cosas entre nosotros...
Llovía en la calle y llovía en mi cara también cuando él empezó a hablar. No pude contenerme, fue imposible. Yo nada respondía, simplemente le escuchaba, haciendo con que cada palabra entrase en mi interior.
- Creo que esto tiempo lejos de ti me hizo tener la certeza absoluta de que ya no necesito buscar aquello que ya encontré por casualidad... - continuó - ... he encontrado el amor sin fecha de vencimiento... yo no quiero que lo que tenemos se acabe jamás...
- Yo tampoco... - le digo cuando una lagrima muy sincera cayó por mi cara.
Pablo extendió su mano, yo extiendo la mía también, él la agarra y luego haz fuerza para juntarme a él, tal y cual como hacen en el tango.
- Ahora no dejaré con que salgas de mi... - me susurra.
- Y quién te ha dicho que yo quería salir de ti? - le sonrío muy dulcemente y con una mirada digna de una niña cuando habla con su manera irónica.
Nuestra distancia se fue reduciendo hasta que llega a los cero centímetros, nuestras caras bien juntas así como todo el resto del cuerpo. Sus brazos aprisionan mi cintura y en un segundo tan bonito sus labios se hacían sentir en los míos.
Hacía un día gris en la calle, pero para mí el día se transformó en un día lleno de luz, de colores vivas y relucientes. Existen pequeñas cosas en el mundo que cambian nuestros días, con tan solo un pequeño gesto, una mirada, una sonrisa, un beso o un abrazo pueden cambiar nuestro estado de ánimo y nuestro día. Las palabras cuando vienen del corazón, siendo ellas sinceras y dichas naturalmente también tienen eso poder.
- Volvemos a empezar? - me pregunta.
- No... volvemos a continuar nuestra historia, que te parece?
- Me parece perfecto... - y me besa de nuevo.

Narra Pablo
- Pablo, creo que aquí no es el mejor lugar para tomar el desayuno... - me dice mientras entrábamos en la pastelería, una de mis favoritas aquí en Madrid.
- Porqué? - le pregunto muy curioso.
- Estás viendo aquella chica de vaqueros y chaqueta azul en la barra tomando un café?
- Sí... qué tiene esa chica?
- Aquella chica es como si fuera una hermana para mí y ella no lo sabe que yo te conozco ni tampoco que tengo una relación contigo...
- No pasa nada... - respondo – Hay que ser discreto y verás que ella no nos verá...
- Eso lo espero...
Así lo hicimos, de una manera muy discreta y haciendo con que nadie nos mirase, nos sentamos en la mesa que estaba más distante de la barra de la pastelería y nadie se ha dado cuenta que estábamos por aquí.
Nos sentamos y luego tratamos de pedir el desayuno, que no tardó mucho en llegar a la mesa dónde estábamos.
- Cómo se llama esa chica? - le pregunto.
- Se llama Marisol... es mi mejor amiga desde casi siempre...
- Y porqué no quieres que ella no lo sepa que somos novios?
- En primer lugar ella es muy fan de tí, en segundo lugar, ella no aguanta guardar secretos de esto tipo por mucho tiempo y seguramente que tarde o temprano todo el mundo iba a saber que nosotros tenemos una relación...
- Muy bien... me parece ser una chica simpática...
- Sí, Marisol es un amor... por eso tenemos una relación tan buena como si fuéramos hermanas...
- Esas amistades son muy buenas... - empiezo a pensar en cual será el momento ideal para preguntarle aquello que no sale de mi mente – Ainhoa, te puedo preguntar una cosa muy seria?
- Por supuesto que sí... que quieres preguntarme?
- Oye, no quiero que te sientas forzada a decir algo que no quieras con mi pregunta...
- Vale, vale... ya me estás asustando... cual es la pregunta?
- Muy bien... Ainhoa, me encantaría... - empiezo a sollozar como un loco - … me... me encantaría... - y hago la respiración más profundo que alguna vez hizo en mi vida para ganar fuerza para decirle aquello que quiero.

44. Corre!

Narra Pablo
Las horas pasan y la luna ilumina esta noche fría de Enero en mi Málaga querida. Miro las estrellas, pienso en la vida. No es fácil pensar en mi puta vida que por un lado está siendo maravillosa y por el otro está confusa, sin rumbo, sin sentido ninguno.
Estoy viviendo mi sueño de peque que es vivir de la música, el suceso sigue conmigo y a cada día que pasa suben las expectativas cuanto a mi trabajo, mejor que esto es imposible.
Mientras esto ocurre de una manera maravillosa, hace casi dos mes que salí por la puerta de la casa de la mujer de mi vida. Quiero correr hacía ella, volver a los tiempos maravillosos que vivimos juntos, pero algo pone un freno a todo esto y no me deja seguir con mi idea. Creo que es miedo por su reacción, yo conozco a Ainhoa y lo sé que su reacción será imprevisible. Ella podrá reaccionar bien, perdonar lo que hizo o tal vez no, puede no querer verme más en su vida, puede mandarme mil cuchillos contra mí.
- En qué piensas, hijo? - llega mi padre.
- Pienso en la vida...
- Qué te pasa? No es muy normal que estés así tan pensativo en la vida mirando el cielo...
- Dilemas, papá.... muchos dilemas...
- Qué tipo de dilemas?
- Dilemas de amor... te puedo preguntar una cosa?
- Ya lo sabes que sí....
- Qué se hace cuando nos alejamos de alguien que queremos sin saber el porqué?
Mi padre arquea su ceja, me mira desconfiado y me pregunta:
- Por qué no me cuentas la historia desde el comienzo?
- Vale, yo la cuento... yo me enamoré de una chica y...
- Se puede saber quién es ella? - me interrumpe.
- Pues ella es... ella es Ainhoa...
- Espera ahí un poquito, Pablo... estás hablando de Ainhoa, la chica que trabajó en mi proyecto?
- Sí, ella mismo... nosotros tuvimos una relación así muy cerca, sabes... pero yo llegué a un punto en que no sé cómo, empecé a desconfiar de ella sin saber el motivo exacto para eso, pero sigo amándola cada vez más...
- A eso no se llama desconfianza... tu solamente te has dado cuenta que un montón de cosas se sucederán en tan poco tiempo y una pequeña cosa te hizo alejarte de ella para absorber todo eso... ahora solo tienes que seguir lo que tu corazón te está diciendo...
- No es así tan fácil, papá... mi corazón me dice para correr hacía ella, para pedirle perdón por los cuatro costados, pero yo no sé cual será su reacción.
- Por eso debes correr hacía Ainhoa, Pablo! Si ella te quiere de verdad te perdonará, porque el amor es así... es saber perdonar también...
Suelto un suspiro, bajo la cabeza y ella casi se explota de tanta confusión de sentimientos.
- Qué hago? - suspiro.
- Corre, Pablo! Si la quieres de verdad, corre hacía Ainhoa antes que la pierdas para siempre!
Lo que tengo a decir sobre esto? Por supuesto que los consejos de mi padre son algo de precioso para mí y siempre fueron los mejores. Por eso y por mucho más, yo me iré a la capital y allí iré encontrarla, decirle todo y después veré lo que se sucederá. Sin miedo, porque el miedo es el peor complemento que se puede tener en nuestras decisiones en la vida.
Antes de irme a dormir, hizo la maleta. Mañana entraré en el AVE y nadie me va a parar porque es ahora o nunca porque yo sé dónde está el amor, dónde está mi felicidad completa y por eso no dejaré que esto simplemente se marche de mi vida.

miércoles, 23 de julio de 2014

Tu opinión es importante

43. Sufrimiento mudo

Narra Pablo
Entro en el ascensor sin tener la noción de lo que hizo. Me siento tan desorientado que lo que quiero ahora es escaparme de esto mundo.
Todo esto es muy extraño, sufro por salir de allí dejándola sufriendo, pero al mismo tiempo mi mente me ha dicho que necesito de un tiempo para interiorizar esta relación que en ocho meses ya ha desarrollado tanto.
No sé si es miedo de la realidad, no sé si es simplemente querer estar desconectado por poco tiempo en que pronto volverá todo a la normalidad y que volveré a estar a Ainhoa, la chica que amo a pesar de todo lo que siento ahora.
La época navideña está empezando y yo sigo ya trabajando en el próximo disco y en la próxima gira, pero todavía aún hago apariciones en programas de televisión, haciendo un balance de la gira que terminó y hablando de mis proyectos para el futuro.
No está siendo nada fácil, tengo que dibujar sonrisas por dónde paso cuando lo que siento de verdad es tristeza, me siento un auténtico gilipollas porque no fui capaz de confiar en una persona que se ha entregado a mi completamente, que confía en mi y yo la quiero locamente. Pero por qué esto se sucede?
Fueron días de auténtico sacrificio, todo el mundo me ve tranquilo, sonriendo, pero cuando estoy solo, entre las cuatro paredes de mi casa, la sonrisa desaparece, un torbellino de malas energías entra en mi cuerpo y me hace buscar algo que no sé lo que es.
Mismo cuando me fui para Málaga para pasar esta época tan bonita del año, me siento igual. Pensé que podría olvidar un poco todo lo que se pasó estando junto a mi familia, pero el resultado fue mucho peor.
Estoy junto a las personas que quiero, pero allí falta una persona para el grupo de los que amo estar completo. Falta ella, falta la hija de la enfermera Pilar, falta la hija del General Martínez, falta la chica que es la más pequeña de tres hermanos, falta Ainhoa y eso es una parte importante.
La necesito, la llamo por teléfono pero siempre llego al buzón de voz, le dejo miles de mensajes y ninguna respuesta tuve hasta ahora. La foto que hicimos en el concierto de Barcelona es ahora mi pantalla de móvil, antes tenía la foto de mis sobrinas. Estamos los dos juntos, ella sonriendo con su manera tan suya, tan natural y yo a su lado, con una sonrisa tan grande o tal vez más grande que el mundo entero.
- A ver hermanito, tengo una noticia que creo que te va a animar muchísimo... - dice mi hermana, viendo que no estoy nada animado mismo siendo el mágico día de 24 de Diciembre.
- Pues cuéntala, estoy curioso...
- Pronto tendremos más un pequeño en esta casa... - sonreí de una manera muy bonita mi hermana, una de mis mejores amigas desde siempre.
- Felicidades! - me quedé feliz por un rato, al final la llegada de una nueva vida al mundo es siempre es una buena noticia, por mucho que estemos mal.

Narra Ainhoa
Intento seguir con mi vida adelante, pero no puedo ni quiero. Al final por fin he encontrado el hombre que quiero de verdad, quiero estar con él. Mi móvil suena muchísimas veces con sus mensajes en el buzón de voz. Yo no escucho ninguna, no quiero torturarme más, sufrir más de lo que estoy sufriendo.
Pasaron casi cuatro semanas desde aquel día, desde aquel momento en que vi Pablo marcharse sin nada decirme. Desde eso momento que no hablo con él, que evito cueste lo que cueste ver sus noticias en la televisión para no llorar aún más. Hace cuatro semanas que él sigue dejando mensajes en el buzón de voz, cuatro semanas en que raramente pronuncio la palabra que antes quería pronunciar constantemente, Pablo.
Esta Navidad fue diferente de las demás Navidades de los otros años. Esto año hay una persona más en la mesa que es Sara, Juan y María están un poco mayores, mis padres están orgullosos de ver la mesa con más gente y Pedro y Mario siempre embobados con sus mujeres. La única que sigue igual al año pasado soy yo, o tal vez no.
Así como en el año pasado, no vino acompañada, estoy sola, sigo viviendo en Madrid y haciendo la torta de Navidad que hago desde mis quince años. Bueno, físicamente todo está igual, cuanto a los sentimientos eso ya no puedo decir lo mismo y creo que es aquí que se puede decir que también existió algo que cambió.
No estoy la chica que hablaba constantemente como en los otros años. No estoy con ganas de jugar póquer con mi familia, no estoy esperando con muchas ganas la llegada de mis abuelos. Nada.
Estoy cabizbaja, callada, pocas son las palabras que salen de mi boca y lo que quiero es que esto termine rápidamente para cerrarme en la habitación.
Esto se repitió en el Año Nuevo. A las 2 de la mañana ya estaba haciendo la despedida de mi familia para irme a la habitación. Todo el mundo extrañó porque en esto día siempre me quedaba despierta hasta las cinco, seis de la madrugada, siempre muy enérgica y hablaba tanto que mi familia se impresionaba cómo podía hablar tanto sin cansarme.
En la noche de Reyes, fue diferente, para mi fue peor que en la Navidad y que en el Año Nuevo. Fue horrible.
Cuando llegó la hora de los regalos, todos nos fuimos a buscar nuestros regalos y yo entré un poco en el espirito gracias a los peques. Estaba ya un poco contenta, pero no fue por mucho tiempo.
Comienzo a abrir los regalos y todo estaba muy bien hasta que mi madre me entrega su regalo:
- Toma, cariño... - me entrega una pequeña caja roja con un lazo dorado.
La abro muy contenta, pero cuando vi lo que estaba dentro, yo nada hizo. Allí estaba el disco de Pablo, el tan famoso disco “Tanto” que dicen ser lo más vendido en España.
- Te gusta?
- Sí... - no controlo el lloro y mis lagrimas caen seguidamente por mis ojos – Me ha gustado, mamá...
Todos me miran muy sorprendidos porque nunca en mi vida yo he llorado por un regalo de Reyes y seguro que se creen que estoy siendo una inútil en llorar por un disco. Lo que no lo saben es que este disco es del hombre que quiero y que se ha marchado sin nada decirme, que ahora me deja mensajes en el buzón de voz y nada más.
- Ainhoa, cariño, estás bien? - pregunta mi padre.
Me desespero tanto que mi reacción fue correr, salir de aquel salón, subir las escaleras y cerrarme en mi habitación. Me tumbo en la cama con el disco en mis manos y no sé si debo tirarlo a una pared o agarralo como si de un diamante se tratase.
Siento rabia, dolor, sufrimiento total y unas ganas imposibles de se controlar de estar con él, de sentir sus labios ardiendo en los míos, del rozar de su barba en mi cara y me pregunto porqué esto tuve que ser así? Porqué?
Será que nací solamente para sufrir en relaciones? Esto será así? No habrá nada más que ocho meses muy bien pasados?
Es un sufrimiento muy grande, sufrimiento mudo, una rosa muy bella llena de espinos, en que te picas cuando la tocas. Una día de sol que sin embargo se transformó en un día gris, de tormenta, de lluvia, así están mis sentimientos.

martes, 22 de julio de 2014

42. (Des)confianza

Narra Pablo
Esto año ya no hay más gira. Ahora es tiempo para descansar un poco y empezar a trabajar en la próxima gira y en el próximo disco. Aterricé en España y salí del aeropuerto de una manera discreta, poca gente me ha reconocido. Antes de irme a descansar completamente en la cama, recibo la buena visita de Ainhoa. Fue maravilloso verla de nuevo, estar con ella, pero ella solo estuve unos quince minutos. En eso mismo día tuve que irse a trabajar por la noche.
No ha me ha gustado mucho. Quería estar con ella, cenar con ella, pero lo que tuve fueron unos quince minutos, tiempo para darse un abrazo bien fuerte, un beso, una conversación muy corta sobre la gira y nada más.
Desde eso día que no estoy con ella. Ya pasó una semana y media y nuestro contacto se hace solamente por teléfono. Ella me dice que su tiempo es muy corto, que está herviendo de tanto stress y que las pocas horas libres que tienen son para dormirse, o sea solo tiene ocho horas de descanso completo.
No me lo creo completamente en esto. No lo sé, creo que ella no debe tener así tanto trabajo como ella dice tener y que está evitando de todas las maneras estar conmigo.
Por fin y al fin de casi dos semanas, Ainhoa me dijo que podía cenar conmigo. Así lo hicimos, cenamos en su casa. Frente a frente en la mesa, yo casi no hablo.
- Qué te pasa, Pablo? Te veo tan callado... - me dice.
En eso momento yo casi explotaba mi desagrado por esas dos semanas sin vernos, intenté disfrazar.

Narra Ainhoa
- Estuviste muy ocupada estas dos semanas... - me dice.
- Sí... - le respondo – Tanto trabajo, tanto trabajo que parecía que no veía otra cosa en esos días!
- Tanto trabajo a punto de no tener tiempo para mí?
- Qué has dicho? - y aquí empezó algo feo.
- Tuviste así tanto trabajo para no tener tiempo para una cena o algo así?
- Espera un poco... estás insinuando que yo no he estado contigo estas dos semanas simplemente porque no quería?
Él nada responde y también no fue necesario. Su cara estaba diciendo todo y yo, que ya estaba agotada de tanto stress de estas dos semanas, suelto los últimos nervios que tenía.
- Puedes pensar lo que quieras, Pablo... puedes pensar que yo te evité, que no te quiero, piensa lo que quieras, pero de una cosa debes saber... la confianza es todo, es algo muy importante, sabes?
- Porqué dices eso?
- Por una cosa muy sencilla... - le respondo ya levantándome de la mesa – Tu estuviste casi un mes lejos y como yo confío en ti, tuve que comprender que es tu trabajo, que fue necesario estar lejos y que después tendríamos todo el tiempo del mundo para estar juntos... ahora fui yo que me quedé lejos dos semanas, mira, dos semanas, no un mes! Estuve casi dos semanas lejos y cuando nos vemos me das todas las señales del mundo de que has desconfiado de mí...
- Yo desconfío?
- Por supuesto... si no desconfiases no me habías preguntando se he tenido tanto trabajo a punto de no tener tiempo para mí? Qué se dice de eso? Eso no es desconfiar de alguien?
- No me ha gustado que estuvieses tanto tiempo lejos...
- Vale, vale... a mi también no me ha gustado que estuvieses lejos casi un mes y yo tuve que comprender...
Él baja la cabeza, suspira y nada me responde. Yo comprendo la parte en que a Pablo no le gustado estar lejos de mi, pero lo que no puedo comprender es la desconfianza que levanta. No puedo, si él desconfía a eso punto, entonces para qué todo esto? Una de las llaves de una buena relación es la confianza.
- Pablo, no puedo comprender el porqué de tanta desconfianza...
Por fin él levantó la cabeza y su cara no me ha gustado.
- Yo también no lo sé... - se gira y se va hacía la puerta sin ningún motivo.
- Dónde te vas? - pregunto muy asustada.
- Lo siento, Ainhoa... lo siento de verdad... - abre la puerta y se va.
- Pablo! - grito por su nombre ya entre lagrimas y él nada contesta. Simplemente entra en el ascensor sin girarse para verme, nada.
Me quedo a la puerta parada, mirando el ascensor con la esperanza de que él volverá y lloro sin parar.

Qué está pasando con Pablo? Primero desconfía de mí y ahora se marcha diciéndome solamente “Lo siento...”? Qué le ha pasado? Esto no es el Pablo que conocí hace ocho meses, no es el Pablo cariñoso, atento y que me decía con todas las letras que me quería.

41. Enlaces familiares

Narra Ainhoa
Aquel momento en que te das cuenta que solo tienes amigas casadas o con compromisos es un momento muy extraño. Ahora que Pablo está en Latinoamérica de gira y que estoy sola en Madrid, tengo tiempo para pensar en estas cosas.
En tan solo un fin de semana vi dos amigas mías se casaren, parece que todo el mundo ha decidido casarse en esto mes y no sé el por qué.
Marta y Laura ahora se “trasladan” para el grupo de mis amigas casadas y ahora soy solamente yo que no estoy con un compromiso tan serio tal como tienen mis amigas. Sí, yo tengo una relación pero no es nada comparado con lo tienen las chicas que siempre me acompañaran en la vida.
Bueno, por un lado estoy feliz por eso. Mis amigas viven reclamando de sus maridos, de sus novios, de que pierden la paciencia con sus parejas. Esto es lo que se sucede cuando vives con alguien, algo que no sé lo que es eso afortunadamente.
Dos bodas ya pasarán y hoy es un día importante en la casa de los “Martínez Sierra” de León, que es lo mismo que decir la casa de mis padres.
Después de Mario, que ya se casó hace siete años, es la hora de mi hermano empezar un nuevo capitulo en su vida.
Estoy orgullosa de él, es bueno ver que por fin ha puesto los pies bien firmes en la tierra. Pedro siempre fue un chico en que lo le faltaban chicas que querían tener una relación con él. Los hombres de esta familia son todos unos galanes y eso es cierto. Creo que esto ya corre por las venas y ya no hay nada que los hará cambiar.
Mi padre, que está muy orgulloso por ver que su “niño de las ciencias” se va a casar, viste con mucho orgullo su uniforme especial de General del ejército para ocasiones especiales. La última vez que lo he vestido fue en el bautizo de María hace dos años.
Yo creo que la señorita Pilar está más nerviosa que su hijo, nadie la puede callar. Se mira docenas de veces al espejo para ver si su vestido azul está bien. Madre mía, yo creo que yo debo ser la persona más tranquila de esta casa juntamente con Mario. Hasta los peques están enérgicos, están eufóricos porque por la primera vez serán los niños anillos y están unos amores, tan guapos que parecen una “mini-pareja” mismo siendo hermanos.
Yo y mi madre ayudamos a Pedro a abotonar los puños de la camisa y a poner la corbata, algo que Pedro nunca supe poner.
- Relájate un poco, hombre! - le digo – Pareces un terremoto temblando de esa manera!
- Es normal... - dice mi madre – En esto día siempre te quedas con unos nervios tremendos!
- Madre mía que la puta hora de irme a la iglesia no llega!
- Pedro, mirame... - le digo - … respira profundamente... para qué estar nervioso? Estás con miedo que Sara te deje solo en el altar de la iglesia?
- No, ella no es capaz de hacerme eso...
- Entonces para qué estar nervioso?
- Cállate, que estoy para ver cómo estarás en el día de tu matrimonio! - se reí.
- Tendrás mucho que esperar, hermanito... esto es si un día yo me caso!
- Muy bien... te gusta Pablo y no tienes esperanza de casarte, estás muy bien, sí, sí!
- No es el caso de no tener esperanza de casarme... yo simplemente no pienso en eso para no vivir ilusionada con eso día!
- Ponte hablando así y cuando te despertares ya estarás con vestido de boda lista para casarte! - dice mi madre.
- Y ahora hablando de eso, Ainhoa... podías haber venido con Pablo para presentarlo a la familia... - yo voy a matar mi hermano, le encanta provocarme.
- Tendrás mucho tiempo para conocerlo, vale? Además, él en esto momento no está en España...
- Ah vale... es un señor muy ocupado, eh?
- Y tu no te callas, chico maldito? - bromeo.
- Tranquila... - y guiña mi ojo.
Llega mi padre y mi hermano:
- Llegó la hora... ya estás listo, campeón? - pregunta mi padre.
- Sí... vayámonos!
Nos fuimos todos hacía la iglesia, dónde toda la familia ya se encontraba y aguardaba por la llegada de Pedro. Me reencontré con algunos primos y tíos que ya no os vía hace mucho tiempo, en especial a mis abuelos paternos, los únicos abuelos que siguen vivos. Me impresiono cuando los veo. El señor Antonio Martínez y sus impresionantes 86 años son algo que sorprenden a cualquiera. Su físico no aparenta tanta edad así como su mente, siempre muy joven, que tiene un gusto tremendo en hablar con sus generaciones más nuevas.
La señorita María Cabanillas, mi abuela, y sus 85 años es otra persona que parece que la edad no pasa por ella. Son dos personas inspiradoras y muy importantes para mí y es con orgullo que digo que soy nieta de ellos.
Mis tíos, tías y primos se quedan sorprendidos con mi presencia y además soy el único miembro de la familia que no trae pareja. Yo lo sé que estuve algunos años un poco ausente porque estaba en la universidad, pero no sé cuales son los motivos para mirarme de la manera que hacían. No me pasa nada, estoy aquí por la boda de Pedro y Sara y eso es lo que importa ahora.
Sara entra en la iglesia acompañada de su padre, estaba muy bonita con su vestido de tirantes blanco y con el pelo recogido totalmente para su lado derecho. Mi hermano la contemplaba, sonreía más que nunca y se quedó más tranquilo cuando la tenía a su lado.
Comienza la misa y por supuesto que fue una misa como cualquier misa de matrimonio. Me quedé junto a mis padres, justo en la primera fila, dónde estaban también mis sobrinos, Mario y Juana.
Para mi lo mejor momento de un matrimonio después de poner la alianza y besarse es la fiesta de boda. Fue una maravilla estar con mi familia y por supuesto que el bailecito no podría faltar.
Fue una fiesta maravillosa, pero no tanto para mí en el momento que Sara se fue a lanzar su manojo de flores blancas.
La tradición dice que las solteras tienen que juntarse y disputar para tener el manojo. Yo no me lo creo en eso, pero para no parecer muy fuera del normal, me junté a las chicas y para mi mala suerte el manojo se cayó justamente en mis manos.
Por qué se cayó en mis manos? Porqué? Porqué no se ha caído en las manos de una amiga de Sara o algo así? A partir de eso momento toda mi familia no hablaba de otra cosa, mi padre hacía de todo para descubrir más informaciones sobre Pablo. Me enfadé, yo lo sé qué soy la única chica de la familia que aún no se ha casado, pero será que es necesario torturarme? Cual es problema de yo estar soltera? Todos están obsesionados y no se recuerdan que soy yo quién elije si se vaya casarse o no, si quiero o no compartir mi vida con alguien.
En esto momento no quiero compartir mi vida, estoy muy bien con la relación que tengo con Pablo y solamente con el tiempo voy a saber si debo cambiar de opinión o no. Estoy a favor de las relaciones, pero cuanto a los compromisos, no, nada de compromiso serio.

lunes, 21 de julio de 2014

40. Lágrimas de amor

Narra Pablo
Mis planos fallaran completamente. No pensaba que tendría que hacer uno reportaje en que el periodista me acompañaría todo el día. No tuve ni un segundo solo, siempre tenía el periodista junto a mí y no tuve la oportunidad de llamarla.
Le doy toda la razón por no aceptar el regalo y la carta, yo no cumplí con lo que prometí y soy un auténtico fracasado por eso, un hombre que no fue capaz de cumplir con lo que prometa y lo juró con convicción.
Intento llamarla pero siempre acabo en el buzón de voz. Ya estuve a la puerta de su casa, me han dicho que ella está en Zaragoza en trabajo y solo llegará hoy por la noche. Después de mañana tengo vuelo para Argentina para empezar la gira por Latinoamérica , el tiempo es poco y tengo que hablar con ella.
Me quedo parado a la puerta de su casa, contando las horas para que llegue. Todo el mundo me llama, pero no contesto a nadie mientras no hable con ella.
Me siento en el suelo, me levanto, camino de un lado para otro, miro constantemente el ascensor que sube y baja, pero nunca para en esto piso.
Apoyo mi espalda a la pared, miro el techo y desespero por esta espera tan grande. El ascensor suena el “tin” tan característico de cuando para en el piso elegido. Por fin él paró en esto piso. Las puertas se abren y ella sale, con su maleta de viaje en una mano y un bolso en la otro. Sale del ascensor, las puertas se cierran y ella camina cuando se da cuenta de mi presencia.
Se acerca de mí, para en mi frente y casi con los ojos empapados de lagrimas, me pregunta:
- Qué haces aquí?
- Necesito de hablar contigo...
- Quieres decirme que ahora tienes tiempo para llamarme, eh?
- Por favor, Ainhoa... déjame contarte lo que se sucedió!
Quita las llaves de su bolso y abre la puerta. Me haz señal con la cabeza para entrar y entro directamente en el salón. El el rincón junto a la ventana estaba el piano que le regalé, el piano con que me ha tocado la canción que decía que quería saber qué es el amor.
Ella entra, pone su maleta y su bolso junto al sofá, me mira y respira profundamente.
- Ya puedes hablar...
- Yo no te he llamado porque fui sorprendido... - le digo - ... yo te lo juré que te llamaba porque pensaba que tendría ratos libres entre las entrevistas, pero eso no se sucedió. No me han dicho que iba a hacer una entrevista en que un periodista me acompañaría todo el día... él me acompañó en todo, hasta en la furgoneta, no estuve ningún minuto solo y por eso no te llamé... yo sé que la carta que te escribí ni el collar iban a justificar lo que hizo pero he mandado a Mariola entregarte eso para que supieses que no te olvidé, que no te llamé por que no quiso.. yo quería llamarte sí, lo quería de verdad, pero no pude...
Su silencio haz mi corazón apretarse tanto que la respiración se corta, yo la lastimé y eso es visible en su cara, dónde sus ojos hacen un esfuerzo tremendo para no dejar salir las lagrimas.
- No tienes idea de lo que sentí, Pablo... yo me descontrolé tanto que perdí el rumbo de lo que estaba haciendo y el resultado fue llegar esta mañana a Madrid, irme directamente a lo escritorio y por la primera vez en mi vida tuve que decir a mi jefe que no terminé el trabajo, que perdí el control, que me desconecté de todo... - cierra los ojos, aprieta sus labios y sus lagrimas caen sin parar - … mi lastima es tan grande que yo no sé si debo creerme en tus palabras, si debo no creerme, no sé...
- Yo te estoy diciendo la verdad... créeme... ni que yo tenga que cancelar la gira para probar que te estoy diciendo la verdad... yo lo hago...
- No digas tonterías...
- Yo hago lo que quieras para te probar que estoy diciendo la verdad... dime lo que tengo que hacer, yo lo hago...
Se gira, se pone de espalda y escucho su lloro intensificarse. Me despedazó el corazón, mis lagrimas se caen por verla así, me acerco a ella y Ainhoa se giró de nuevo.
- Perdóname... - le digo.
Me abrazó, apoyó su cabeza en mi hombro. El mundo paró completamente en eso momento, aprisiono su cuerpo entre mis brazos y le aprieto lo más que puedo.
- No llores, princesa...
- Pero tu estás llorando también...
- Yo estoy lloro para que tu no llores tanto... si compartimos las lagrimas es mejor, así no sufres tanto...
- Así me haces llorar aún más!
Ella me mira con sus ojos llenos de lagrimas. Sus ojos, dos ojos, dos estrellas, porque en cada ojo hay un brillo especial. Son mis ojos, mis estrella porque ella es mi estrella porque su brillo ha iluminado mi vida.
- Un hombre no llora... - me dice.
Con sus manos suaves que las puso en mi cara, limpia mis lagrimas y acaricia mis mejillas.
- Solo no lloran los hombres que no sienten el amor... - le digo.
- Hombre, ya es suficiente verte emocionar en los escenarios... - me regala una sonrisa tímida.

- Si lloro es de felicidad y esa felicidad está ante mi limpiando las lagrimas de mis ojos...