Últimos capítulos...

Últimos capítulos...

martes, 30 de diciembre de 2014

27. Interrograciones de la vida – parte 1

Narra Pablo
A veces lo dudo de la edad de mi niña y tengo motivos para hacerlo. Si en la realidad tiene 5 años, en su mente parece tener diez o tal vez más. Ya con Ainhoa en casa descansando, trato de explicar a mi peque todo lo que ha sucedido y quién salió sorprendido fui yo.
- Sabes, princesita... - le dije - … ahora mamá tiene que descansar porque... - balbuceo - … porque ha tenido un problema con el bebé, sabes..
- Lo sabía... - me contesta mientras se sentaba en su cama con una muñeca en su mano – He visto a mamá con dolores aquí... y después cuando se sentó he visto sangre...
- Es verdad... y sabes lo que pasado con todo eso?
- No...
- Ella no ha aguantado y tuvieron que quitar el bebé...
- En serio? Por eso mamá está tan triste...
- Sí, es eso...
- No hay problema... - y con su respuesta empiezo a sorprenderme – Pronto ella volverá a tener otro...
- Quizás sí, quizás volverá...
- Mamá es muy fuerte y en la próxima vez el bebé vaya nacer... - haz una pausa - … papá, puedo hacerte una pregunta?
- Las que tu quieras, mi amor...
- Porqué tu y mamá no estáis casados?
- Pues... no sé... porqué preguntas esto justo ahora?
- Es que ayer he escuchado a la tita Marisol diciendo al tito Hugo que cuando dos personas se quieren mucho, se casan...
- Bueno, ella tiene razón... pero eso no quiere decir que yo y mamá no estamos casados porque no nos queremos...
- Yo lo sé, papá... pero podías casarte con ella... un días vas a hacerlo, verdad?
- Sí... un día... - Ainhoa me estaba dejando boquiabierto con la conversación que estaba teniendo conmigo.
- Entonces piénsalo en hacerlo... y no te olvides que seré la niña anillos...
- Vale, yo no me olvidaré de ese detalle tan importante, princesita...
- Te voy a preguntar otra cosita, papá... pero esta la tendrás que responder con todos los detalles...
- Te estoy escuchando...
- Por qué te has enamorado por mamá y no por otra mujer?
- Qué preguntas me haces eh!!
- Dímelo... mamá ya me contó la historia, pero me gustaría saber el por qué de todo lo que ha pasado... qué te encantando en ella?
- Pues... muchas cosas, es decir, todo...
- Todo, pero todo, de verdad? Hasta los defectos?
- Sí... hasta los defectos, guapa...
- En serio? - pregunta ella sorprendida.
- Sí... cuando queremos a alguien de verdad, la amamos tal y cual como es y no de otra manera... nos gusta que tenga los defectos que tiene, porque si fueran otros, seguro que ya no nos gustaría tanto...
- Ay qué bonito... me encanta el amor...
- Ay dios mío que te encanta el amor... - bromeo con ella.
- Dime papá... dime lo que te gusta...
- Te lo digo... pues me encanta... - hago una pequeña pausa - … me encanta su sonrisa, su mirada brillante, el olor de su perfume... sus risas... me encanta todo...
- Qué bonito... - comenta ella con los ojos más brillantes que nunca.
Sin embargo se escucha un golpe en la puerta y al mirarla, entra Ainhoa sonriendo como hace unos días no lo hacía.
- Qué hacéis por aquí? - nos pregunta.
- Pues... son cosas de padre y hija... - responde Ainhoa.
- Uau! Cosas de padre y hija que mamá no puede saber? - bromea muy sorprendida con la respuesta.
- No... si lo sabes, después nada tendrá su gracia...
- Nada tendrá su graica? Qué estáis planeando, eh?
- Nada... - digo yo.
- Sí, sí, Pablo... nada de nada?
- Nada de muy interesante...
- Claro, claro... - sonreí y me mira muy seria.
- ... y tu qué haces, mi amor? - le pregunto
- Pues, sigo aburrida como hace dos horas...
- Aburrida?
- Hombre, yo necesito salir, tomar aire... necesito vivir!!
- Lo sabes que tienes que descansar...
- Mi descanso no se hace entre cuatro paredes... cuanto más tiempo estoy por aquí, más pienso en todo lo que ha pasado y así será dificil seguir adelante...

sábado, 27 de diciembre de 2014

26. Porqué?

Narra Pablo
Se abre la puerta después de una hora de espera muy larga. El médico me mira muy serio mientras yo me levanto de la silla que tantos nervios míos aguantó. Vino hacía mí de forma muy lenta que me leventaba sospechas, pero sin saber si serían positivas o negativas. Frente a frente nos quedamos y nadie hablaba. Sin embargo, el médico respira profundamente:
- Lo siento pero... Ainhoa volvió a tener dolores y bueno... lo siento pero... tuvimos que interromper el embarazo... tuvimos que hacer un aborto...
Se me había quitado todas las reacciones en mí. Miraba a Marisol y ni ella tenía una reacción posible hacía semejante situación. El médico pone una mano por encima de hombro y luego me dice:
- Hemos hecho todos los posibles y los imposibles... la vida de Ainhoa estaba puesta en causa y no podíamos permitir que los dos estuviesen en riesgo de... de morirse en el parto... hay que ser fuerte...
Con la cabeza haz señal de que podía entrar en la sala y luego se va. No me había movido ni tan solo un centímetro. Miraba a mi peque y ella ya estaba durmiendo. La noche ya se había caído y el día había sido muy intenso.
- Pablo, si quieres yo llevo a la niña conmigo... - me dice Marisol - Ainhoa necesita de tí más que nunca... se va a dormir a mi casa y mañana le cuentas todo... lo sabes que vas a necesitar de mucho tiempo para explicarle...
- Lo sé... - le contesto – Yo tengo que agradecerte por todo... en el estado que estás deberías estar en tu casa descansando y estás aquí hace muchas horas...
- No pasa nada... si fuera lo opuesto, lo sabía que ella haría lo mismo por mí... venga, cuida de ella y mañana yo vuelvo con Ainhoa, vale?
- Vale... muchas gracias por lo que estás haciendo, en serio...
- No necesitas... hay que cuidar de mi hermanita, eh?
- Por supuesto que sí... - le digo.
Marisol se va con la peque en sus brazos durmiendo profundamente y yo me voy hacía la puerta. Lleno mis pulmones con aire y la abro. Ella se había quedado dormida de una forma muy profunda. Me acerco a ella sentándome en la camilla. Acaricio su pelo y sus mejillas y pensaba en todo y al mismo tiempo en nada.

Narra Ainhoa
Solía soñar mucho con jardines y con playas en pequeña, pero, con el crecimiento, dejé de recordar lo que soñaba a cada noche. Hoy había sido diferente y me desperté recordando el malo sueño que tuve. No le llamo pesadilla porque tuve su lado bonito, pero me lo había dejado un poco confusa.
Soñé que mi abuelo y mi padre se morían juntos. Los dos partían para un lugar muy hermoso en paz, agarrados por la mano y sonreían para mí. De hecho, me quedaba un poco confusa. Hombre, los dos están en el hospital y lo que sé hasta ahora es que están vivos!
La luz que venía del techo me molestaba y luego giro mi cabeza para mi lado izquierdo. Alguien estaba sentado en el sofá y me lo parecía Pablo. Seguro que estaría soñando porque él está en Los Ángeles.
Con las manos abro mis ojos por completo y, de hecho, era Pablo quién estaba en el sofá, con la cabeza apoyada en un cojín. Estaba con los ojos un poco abiertos y yo de verdad que me quedé sorprendida.
- Pablo?
Él se acercó a mí y agarra mi mano. No podía contener mi emoción y me envuelto en un abrazo suyo. En aquel momento, sus brazos eran el mejor remedio para mí. Tan cerco, apretado, caloroso, cariñoso, el abrazo era el consuelo que necesitaba para seguir adelante. En uno de sus hombros apoyo mi cabeza y todo parecía bien. Cierro los ojos y se me caen las lagrimas. Tal vez yo quería creerme que yo podía seguir adelante, pero algo ponía un freno y hacía con que yo no me conformase con lo que había pasado.
- Porqué tuve que pasarse esto? Porqué? - me pregunto.
- Ssshhh... esto no es fácil pero hay que seguir adelante...no era el momento para sucederse, pero verás que un día llegará... - sus manos hacían caricias en mi pelo y yo me ahogaba en lagrimas en una interrogación que parecía no tener fin.
- Es un fracaso... - digo - … yo he fracasado por completo como mujer...
- Deja de decir disparates... no eres menos mujer por esto... es el opuesto, eres mucho más mujer por que lo sé que serás fuerte...
- Fuerte?
- Si, eres fuerte y única y jamás dudes de eso... lo sabes que tienes por lo menos a dos fans incondicionales...
Yo sonrío y él sonreí aún más. Allí estábamos los dos, entre brazos, mirándonos como si no hubiera mañana, en un cambio de miradas sin fin.
- Ya ves... te hizo sonreír... - me dice sonriendo y con una mira muy cómplice.
Lo veo todo: un día, hace unos tiempos, mi madre me enseñó una canción y yo en aquel momento no había comprendido de forma clara el sentido de sus versos. Ella solo me ha dicho “un día vas a comprender y cuando ese dia llegar, es mejor que te prepares... porque has encontrado el amor de tu vida...” - hace tiempo que me pasan sus versos en la mente y ahora mismo volveran a pasar, pero que quedaron.
Lo sé sin más dudas ningunas: con tan solo cinco letras yo puedo escribir el amor de mi vida. Es necesario decir algo más?

Dicen que solo tengo que desearlo
Dicen que eternamente me andas buscando
Dicen que si eres mio yo seré tuya
Dicen que tu has venido a cambiar mi vida

Dicen que nos vallamos con todo al cielo
Dicen que si tu puedes, yo también puedo.
Dicen que cada noche es nuestra estrella,
la que ilumina el canto de las sirenas...


lunes, 22 de diciembre de 2014

25. El fracaso

Narra Pablo
La amargura de todo lo que estaba pasando era más que mucha y nada podía tranquilizarme. En el pasillo del hospital encontré a mi niña y a Marisol sentadas, esperando por más notícias. Al llegar hacía ellas, mis brazos se llenaban de un abrazo tan tierno de mi hija, en el que tuve contener las lagrimas al decirme en mi oído el tan sencillo “Te he echado de menos, papá”.
De hecho, yo también la echaba de menos desde la primera hora en que he partido para Los Ángeles. Lo que me movía allí eran las notícias por Ainhoa, esas mismas que eran muy pocas.
- Cómo está Ainhoa? - pregunto a Marisol.
- Se sabe muy poco... parece que ya todo muy tranquilo, pero no la quitan de aquella sala ni dicen nada de nuevo... seguro que fue solo un susto...
- Eso lo espero... joder, los médicos deberían decirnos algo más!
- Es verdad... pero qué vamos a hacer?
En ese momento sale un médico de la sala dónde estaba Ainhoa y luego tratramos de llamarlo. De su cara no podía llegarse a ninguna conclusión.
- Cómo está ella? - pregunto.
- Está bien... hemos dado algunos medicamientos para quitar el dolor y todo parece estar bien, pero bueno... todavía nos queda saber lo que pasará después de quitarse los efectos de lo que hemos dado...
- Qué puede pasar?
- Solo pueden pasar dos situaciones... - me responde - … o todo continua tranquilo y claro, podrá volver a casa sin problema o entonces vuelve a tener dolores y bueno... en esa situación todo vaya depender de la gravidad de lo que pasará...

Narra Ainhoa
La suerte es que tenía una enfermera junto a mí que era muy maja. Estuvimos hablando sobre muchas cosas mientras ellas analisaba con la mayor atención mi situación. Estaba contenta por aquellas “drogas” haber quitado el dolor y me lo avisaba que pronto los efectos de todo eso iban a quitarse.
Yo sentí todo eso. Sin embargo, comienzo a sentir una sensación muy extraña y pronto comienza un pequeño dolor, pero algo muy ligero. Empezaba a asustarme verdaderamente porque ya tendría que poner en mi mente las peores escenas para todo esto.
- Está sintiendo dolores, de nuevo? - me pregunta la enfermera.
- Sí... y cada vez son más intensas...
Ella nada me contesta. Se fue hacía la puerta y sin embargo vuelve para junto de mí, pero ya con el médico. Me había quedado sin reacción. Mi cuerpo no lo sabía si debería temblar o estar parado, si mi corazón debería aumentar la velocidad o seguir con sus latidos a un ritmo normal. Solo miraba los dos y esperaba algo.
- Ya sabe lo que tiene que hacer... - dice el médico a la enfermera. Yo allí seguía sin saber lo que estaba pasando conmigo, hasta que mi paciencia se acaba.
- Qué está pasando conmigo, doctor?
- Tranquila, todo está bien...
- Cómo puedo estar tranquila? - pregunto ya llena de nervios - Me dan cosas para tomar, unos se dan ordenes a otros y yo sigo aquí... pero qué coño está pasando? Yo exigo una explicación ahora mismo!
- Es mejor que esté calma, en serio... yo voy a decirle todo...
- Estoy esperando...
- Bueno... ha tenido una hemorragia y fue contenida por los medicamientos... usted lo sabe perfectamente del problema que tiene y lo sabe que el embarazo es un riesgo...
- Lo sé perfectamente...
- … pero usted no puede arriesgarse más... - me interrumpe - ...lo siento, pero tendremos que quitarle el...
- Cómo?!? - no me lo estaba creyendo en lo que estaba escuchando. Es como si un cuchillo bien grande estuviese entrando en mi corazón de la forma más violenta que se pueda imaginar.
- … tendrá que abortar y es lo mejor... es mejor para usted que no estará en riesgo y para el bebé porque él no iba a nacer saludable... quizás podía morirse en el parto...
Para mí, se me había parado el tiempo en aquel momento. El “porqué” gritaba en mi mente y en mis ojos las lagrimas empezaban a caerse sin parar. Sentía que había fracassado y me sentía horrible. El mundo se me había caído de una forma muy terrible y las lagrimas eran el refúgio encontrado hacía una situación que me costaba aceptar.
Era un vacío muy grande, eran lágrimas de sufrimiento. Pensaba en toda la felicidad que Ainhoa y Pablo sentían al saber que estaba llegando un miembro a la familia. Pensaba en como iban a reaccionar y en como esto podía prejudicar nuestra vida.
Dudaba del destino y dudaba de mi misma aunque en aquel momento yo no lo sabía muy bien en qué deberia pensar en primer lugar. Me sentía pequeña y frágil, una víctima inocente, un ser humano qué no comprendía el mundo. Por la primera vez en mi vida me lo había creído en milagros, pero todo se acabó. Todo esto se pasó sin un comienzo, desarrollo y fin. Dudaba de aquel “Tu eres muy fuerte” que tantas veces mi abu María me lo decía en peque. Cómo puedo ser tan fuerte si he fracasado? Al final, qué verdaderas capacidades tengo siendo mujer?

jueves, 18 de diciembre de 2014

24. Vuelo de emergencia

Narra Pablo
- Sí? - una voz diferente estaba contestando a mi llamada. Era una voz familiar y empecé a quedarme asustado, desconfiando de que algo estaba pasando.
- Con quién estoy hablando?
- Soy Marisol, Pablo...
- Ah, eres tu... ha pasado algo con Ainhoa?
- Pues... - su voz cambia y allí tenía la certeza de que algo estaba pasando.
- Qué está pasando, Marisol? - mis nervios comienzan a subir por la cabeza y todo ya parecía una confusión total en mi al rededor.
- No te pongas nervioso, Pablo... Ainhoa está en el hospital...
- Cómo?!?
- Nosotras habíamos planeado irnos hacer unas compras, pero al salir de casa ella ha sentido dolores...
- … y ella está bien?
- No lo sé... los médicos están analisando... Pablo, tienes que mantener la mente fría, todavía no sabemos lo que está pasando...
- Si supiera volvería... - suspiro.
- Pablo, no te culpes... mantiene la calma que todo está controlado... ella está con los médicos y la peque está conmigo...
- Ay, mi pequeñita... ella está bien?
- Sí... yo voy a pasarle el móvil...
- Papá! - sin embargo escucho la voz de Ainhoa y yo temblaba. En este preciso momento yo debería estar en el hospital y estoy aquí, en el otro lado del oceano, a miles de kilómetros.
- Cómo estás, princesita?
- Estoy triste... es que mamá...
- Ella vaya quedarse bien, mi vida... - la interrumpo – No tienes que estar triste... verás que en un rato ella ya estará contigo...
- Lo sé... pero yo quería que estuvieses aquí conmigo...
- Yo también... - mis palabras eran tragadas por lagrimas y por nervios. Sus palabras habían tocado de una forma muy dura en mí. Necesitaba de volver por que aquí yo solo desesperaba y estaría en un estado de nervios incontrolable.
Al colgar el móvil luego hago una maleta de forma muy rápida y trato de irme al aeropuerto. No aguantaba estar aquí ni más un segundo sabiendo todo lo que estaba pasando con mi familia.
Entré en el primer avión que existía para llegar dónde quería aunque lo supiese que antes tenía que pasar largas horas dentro del avión sin dormir. Las ganas de aterrizar en Madrid eran más que muchas y no podía dejar de pensar en Ainhoa y en el bebé. Lo sabía que el embarazo estaba siendo un riesgo, pero jamás me pasaba por la cabeza que sucediera algo así, justo cuando estaba tan lejos.

Narra Ainhoa
Por fin podía respirar libremente sin dolor y todo parecía bien. La presencia de médicos o de enfermeros era constante así como cantidades de medicinas que ponían en mí. Me sentía muy drogada en aquel momento, pero si todo aquello serían drogas, la verdad es que eran buenas por que me quitaba el dolor.
- Siente dolores? - me pregunta una enfermera.
- No... - respondo - Está todo bien?
- Sí, no hay que estar preocupada... ahora hay que descansar que usted está sobre el efecto de medicamientos un poco fuertes...
De hecho, la enfermera tenía razón. Sin embargo comienzo a bostezar sin parar y me dan unas ganas de dormir como nunca he tenido antes. Si todo estaba bien, podía descansar de forma muy tranquila a pesar de pensar en aquellas malditas tres horas pasadas llenas de dolor, casi sin respirar y con una docena de personas al rededor de mí con cara de muy afligidos.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

23. Alarma

Narra Marisol
Me lo creo que hoy vaya ser un día especial... yo y mi compañera de aventuras, la hermana que nunca tuve y mi confidente, nos vamos a hacer unas compritas para nuestros bebés. Es cierto que nos vamos a pasarlo genial y, además, junto a su peque, todo será mejor.
No lo sabéis lo cuanto me deja feliz ver a las dos. De hecho, yo envidio aquella relación de madre y hija, es tan sincera, sencilla y al mismo tiempo es tan perfecta. Se nota que las dos se quieren a rabiar y que ninguna ya sabe vivir sin la otra.
Al entrar en el edíficio, soy saludada por el simpático portero Mario. Siempre es muy majo y tiene la amabilidad de llamar el ascensor para mí ya que yo, embaraza de siete meses, estoy hecha una vieja y intento no cansarme tras este peso que llevo con tanto cariño y amor.
- Tita Mari!! - la pequeñita corre hacía mi para abrazarme en una bonita recepción. Me encanta esta niña, es demasiado amor y cariño en una niña tan bonita! - Mamá se viene ahora mismo...
En ese momento aparece Ainhoa y no estaba con muy buena cara.
- Qué te pasa, mujer? Es algo con tu padre o con tu abuelo?
- No... es conmigo... me siento tan fatigada...
- Seguro que quieres irte estando así?
- Sí... yo me voy... ayer también estaba así pero ha sido solo por un rato... esto pasará...
- Tienes que cuidarte, eh? En poco tiempo ya estarás como yo y ahí estarás hecha una vieja!
- En serio? - ella recoge su bolso y nos dirigimos hacía la puerta. Su cara no era muy normal, la notaba muy pálida. Al cerrar la puerta, para por un rato:
- Ainhoa, estás bien?
Nada me responde. Comienza a poner su mano en su barriga y sin embargo comienza a hacer mala cara.
- Ainhoa, no estás nada bien... es mejor que vuelvas...
Recojo la llave de su bolso y luego trato de abrir la puerta y de sentarla en el sofá. Empezaba a asustarme y la peque también empezaba a ver que aquella reacción no era buena.
- Mamá, estás bien?
- Sí, cariño... - acaricia su pelo - … yo estoy bien, esto es pasajero...
En el momento que me fui a recoger un vaso de agua, escucho a la peque:
- Mamá? Mamá?
- Ayyyyyy... ay dios mio que... - se pone cabizbaja sin quitar sus manos de su barriga.
- Ainhoa! - grito.
Se notaba el dolor que estaba pasando. Ni el vaso de agua había quitado una parte del dolor que en aquel momento Ainhoa sentía. Estaba intentando pensar en lo que debería hacer y luego la niña trata de llamarme a la atención para algo:
- Tita Mari...
- Qué pasa, cariño?
- El sofá... esto es sangre?
Miro el asiento y, de hecho, se trataba de sangre. Lo primero que me ocurrió fue llamar una ambulancia, ella necesitaba de irse lo más rápido posible al hospital antes que fuise tarde. Algo no estaba bien y en cuestión de un cuarto de hora los paramédicos ya estaban entrando por la puerta.
- Tenemos que llevarla de urgencia... - me dice el paramédico mientras ponía a Ainhoa en la camilla para llevarla hacía la ambulancia. A la pequeña Ainhoa casi se le soltaban las lagrimas viendo toda aquella situación. Trato de ponerla en mis brazos aunque me costase mucho y la pongo más tranquila.
- Pequeñita... no necesitas de estar triste... nada de malo vaya pasarse con ella, vale?
- Seguro?
- Sí... ahora nos vamos que no podemos dejar a tu madre sola...
Quizás yo estaba más asustada que la peque. En mi interior oraba a todo lo posible para que nada de malo se suceda y que todo esto no pase de un pequeño susto.
En el hospital, yo esperaba junto a la peque en el pasillo mientras la puerta hacía nosotros estaba cerrada. Dentro de aquella sala estaba Ainhoa y los médicos y las noticias no llegaban. Sin embargo, escucho un móvil sonando:
- Tita, es el móvil de mamá...
- Ay Dios mío... - suspiro al ver la pantalla.
- Quién es? - pregunta ella muy curiosa.
- Es tu papá...

22. Derritiendo en palabras

Narra Pablo
Era el comienzo de una grande aventura. Tenía buenas impresiones sobre todo lo que iba a sucederse en Los Ángeles aunque por un lado el anhelo estuviese presente.
De hecho, mis impresiones estaban correctas y estaba entrando en algo gigante, de hacer un disco dónde voy a dar todo lo que tengo, dónde se va a destacar mi alma. Me quedaba nervioso solo en pensar en el resultado del disco. Tenía ganas de anunciar a todo el mundo lo que estaba llegando, pero me mantuve callado.
Todo era la exaltación de mis ganas de empezar a grabar y al mismo tiempo las ganas del día en que el pequeñote va a nacer. Joder, más feliz no puedo estar! Había apostado a mi mismo de que será la vez de llegar un niño a casa aunque tenga a mis dos Ainhoas convictas de que será otra niña más. Sea lo que sea, todo será bienvenido y muy querido por todos.
Del otro lado del charco yo vivía alegrías y tristezas. Era la alegría de saber que mi peque ya sabe escribir su nombre y su felicidad de poder dormir junto a su “hermanita” aunque todavía estuviese dentro de su madre, todo mezclado con la tristeza de saber que en León está el padre de Ainhoa en el hospital y en Barcelona su abuelo también se va a parar a una camilla de hospital. He reflexionado muchas veces en hacer la maleta y volver más temprano que las tres semanas previstas, pero Ainhoa no me lo permítia.
- Para qué volver si no puedes quitarlos dónde están? - me dice al teléfono.
- Lo sabes por qué quiero volver... te crees que estoy tranquilo sabiendo tu estado y que estás pasando por todo eso?
- Lo sé... pero vas a dejarlo todo si solo queda una semana para volver?
- Yo solo estoy preocupado contigo, mi amor...
Dejé de escuchar su voz por largos segundos. Cuando me he dado cuenta, escuchava un sonido muy bajito como si fuera un sollozo.
- Ainhoa? Cariño, estás ahí?
- Sí... yo estoy aquí... solo estaba pensando...
- Pensando en qué?
- … pensando que soy una afortunada por tenerte... lo sabes que te quiero?
- Yo te quiero aún más, mi niña... - escucho una carcajada suya – De qué te estás riendo?
- En la historia del “mi niña”... te recuerdas?
- Cómo no voy a recordar? Jamás se olvida a la chica que por la primera vez en tu vida te trata por Godzilla!
- Esa chica debería ser mala, eh? Quién tiene el coraje de llamar a alguien de Godzilla?
- Mala? No... ella solo era especial... y sigue siendo especial como en el primer día en que la vi...
- Deja de decir esas cosas que me vas a dejar sin gracia y sin saber que decirte!
- Eso se trata con un beso...
- En serio? Entonces es mejor que o guardes en una cajita y no te olvides de traerlo...
- Por...?
- Yo voy a cobrar el beso... no te olvides...
- Y si yo me olvido de ello?
- Es mejor que no te atrebas a hacerlo... sino te vas a quebrar por que te cobraré muchos más!
- Lo veo que cuando volver me vas a arruinar...
- Arruinarte? Cómo puedes decir que te voy a arruinar si yo ya sigo arruinada hace dos años?
- En serio? - bromeo.
- Claro... y la culpa es de un boquerón que se atrevió a hacer de todo...

martes, 16 de diciembre de 2014

21. Presión de hermanas

Narra Ainhoa
- Hermanita, ahora has subido un poco más en mi punto de vista... - me dice Marisol.
- Por qué?
- Y todavía me preguntas eso? Para quién vivía diciendo que no iba a casarse, no está nada mal...
- Te has olvidado de que no estoy casada con Pablo?
- Oficialmente, en el papel, no estás, pero... en la práctica, lo estás y no vengas decirme que no... vives con él, ya tenéis una hija y vas a tener otro...
- Es un poco distinto, no?
- Bueno, es verdad... - me responde - … la diferencia está en el peligro que corres estando así...
- Peligro?
- Claro... a cualquier momento podéis romper todo que nada pasará...
- Hombre, cómo eres tan negativa, eh?
- Negativa? Ainhoa, a tí no te gustaría tener un matrimonio? Un día de boda? Una luna de miel en algún lugar romántico?
- No veo la necesidad de hacer eso... yo estoy feliz, eso es lo que importa...
- Yo también decía lo mismo, te recuerdas?
- Sí, me recuerdo perfectamente... - respondo.
- … pero todo cambió cuando un día tenía hacía mí a Hugo en rodillas con el anillo... todo cambia, es como si estuvieses empezando una historia dentro de otra muy larga...
- Yo y tu estamos en situaciones distintas, Marisol... te has casado pero no tenías hijos ni nada! Ni siquiera estabas viviendo con Hugo... yo ya estoy adelantada, para qué retroceder un paso para que todo se quede dentro de las normas?
- Yo tengo que preguntarte una cosita...
- Pues... preguntame, no?
- Tienes que prometerme que no te quedas enfadada conmigo...
- Lo prometo...
- En serio?
- Sí... no me conoces? Por supuesto que no me enfado....
- A ver... - Marisol respira profundamente y haz una pausa. Yo esperaba su pregunta y si tuve que prometer que no me quedaría enfadada es por que se trata de algo muy serio.
- Me lo vas a preguntar o...?
- Claro... a ver... - haz otra pausa y yo allí esperando - … si en este momento Pablo llegase hacía tí y te preguntaba si aceptabas casarte con él... cual sería tu respuesta?
- Pues... - en este preciso momento no lo sabía la respuesta. Por la primera vez en mi vida, me quedaba sin respuesta a una pregunta que yo siempre respondía que no.
Me puso pensando en la respuesta mientras la mirada de Marisol esperaba vivamente una respuesta mía. Lo sabía que tenía que decir algo, pero lo tenía que pensarlo muy bien para no decir tonterías.
- Entonces...? Te has quedado sin voz, Ainhoa?
- Yo tengo voz...
- … y entonces? Sí o no?
- Quieres que te diga la verdad?
- Claro...
- No lo sé... no me lo imagino en esa situación...
- Cómo no? Imagínate, por ejemplo... una playa de Málaga, una noche bonita y solo vosotros en la arena... y él te haz esa pregunta...
- Lo siento... no me sale nada... es que estoy segura de que Pablo no haría algo así...
- En eso tienes razón... Pablo haría algo mucho más romántico!
- Deja de bromear, Mari! En serio, me lo creo que ni yo ni él estamos preocupados con eso... estamos felices y eso es más que suficiente...
- No lo dudo... pero sería algo a pensar un poco... ya has recogido dos veces el manojo... piénsalo, tu y Pablo... los dos en el altar y ...
- Marisol, me lo creo que necesitas de tomar algo... - le interrumpo - ...ya no dices nada concreto...
- Joder! Te cuesta mucho entender que vosotros sóis una pareja maravillosa? Tu madre y tu padre esperan por el día... y no lo dudo que la familia de Pablo también sigue esperando!
- Yo no digo que no, Marisol... quizás un día...
- Un día? Lo sé, a los setenta os casáis... qué guay! Tendré que hablar con Pablo?
- Qué?!? Estás loca? Se nota que quieres que me case, pero nada es como estás pensando, eh?
- Nena... escuchame bien... te vas a quedar guapísima vestida de blanco!
- Venga, nos quedaremos hablando de esto?
- Claro! Yo estoy haciéndote un favor muy grande... yo quiero que tengas un día tan bonito así como yo tuve y todas nuestras amigas tuvieron... solo faltas tu...
- Marisol, yo...
- Me he olvidado de una cosita... - me interrumpe - … a la pequeñita le va a gustar un montón, no lo dudes! Prometeme que vas a tratar de eso...
- Estás loca?
- No... eres tu quién está loca por no querer hacerlo!

miércoles, 10 de diciembre de 2014

20. Arriesgando

Narra Ainhoa
(6 meses después)
Me cierro en el baño con aquella cajita en mis manos. Tenía pocas esperanzas porque tenía la certeza de que no sería posible, pero con las cosas que habían sucedido entre la Navidad y los Reyes, lo mejor sería estar cierta de lo que estaba pasando.
Lleno mis pulmones con aire, respiro profundamente. La caja me estaba intimidando de una forma muy cruel, hacía con que mis manos no tuviesen la fuerza de abrirla.
La miro con ojos muy serios, hablaba para mi mente de que tendría que hacerlo aunque pudiese dejarme nerviosa.
Comienzo por abrirla a poco y poco y dentro se revelaba un tremendo objecto que todavía era más intimidante que su caja. Mi corazón estaba disparado, la presión aumentaba, de hecho, yo estaba dependiendo de aquello para por fin poder decir que estaba cierta.
Con más incertidumbres que certezas, trato de quitarme todas las dudas. Llamo al consultorio de mi medico de siempre que luego me dice que podía irme cuando quiera. En poco tiempo estaba yo en la sala de espera, sentada y con los nervios saltando a una velocidad sin igual.
- Ainhoa Martínez... - sin embargo una señora me llama y en ese mismo momento, se haz sentir en mi estomago un aire tam frio y tan malo que me había puesto muy mal.
Entro en el consultorio y tengo al medico mirándome. Todo me intimidaba, hasta el maldito esqueleto que estaba en un rincón, algo que desde siempre pensaba que tenía su gracia.
- Qué es lo que le trae por aquí, Ainhoa? - me pregunta muy sonriente el médico.
- Pues... necesito de saber una cosita...
- Aquí estoy... qué está pasando?
- Pues... - comienzo a tartamudear - … es que... es que yo...
- Tranquila, Ainhoa... no necesita de estar así tan nerviosa...
- Joder, que no me salen las palabras... es que yo he empezado... he empezado a tener unos síntomas de...
- Vale, vale... no necesita de decirme nada más que ya lo sé de lo que se trata... te voy a aclarar eso ahora mismo...
Una sencilla frase estaba costando a salir de mi boca. Suelto un suspiro, el temblor de mis manos se queda más intenso y es imposible de controlarse. Cada movimiento del médico me parecía en fin del mundo y cuando él suelta su reacción al ver algo que no lo sabía, me asusto por completo:
- No puede ser... esto no es posible! - contesta él.
- Pero qué pasa, doctor?
- Si esto fuise en una mujer normal yo iba a decir que es algo bueno, pero en usted, no sé lo que debo decirle...
- Que me diga lo que pasa en la verdad es lo mejor que puede hacer... - respondo.
- No existen dudas... usted está embarazada aunque lo parezca imposible...
No me lo estaba creyendo en lo que estaba diciendo. Abro los ojos de par en par, boquiabierta por las palabras que estaba escuchando en aquel momento.
- En serio?
- Sí... esto debería ser motivo de felicidad, pero... no lo sé si a usted puedo decir lo mismo...
- Hombre, cómo no?
- Se ha olvidado de los problemas que tiene, Ainhoa?
- Si para todo existe una cura, cómo yo no voy a poder aguantar el embarazo?
- Yo no puedo garantizar nada... o esto se desarrolla perfectamente y todo termina bien o puede traer muchos problemas, yo no lo sé en cual voy a apostar que estoy sorprendido...
La verdad es que me arriesgué a lo peor y tenía conciencia de todo eso. Aunque la noticia en contexto normal sería el mayor motivo de felicidad, en el mío era el miedo que daba lugar a la felicidad. A Pablo ya no le estaba gustando irse a Los Ángeles sin nosotras y ahora estaba pensando de forma muy detallada borrar todos los planes con el miedo de que algo pudiera sucederse algo conmigo mientras estuviese allí.
- Tranquilo, Pablo... todo vaya estar bien, verás... - le digo.
- Cómo me voy para un lugar tan lejos sabiendo que podrás estar mal? Yo cambiaré todo...
- … y dónde está tu lado más positivo, Pablo? Son tres semanas y no tres meses! Verás que pasaran volando y luego ya estarás aquí de nuevo y nada de malo pasará...
- No puedo... - me dice.

martes, 9 de diciembre de 2014

19. Gratitud

Narra Pablo
En el escenario yo me rendía a una energía venida de un lugar desconocido, los compás de las canciones mezcladas con mi voz que salía como si fuese la última vez de mi vida y, sobre todo, la voz de todo aquel público que me hacía emocionarme. Eran muchos brazos levantados y haciendo movimientos de la derecha a la izquierda al compás de la música, lo podía ver con mis ojos la emoción sentida en algunos ojos que hacía mi frente, que soltaban las lagrimas y yo allí, con el microfono en mis manos, intentando contener también las mías porque, al final, sin todos estos fans, nada de lo que estoy viendo sería posible de sucederse.
Mi Málaga vibraba, yo vibraba y en el mismo rincón de siempre, en mi lado izquierdo, estaba toda mi familia junta, viéndome haciendo el espectaculo musical hacía miles de personas. En el lugar más alto estaba la muñequita más bonita de todas, mi pequeñita que estaba a espaldas de Ainhoa y sin embargo haz un corazón con sus manos.
En el teclado yo me rendía a aquel sencillo gesto y al escuchar miles de voces cantando “Solamente tú”, me dejaba llevar por todo el turbillón de emociones allí sentido. Son estas pequeñas cosas que hacen con que la vida sea especial, con las que te das cuenta de que al final todo está bien hecho, todo tiene su sentido y en ese momento, te sientes bien.
Cuando todas las luces se apagaron, cuando el silencio toma todo el aire del escenario, yo era un hombre solitario en el camerino, temblando al pensar en aquellas dos horas pasadas encima del escenario cantando para miles de personas. Ya no es la primera vez que lo digo ni será la última: yo soy un afortunado en todo, sin excepciones.
De solitario hombre en un camerino, vuelvo a ser padre, compañero, hermano, el Pablo Moreno de todos los días, que de igual modo que el cantante Pablo Alborán está cierto de que es un afortunado y la prueba más grande es llegar a la habitación y ver a las dos personas que más quieres en tu vida durmiendo profundamente.
Se me sueltan lagrimas de felcidad, mis manos se van hacía sus bonitas caras y las acaricia de forma más delicada que en un diamante. Los mayores tesoros de la vida no son conquistados por el dinero, pero sí por el amor, por la complicidad y por todos los sentimientos que te dan las ganas de vivir cada segundo hasta el final.
Sonreía y pensaba en todo de lo que más positivo existe en el mundo. Al mirar mi pequeña, me llenaba el corazón de orgullo. De hecho, sigo aprendiendo muchas cosas con ella, Ainhoa es el desafío que sin embargo llegó a mi vida y que sigo superando a cada día haciendo lo mejor que sé. A cada día intento ser mejor con ella y con la mujer de mi vida. A cambio de esto recibo más de lo que doy.
No hay medida en la forma en como las quiero. Doy mi vida por ellas y todo lo que hago es por ellas. No me dejo caer porque las tengo a mi lado y lo sé que soy uno de los pilares fundamentales de nosotros.
Somos una FAMILIA y eso lo dice y justifica todo.

martes, 2 de diciembre de 2014

18. Como en una poesía...

Narra Ainhoa
Qué infinito era el temblor de nuestras miradas, el calor de nuestros abrazos. Me estaba diluyéndome en todas sus caricas, como el azúcar lo hace en el café, como el agua entra por la arena en la playa. Todo aquel coloquio de besos me contenía allí, estremecida en sus labios, en un éxtasis contagiado por otro éxtasis, que por su vez estaba contagiado por la magía del amor.
Eran dos violines tocando la balada más romántica de todas, era el cielo espejando un nacer del sol que jamás terminaba. Eran azules las horas a las cuales me tendía a su lado, mirando la buena suerte que tengo, la felicidad resumida a un ser humano, el verdado comienzo del sentido a la vida en tan solo un nombre que al escucharlo tiemblas, te enamoras y solo no pones el corazón en el exterior de tu cuerpo por tanto explotar por que lo necesitas para vivir.
Mi cuerpo era la víctima de sus dedos delicados, que hacen música con o sin instrumentos musicales. Su piel, la misma que huele de manera tan especial, era mi aliento en toda aquella noche de sexo, calor y delirio.
Los rincones más imprevisibles de mi cuerpo eran los buscados por su boca y yo, delirada, con la cabeza perdida en la luna, sentía el paraíso real, la prueba de que el paraíso es aquí, en la tierra dónde pisamos todos los días.
Sus esencias eran bebidas por mí hasta calmar toda mi sed de amor con sus temblores y gemidos; mi morada era habitada por él, solamente él mismo, que sentía el placer al explotar medio mundo, la luna entera y parte del sol.
Un solo deseo tenían nuestras almas, un solo universo era ocupado por nuestros cuerpos, fundidos en uno solo, tendidos sobre sábanas que hacían el atestugar de todo nuestro amor llevado a los nívelos extremos y buenos.
Oh qué pura noche eterna... suspiro al pensar en todas aquellas horas, en lo que la suerte había reservado para mí, haciendo sentirme como siempre en la persona más especial de este mundo. Todo tenía su sentido, todo parecía tener razones para estar hecho de aquella manera y no de otra, todo estaba en pura conexión.
Parecía una escena salida de unos cuantos libros que ya leí hace unos tiempos. Aquellas poesías, aquellos poemas de amor que me despertaban la atención, ahora los estaba viviendo en primera mano y pude confirmar todo lo que las palabras quieren contar cuando nuestra boca no tiene los contenidos suficientes para hacerlo.
Me había puesto sentada en la cama mirando a través de la ventana la bonita playa y el hermoso día que hacía en la ciudad. En aquel silencio que tanto quería hablar de felicidad y aún medio dormida y con mi lado más literario en su estado puro, hizo lo que tanto me gusta hacer: citar poesía. Con la voz muy bajita y con los ojos mirando el horizonte del mar yo declaraba el primer poema que había aparecido en mi mente, mientras sentía el olor de Pablo por detras de mí, muy parado, absorviendo aquel poema sin nada decirme:
- “Te contaré deseos en tus labios,
el placer será mi arma para soñar,
recorreré tu alma
y secuestraré tu amor.
No habrá rescate:
sólo la pasión.”
- Yo ya estoy secuestrado hace mucho tiempo... - me susurra, haciendo con que aquel pequeñito “susto” me hiciese estar con piel de gallina.
Yo no lo sé como voy a explicar... es que toda aquella voz me hacía sentir lo mismo que sentía en los millones de veces en que el flamenco me ponía liberta de todo. Existen cosas en la vida que no se explican, solo se siente y seguramente, esta es una de ellas. Solo una voz te liberta y solo un corazón te hace explotar por un sentimiento tan puro que es el del amor...

jueves, 27 de noviembre de 2014

17. Terral de locura

Narra Pablo
- Anda, hijo... a mi no me pasa nada estar con la peque!
- Que no, mamá... ya tienes mucho trabajo y así te quedas todavía con más!
- Déjate de tonterías... Ainhoa no me da trabajo ninguno y, además, vosotros lo merecéis... ella necesita de animarse!
- Yo no voy a convercerte, verdad?
- Por supuesto que no... la peque se queda aquí y venís a recogerla cuando queráis...
- Cómo te lo agradezco, ma mère?
- No lo necesitas hacerlo... para eso aquí estoy...
Lo que sucedió fue una noche a la que todas las mujeres lo merecen. Una cena iluminada solo por las luces de velas, algo muy íntimo, nada de muy caprichoso, pero lo tenía todo para pasarlo genial. La vista era la ideal, una de las muchas playas preciosas de mi Málaga querida.
Mi ciudad es perfecta para estas cosas y lo sé porque al final fue por aquí que toda esta relación se desarrolló hasta llegar al punto dónde estamos ahora.
- Yo voy a prohibirte de regalarme estas cosas, eh?
- Por qué?
- Es que un día me muero por tanta sorpresa... yo cuando pienso que ya he visto todo el tipo de sorpresas, siempre me lo pruebas que estoy equivocada!
- Eso es bueno, no?
- Pues... lo es y no lo es... pero lo es... - responde entre la duda.
- En que nos quedamos, señorita? - pongo mis manos al nível de su cadera y la acerco a mí.
- Pues nos quedamos en lo que tu quieras, que para mí es perfecto! - sin contar me muerde el labio de una forma muy suave. Por aquel suelo de Málaga que escuchaba nuestros pasos, se hacía sentir el mejor viento, ese Terral caliente que entraba por nuestros almas y les hacían subir hacía un lugar más arriba, inexpicable, como si fuera una atracción más que atraente.
Por un rato todo parecía ser del tiempo en que su lado más frío era su mayor atracción en mí, como si de un íman se tratara.
El Terral se hacía sentir en todo y en mí se lo había subido de tal manera que soy contagiado por algo loco, que te pone haciendo mil y una cosas dichas “anormales”.
Tanto insistí que he podido llevarla a cuestas hacía la playa que era junto al hotel. Parecíamos dos locos de atar por el medio de la arena, con Ainhoa diciendo mil veces que yo era un loco.
- Tu eres un loco... pero un loco, de verdad!
- Todavía no has visto nada...
- Hombre, no me vengas con más locuras, eh? Yo ya tengo la edad suficiente para...
- Para qué? Dímelo, señorita Ainhoa Martínez, que todavía juega con muñecas...
- Eso no cuenta...
- Que sí, que cuenta... y cuenta mucho! Ven... o nos vamos a estar aquí hechas dos estatuas mirando todo esto?
- Estás diciendo para...?
- Eso es... anda, que el agua está calentito...
- No... de noche?
- Nunca has hecho esto?
- No... ni estando de vacaciones en Barcelona dónde hacía las peores tonterías que podías imaginar...
- Pero tu quieres ver cual es el verdadero valor de Málaga o te quedas en ignorancia?
- … y tengo que hacer esto?
Señalo con la cabeza que sí y su reacción de no conformarse al mismo tiempo jugando con toda la situación, era de las cosas más preciosas que yo podía ver.
- Yo no sé que hago contigo... a estas horas de la noche me voy a bañarme... qué guay, eh?
Comienzo yo por mojar el pies mirando el mar cuando me giro y veo lucir en toda aquella obscuridad de la noche las curvas de su estupendo cuerpo. Como siempre, me quedaba boquiabierto, casi que ma caían todos los dientes, tanta curva perfecta con un pelo marrón volando despacito al compás del terral caliente de la noche. Qué más se desea?