Últimos capítulos...

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jueves, 30 de octubre de 2014

10. FAMÍLIA

Narra Pablo
- Papá...
- Dime...
- Él vaya quedarse bien?
- Por supuesto que sí... él es un hombre muy fuerte...
- Entonces por qué mamá está así tan triste?
- Sabes que... nadie quiere ver a la gente que quiere enferma... por eso que mamá está triste...
- … pero él vaya quedarse bien, tu me lo has dicho...
- Sí, es verdad... pero mientras no está bien, mamá está triste...
- No me gusta que esté así...
- Ni yo, pequeñita... ni a mi me gusta...
Sin embargo, la rubita salta de la cama, dónde se preparaba para irse a dormir y sale de la habitación sin darme ni tan solo un motivo. La solución era seguirla y descubrí que sus pasos la llevaban hacía el salón.
- Mamá...
- Dime, mi princesita...
- Dame otro besito de buenas noches...
- Oh mi amor... te doy los que quieras... venga...
Ainhoa se pone en cuclillas con los brazos abiertos que en menos de un segundo se llenaban con aquel cuerpocito tan pequeño y lleno de amor. Es de corazón lleno que afirmo las veces que sean necesarias de que verlas así me da una paz tan grande que nadie se lo imagina. Lo sabía que la rubita estaba haciendo aquello para animar un poco a Ainhoa y seguro que estaba resultando. Su sonrisa no me equivocaba.
- Lo sabes que ya deberías estar durmiendo, princesita?
- Lo sé, pero no tengo ganas de dormir...
- Por supuesto que no tienes... que tus pilas jamás se acaban... anda, nos vamos todos a la camita, sin excepciones para nadie!
- Ni para mi? - bromeo.
- Ni para usted, señorito... los dos a dormirse ya!
- Que no, mamá... no quiero...
- Anda... yo te cuento una historia muy hermosa...
- Cual es?
- Necesitas de estar en la camita para saber...
- … pero es una historia bonita?
-Por supuesto que sí... y tu la sabes...
Ainhoa la había dejado con la intriga y a mí también. Una historia bonita, en que ella la conoce... pero qué pedazo de historia es esta? Y por esta esencia de curioso que tengo y que jamás es quitada, me puso a la puerta de la habitación escuchando lo que ella iba a contarle y en los primeros instantes no reconocí la historia:
- Érase una vez un chico... - empezaba ella sentada en la cama, junto a la peque - … ese chico era muy, pero muy guapo, sabes...
- Cómo se llamaba?
- Pues... elige tu un nombre...
- … Pablo...
- Vale... Pablo era un chico así muy guapo, sabes... y un día él se cruzó con una chica un poco extraña... y se enamoró de ella...
- … y ella se enamoró de él?
- Pues... la verdad es que sí, se enamoró pero no empezaran muy bien. Un día esa chica tuve un accidente y él fue a salvarla y se quedaron novios.... él tenia un castillo así muy, pero muy muy bonito... era tan bonito que ella se fue a vivir en ello junto a Pablo...
- … y se casaran... - completa ella ya entre el poder del sueno robando la atención.
- No... no se casaran, pero...
- Cómo no?
- Ellos no se casaran, pero tuvieron una niña guapísima, guapísima...tenía el pelo del color del oro, con algunos rizitos bien hechos...
De la forma más imprevisible y hermosa, al natural, Ainhoa estaba contando en media docena de palabras una historia bien bonita: la historia entre yo y ella.
- Mamá... ya conozco la historia...
- Te lo he dicho que ibas a conocer...
- Vaya que.. que esta es tu historia... tu historia con papá...
- Has visto? Tu la sabes...
- … y esa niña rubia soy yo... - comenta ella muy avergonzada, intentando ocultar su cara por entre la sábana.
- Qué convencida es mi pequeñita ehh!! Por supuesto que eres tu, mi cosita mona!
Es en momentos como este que me prueban una vez más de que todo esto no fue un error. Valió la pena ser cabezota en los primeros tiempos, mucho más valió irme a aquel hospital en León y en cambio poder besar sus labios, salir de aquella fiesta de inauguración y volverme en algo intenso, que es sentir su cuerpo... porque sin ella, nada de esto, pero nada sería así en este momento.
Me pregunto un par de veces qué se sucedería si mi apartamento no fuise alquilado, algo que estaba más listo a no sucederse que a ser hecho. Cómo estaría yo ahora mismo? Será que iba a conocerla igual o no? Será que ella iba a entrar en mi vida de manera igual a la que entró y que ahora no quiero que salga ni por nada de este mundo?
Ella, la musa que ha robado el corazón de una manera tan especial, ha permitido hacerme ser padre a pesar de que muchas razones harían preverse de que eso no sería posible. Es mi FAMÍLIA, así... con letras bien grandes, que grande es el sentido de esta palabra y mucho más es la sensación que se siente al escuchar, pronunciar y escribir esa palabra tan bonita.
Todo esto para decir que tanto en los buenos momentos como en los malos, tu FAMÍLIA es quién está siempre a tu lado, sus elementos son protectores unos de los otros, las fuerzas de todos, los motivos para sonreír, los motivos que dan sentido a la vida.

viernes, 24 de octubre de 2014

9. Más que una enfermedad

Narra Ainhoa
- Mario, dime que todo está bien...
- Me encantaría decirtelo, Ainhoa... pero nada está bien... - su voz a poco y poco era tragada por las lagrimas que las sé que se estaban cayendo en su rosto.
- … pero se sabe algo en concreto?
- Muy poco... lo que se sabe es que papá está malísimo y sospechan que...
- … de qué sospechan? Por favor, dímelo... no me lo ocultes! - el control ya se había perdido hace largos minutos cuando el desespero al escuchar la notícia me hizo soltarme para las calles sin destino. Necesitaba caminar, tomar aire y digerir cada palabra dicha con el mayor dolor por la parte de mi hermano.
- … los médicos sospechan que... sospechan que papá puede tener cáncer...
- Qué?!? - el móvil no se cayó por un tris de mi mano. Se me paraban los pies, se paraba mi cuerpo tal y cual como las muchas estátuas que por Madrid existen. El suelo desaparecía de mis pies; estar allí, con aquella bomba de notícia hacía con que aguantarme con tanta cosa fuise la peor de las sensaciones que se puede sentir.
- Bueno... oremos para que no sea eso...
- Seguro que no será eso... hay que ser positivo por mucho que nos cueste...
- Claro... y cómo está mamá?
- Casi no estuve con ella hasta ahora... está junto a papá y no sale de allí ni para comer...
Suelto un suspiro, sin saber lo que decirle. Me faltaba enterarme de todo aquello, algo que en todos aquellos minutos no se estaba sucediendo.
- Ainhoa... tranquila, eh?? Papá va a quedarse bien y te lo voy informando de todo, vale?
- Cómo quieres que me quede tranquila, Mario? Cómo puedo si lo sé que papá está muy mal en el hospital? … y yo no estoy allí...
- Hey!! No te culpes! Qué harías si estuvieses aquí? No harías nada, así como nosotros no podemos hacer infortunadamente!
- Te crees que me aguantaré por mucho tiempo así tan lejos? Te crees que me aguanto solo en recibir noticias por teléfono?
- Ainhoa... no te pongas haciendo una locura... no te atrevas sino vamos a tener problemas!
Si por un lado la noticia me había dejado destrozada, con el corazón el la mano, la amenaza de Mario la debería tomarla en serio por que su tono de voz fue clarísimo como el agua. Si me atrevía a irme allá con tanta prisa, lo sabía que sería confrontada por él y... Mario en su estado rabioso no es lo mejor, os juro.
Al colgar el móvil, miraba la calle y las personas pasaban... unas para el lado derecho, otras para el lado izquierdo. Bueno, la verdade es que esto es tan normal que no debería estar mirando con tanta atención. Pero yo miraba como si fuese la primera vez.
En aquel rato, la vida parecía que me había puesto en un lugar dónde un montón de dilemas empezaban a ganar el poder de mi mente.
Cuando voy a morirme? Será que estoy disfrutando de la vida como ella debe ser disfrutada? Estaré yo perdiendo tiempo con algo que no merece la pena? - estas y muchas más cuestiones empezaban a interrogar mi mente una y otra vez.
En 15 minutos de caminada hacía mi casa, fueron los minutos suficientes para hacer el relatorio de la vida vivida hasta ahora: tuve sus malos y buenos momentos, así como malas y buenas decisiones... y al entrar en casa y viendo aquella brillante sonrisa de la pequeñita de mis ojos, tuve la perfecta certeza de que aquella fue de las mejores decisones que he tomado: Ainhoa, la rubita que ha tomado cuenta de una parte de mi corazón.
- Hola mamá! - corre hacía mí para darme un beso y yo en cambio la agarro y no la suelto. Aquel brazo era la droga de que necesitaba para no ahogarme en lagrimas. Nada estaba bien, pero en aquel rato, parecía que en la vida no existia ningún problema – Estás triste? - me pregunta.
Yo la miro y si por un lado las palabras no querían soltarse, las lagrimas estaban allí, bien listas para salir y hacer un mar de los grandes.
- Pues... estoy un poco triste...
- Por qué?
- Es que... es que el abu Enrique está en el hospital... - “hospital” era la palabra que daba el comienzo de una lluvia de desespero. En cambio de las lagrimas, recibo uno abrazo más de la peque y ya no lo sabía si eran lagrimas de felicidad por tenerla en mi vida o si eran lagrimas de desespero.
Si con las palabras me conecté a ella, con el silencio me conecté con Pablo con tan solo una mirada y un brazo. Ni una sola palabra se soltara en aquel momento. Los dos me daban el aliento de que mis sentidos necesitaban.
De hecho, la situación no era la más facil de pasarse, pero la estaba confrontando. La felicidad ni siempre está presente, pero el amor sí... y no lo dudo de que era el amor de los dos que estaba haciendo estar en pie sin caerme por el dolor.

miércoles, 22 de octubre de 2014

8. Malva

Narra Pablo
Aquellos jodidos momentos en que te das cuenta que la rotina ha tomado la cuenta de todo, así como ha robado algún tiempo precioso que lo podías haber pasado con los tuyos... me mata por completo. Es dificil y por mucho que intente adelantar cosas para gañar tiempo libre, siempre aparece algo y me quedo igual, sin tiempo ninguno.
- Papá, cuando vas a llevarme a tu estudio? - no lo sé explicar, pero en aquel momento fue justo ese en que me he dado cuenta de que el tiempo libre me lo había sido robado. Hace semanas que lo había prometido a la peque de que iba a llevarle hacía dónde las canciones se trasladan para los discos.
- Pues... y qué tal si te llevo mañana?
- Mañana?
- Sí...
- Pues... me llevas en serio?
- Por supuesto, princesita...
Me lo creo que en esa misma noche, Ainhoa había soñado con el momento de irse al estudio. Se notaba el entusiasmo, esto ya para no hablar de la energía con que se había despertado en el día siguiente. Si pudiera, ni el desayuno tomaría solo para llegar más temprano al estudio. Estas locas ideas de los peques son algo de precioso, de verdad.
No me atreví a irme a pie con ella, ni en un taxi, pero que recogí el coche y nos fuimos hacía el estudio los dos, eso fue segurísimo. Por increíble que esto pueda parecer, nadie me reconoció. Quizás por haber afeitado la barba y estar de gorra que esto se sucedió así, que ni en la pequeña distancia que tuvimos para caminar por una calle llena de personas para entrar en el estudio.
O fue eso o entonces nadie se lo imagina yo mismo en la versión papá. Bueno, que nadie lo sabe, eso es verdad y seguro que lo van a saber ya que es la privacidad de mi hija y de mi vida más privada.
- Wooowwww! Esto es... esto es alucionante, papá... - atónita con todo al su rededor, Ainhoa parecía haber entrado en un mundo parecido con el de Alicia en el país de las maravillas o de todos aquellos cuentos que en nuestra niñez escuchamos más que una vez. Todo era una descubierta, desde de las más utilizadas guitarra, pasando por un sencillo cuadro que estaba en la pared.
- Hoy tenemos una invitada especial para asistir a las grabaciones? - preguntaba Porty enamorándose de su sonrisa. Así que lo ha visto, me dijo “Es Porty!”. Bueno, ahora no es Porty, pero sí el tito Porty... el tito Porty, el tito Lolo, tito David... ahora todos del equipo son, oficialmente, con derecho a un dibujo hecho por ella, sus titos adoptados.
Estar allí viéndonos grabando canciones tras canciones hacía el deleite de la niña, que por ella se quedaría todo el santo día aquí, intentando tocar algo de bueno en el piano. Estábamos los dos contagiados por buenas energías. Cuando se terminaron las grabaciones del día, en la calle, la niña se había enamorado de los pies a la cabeza por un vestido que había visto en una tienda.
- Papá, papá, para un poquito!!!
- Qué pasa?
- Mira... - me señala con el dedo para un vestido con un color muy especial para mí: malva. Aquel vestido del mismo color que fue el motivo para la escrita de la primera canción en toda mi vida, tenía algo que le hacía ser una atracción sin igual – Mira que vestido tan guay!!
- Oye... - susurro – Estás pensando en los mismo que yo?
- Pues... nos vamos a...?
- Eso es... - le interrumpo sabiendo perfectamente que estaba teniendo la misma idea - … me lo creo que le vaya gustar mucho...
- Entramos? - me pregunta timidamente.
- Por supuesto que sí...
Al entrar en aquella tienda tan discreta, Ainhoa no esperó y luego se fue hacía una de las señoras y le pide:
- Señora, quiero aquel vestido...
- Cual es el vestido que quieres, guapísima?
- Aquel de allí... - le señala con el brazo. Yo solo las veía intentando ser lo más discreto posible y haciendo un sacrifício tremendo para no perderme en risas al ver aquella escena tan graciosa. Esta rubita es más lista de lo que parece.
- Tienes buen gusto, pero el vestido es muy grande para tí...
- No es para mí...
- ... es para tu madre?
- Sí... pero no lo cuentes a nadie que es una sorpresa!
En menos de cinco minutos, aquel tan deseado y bonito vestido se encontraba ya en una bolsa de papel negro y yo solo tuve que terminar toda aquella tarea con la tarjeta. Hizo mil y uno movimientos para que la señora no se fuese a leer el nombre que estaba escrito en ella, porque lo sé que al ver “Pablo Moreno”, luego me miraba directamente y por cierto se daba cuenta de quién era yo.
- Apresurate, papá! - ya en el garaje del edificio, Ainhoa salía del coche con toda la prisa y solo no se puso en el ascensor sola porque no podía alcanzar el botón para abrirse la puerta.
- Tranquila, hija...
- No... yo quiero ver si a mamá le vaya gustar el vestido...
- Por supuesto que le vaya gustar un montón...
Se abren las puertas del ascensor y ella corre para abrirse la puerta. Al entrar, se sucede lo más imprevisible:
- Mamá?!? - llamaba Ainhoa, buscándo a Ainhoa por todos los rincones de la casa. - Mamá!! - yo seguía igual, extrañando todo aquello, ya que el previsible y lo cierto sería de encontrarla en casa a estas horas.
Al intentar llamarla terminaba sin respuesta que estaba siempre ocupado. La pregunta se hacía para el aire, esperando la respuesta: dónde se ha metido ella? 

jueves, 16 de octubre de 2014

7. Una madre, una hija y un dilema

Narra Ainhoa
- Todavía no me lo creo en que lo has hecho...
- Porqué? Te crees que no soy capaz?
- Bueno... es que tu modo de vida...
- Mamá, que pares un poco! - le interrumpo – Si vienes una vez más con esa puta conversación, yo...
- Qué quieres que te lo diga, Ainhoa? - me interrumpe ya con los nervios a la flor de la piel – Qué quieres que te lo diga? Cómo puedo yo concordar con algo más? Será que para tí es así tan dificil estar un poquito de acuerdo con la normalidad?
- Pero yo he cometido algún crimen?
- No, pero un día podrás hacerlo... y quién vaya salir prejudicado serás tu y la niña!
- En serio? - me estaba cabreando como nunca lo había hecho con mi madre. Ya estaba de pelos en punta con ella, sus palabras me estaban cayendo muy mal.
- Si todo esto no tuviere resultados... si tu relación con Pablo terminar, te vas a perder más de lo que estás pensando y tu estás en riesgo de eso!
- En riesgo? Solo por que no estoy casada? Pero lo estás diciendo en serio? Mamá, no es un matrimonio que vaya hacer con que esto no se termine, joder!
- Es diferente, Ainhoa!
- Es diferente? En serio... yo no entiendo nada, te lo digo...
- Porqué?
- Cuando Sofía se fue a vivir con su novio para Barcelona, tu le has dicho con todas estas palabras “no es una alianza que vaya determinar la duración de tu relación... tranquila, hija, lo que importa es que seas feliz...”.... y ahora que soy yo, tu hija, me lo dices esto?
- No intentes comparar lo incomparable!
- Qué tiene de diferente mi situación con la de ella? Eh?
- Tu lo sabes... que tu tienes una pareja que tiene dos vidas, la privada y la pública, que todo el mundo la sabe... y las dos ya se han mezclado un poco cuando él lo ha admitido publicamente que tenía novia! Tu eres tonta? Será que no estás viendo en los problemas que podrás tener?
- Tonta una hostia, mamá! El problema es que te cuesta invertir los papeles... imagináte que eras yo... imaginálo...
- No vale la pena... eres la misma cabezota de siempre, nunca has cambiado!
- Qué bien que no he cambiado, te lo digo! Que si no fuise tan cabezota, es cierto que hoy mismo no tendría la vida que tengo... seguro que estaría viviendo como tu y papá siempre habéis imaginado... me cuesta decirlo, pero por veces, me gustaría que tuvieses otra hija...
- Cómo te atreves a decirlo?
- Me atrevo sí, mamá... cuantas fueron las veces que me has apoyado? Cuantas veces tu y papá habéis dicho a mí “estamos de acuerdo”... cuando me fui para la universidad, no teníamos acuerdo... me fui para Madrid y otra discusión más se fundó... me lo creo que solo cuando tuve aquella puta relación es que pude escuchar “estamos de acuerdo”, solo por que él era tal y cual cómo imaginabas! Me gustaría que tuvieséis una hija que hiciese las cosas más de acuerdo con vuestra opinión... lo siento, pero yo no soy esa persona...
- Es impresionante como...
- Lo sé, mamá... - le contesto ya entre lagrimas – Te digo algo más para cerrar la conversación: si es verdad que te quedas feliz por ver tus hijos felices... entonces deberías estar explotando de alegría... los chicos se lo llevan estupendamente y yo estoy maravillosa con mi vida!
- Me encantaría saber que sería así... pero no lo será...
- Por qué desconfías tanto? Quién vaya hacerse daño seré yo... tu ya tienes tu vida hecha, ahora solo queda vivirla más y más...
- Qué importa tener la vida hecha? Qué importa saber que tu padre se va a jubilar?
- Qué importa? Importa mucho, más de lo que estás pensando! Habéis arrohado tanto para regalar todo el dinero a mí y a ellos? Y vosotros? Ya no tenéis vida propria?
- Ya estamos viejos, Ainhoa... ya no tenemos edad para andar por ahí corriendo medio mundo...
- No me lo creo en lo que estás diciendo! Cómo no, mujer? Madre mía, toma el puto dinero y viaja! Aprovecha al máximo la maravilla de casa que tienes en Barcelona! Haz una visita a tu ahijado en Nueva York! Tienes tanto que hacer, tanto para disfrutar!
- Y vosotros? Os dejamos solos?
- Mamá... ya nadie tiene diez años... cada uno siguió con su vida, así como tu y papá lo hicistéis cuando os casastes...
- Yo no me lo veo haciendo todo eso... es imposible... no lo sé, es dificil...
- Que no, que no lo es... quieres morirte con esta vida así?
- Así como?
- Como está ahora... has trabajado como enfermera por tantos años, te has casado con un general, has tenido tres hijos... tus vacaciones siempre las pasaste en Barcelona, te fuiste una vez a Ginebra, otra a París y por veces haces una visita a Madrid... es así que quieres morirte? Una mujer tan llena de energía con una vida así? Personas como tu y con menos dinero tienen una vida más interesante que la tuya!
Se calló por un rato, absorviendo cada palabra que le había dicho. Las dos en el balcón, con vista para la maravillosa Madrid, aprovechando el sol que había decidido venir por unas horas tras largos días de lluvia y frío. 

domingo, 12 de octubre de 2014

6. Es un milagro o...?

Narra Pablo
Cuatro paredes blancas, un techo y un suelo, una sola mesa y tan solo dos sillas pretas. Era el vacío que en aquel momento me decía que el silencio iba a ser mi mejor amigo por un rato. Sobre aquella madera relucía aquella hoja blanca usada en aquella noche, en que fue la víctima a cargar las toneladas de versos que del bolígrado eran escritas y que del alma salían sin parar.
La primera canción que no tuve la necesidad de revisarla. Al leer palabras tras palabra, la sintonía era más que mucha y no tenía motivos para borrar algo, cambiar expresiones, escribir nuevos versos. Me había salido perfecta esta canción, increíble.
- Ya se puede leer la canción? - entra Manuel.
- Claro... - le doy la hoja, él se sienta y por unos largos minutos no quitaba ni tan solo por un segundo la mirada de todas aquellas palabras.
Al compás de su lectura, la cabeza iba bajando a poco y poco y sin embargo se levanta. Me mira muy serio, suelta una sonrisa y yo estaba allí, inmóvil, como si de una piedra se tratara.
- Pablo, Pablo, Pablo... - suspira – Tu.... - haz una pequeña pausa - ...como voy a decir esto...
- … lo diga con las palabras... - contesto, esperando que por fin su opinión se soltara para el aire.
- … tu estás... hombre, tu estás enamorado hasta las trancas por esa chica!
Sonrío, sin saber qué palabras soltar en aquel momento. Debería yo preguntar el porqué, afirmarle que sí, o cualquier cosa que le pudiese contestar a su frase. Me afirma que estoy enamorado “por esa chica” que él ni siquiera la conoce personalmente. Me lo creo que debe conocer tanto como los demás, lo sabe que tengo alguien, pero no tiene ninguna información.
Era el día de “Por fin”, de grabar la canción, de por fin asegurarme de que esta misma canción se va para el disco y no me importa si todo el mundo va a comentar “oye, que esta canción es para su chica”, que lo digan, que, de hecho, están diciendo la verdad y me atrebo a afirmarlo publicamente sin complejos ningunos.
Y con toda esta historia de amores, de estar “enamorado hasta las trancas”, con tantos cambios en pocas semanas, el mes de Marzo comienza con la escrita de más dos canciones y con una visita extraña, es decir, que ni yo ni Ainhoa estábamos esperando:
- Mamá? Papá? - al abrir la puerta, Ainhoa se había quedado boquiabierta literalmente – Pero esto es algun milagro o...?
- Hola para tí también, Ainhoa... - saluda su madre ya entrando – Hola Pablo! - bueno, por lo menos fue todavía más simpática que Enrique, que vino a saludarme con aquel su aire pesado, como si estuviese controlando sus soldados en el ejército.
- Por fin habéis decidido volver a visitarme después de tres años! - Ainhoa entraba en la conversación en modo “lista para matar alguien”. Se servía de la alegría y de la buena disposición para no indignarse con sus padres, que, en primer lugar, hace tres años que no vienen a visitarla y, en según lugar, ellos no aceptan muy bien la vida que ella sigue llevando. Ahora lo que queda saber es ver la reacción en vivo del hecho de que hemos adoptado una niña.
- Qué exagero, Ainhoa! - contesta su padre.
- Exagero?!? Venga que... yo no estoy para discusiones, pero, de hecho, la última visita vuestra fue justo poco después del nacimiento de María!
- Mamá!! - y la pequeñita había llamado por Ainhoa justo en el momento correcto, por casualidad. Se estaría previendo una discusión entre los tres, viendo aquí el ambiente de un poco de tensión. Vino hacía nosotros corriendo con una muñeca en sus manos, pero cuando ha visto a dos personas, que para ella le eran totalmente extrañas, casi para, mirándonos como quién estaba preguntando “quién son estas personas?” - Mamá... - la llamaba de nuevo, ahora con un tono de voz más bajito y con la mayor timidez del mundo.
- Viene aquí, pricesita...
Se acercó a Ainhoa y en un susurro bien tímido, le pregunta:
- Quién son ellos?
- Mira, esta señorita de aquí es mi madre...
- … y el señor es tu padre y ellos son mis abuelos! - saltaba sin parar, hacía explotar las palabras. Se notaba el entusiasmo y nos había puesto a todos riéndonos de toda aquella escena, aquella su energía nos contagiaba y, de hecho, Pilar y Enrique habían sido también las victimas de toda esa energía. Sin saber muy bien el porqué, se notaba algun fascinio de Ainhoa por Pilar y Enrique.
Yo no lo sabía, Ainhoa tampoco. Lo que sabemos es que, al primer abrazo, al primer saludo, parecía que los tres ya se conocían hace mucho tiempo. Estábamos los dos completamente estorpecidos viendo todo aquello. No nos salía ni tan solo un comentario, los tres hablaban mucho y lo llevaban estupendo haciendo la descubierta de personalidades y de gustos.

jueves, 9 de octubre de 2014

5. Noches de corazón lleno

Narra Ainhoa
Lo está siendo dificil definir el ambientazo que se vive en casa. Me lo creo que fuimos contagiados por una gigante ola de buenas energías, de aquellas que contagían a cualquiera. Tengo el doble del trabajo, pero tengo el doble de la felicidad. Para mucha gente esto lo parece ser imposible, pero, de hecho, es así la realidad.
Envuelta en de los mayores suenos que se puede disfrutar en una noche tras un día llenazo de trabajo, una voz me despierta, venida de un lugar un poco lejos:
- Mamá...
Miro el despertador: 3:24 de la madrugada. En mi lado derecho de la cama, Pablo está hecho un dormilón de los grandes. Lo digo en serio, es algo tan grande que por veces sale aquellos “rrrr”, sonido parecido con lo de los leones. Lo sabéis, el roncar... y sí, Pablo ronca, pero solo cuando es un sueno tan profundo que podía caerse una pared que él que no despertaría. Bueno, el amor tiene de estas cosas, pero lo aguanto con tanto amor que me da gracia verlo tan “concentrado” en el sueno.
Me levanto, me voy hacía la habitación de Ainhoa y estaba ella, sentadita en la cama, agarrando el conejito, mirándolo con unos ojitos dignos de comersela a besos y cosquillas.
- Qué pasa, mi amor? - me acerco a ella.
Se levanta un poco la cabeza y aquellos ojitos tan bonitos tenían algunas lagrimas caídas, ojitos tristes, me destrozaban el corazón por completo. La agarré y la puso en mi regazo.
- Porqué estás llorando? - pregunto.
- He tenido una pesadilla...
La abrazo, siento su cabecita junto a mi hombro y toda aquella bonita conexión me hacía sentirme tan bien, como si tuviese un superpoder especial. En una cuestión de segundos, lo sentía que estaba super tranquila y que así estaba muy bien.
- He soñado que vendría una tormenta muy grande y que me llevaba lejos...
- Tranquila, princesita... - beso su mejilla – No hay tormenta ninguna que te llevará lejos de nosotros, eh?
- No puede?
- Por supuesto que no... te crees que te dejamos irte así con una sola tormenta?
Llena de nuevo mi cuello con la fuerza de sus brazos, el rozar de su pelo en mi hombro y su respiración eran maravillas naturales que daban gusto sentirlas. Yo sonreía, por que al final yo me sentía bien por ella estar bien y aquel su abrazo, que ahora es de mis mayores debilidades, había puesto una luz especial a aquella noche. Noche fría en la calle, noche bien caliente aquí, que el calor humano, toda esta conexión de los tres, es algo que nos da aliento, que nos llena el alma de amor y de cariño, de complicidad y de comprensión.
Por la enésima vez preparaba ya las tantas tradicionales tazas de leche caliente, con el toque del colacao para endulzar aún más la vida. Yo y ella, iluminadas por tan solo la bonita luz de la luna, en un silencio tan sonriente que nos hizo pasar un par de horas como si fuera unos minutitos.
Aquel brillocito tan puro mezclado con aquella gracia de su boca pintada en un marrón bien clarito de la leche, su sonrisa tan contagiosa, elementos de un ser pequeño en altura, pero de corazón gigante.
Se nota el orgullo que tengo por ella, lo sé. Que soy una madre embobada, eso lo podéis afirmar cuando queráis, que lo soy y lo seré siempre. Es la niña de mis ojos, una de las razones de mi felicidad. De hecho, me parece que los rubios son los que pueden conquistar mi corazón. En primer lugar, mi corazón se queda en las manos de un rubio, ahora es conquistado por ese mismo rubio y por una rubita. Una morena que es conquistada por rubios; este mundo está atestado de antítesis graciosas.
Cuando volví a la habitación, después de cerciorarme de que Ainhoa ya estaba envuelta en otro sueno profundo, lo veo que Pablo sigue como estaba, durmiendo, durmiendo y durmiendo. Será que era la única persona despierta a estas horas en la ciudad? Quizás no, pero me sentía el único alma que todavía tenía los ojos abiertos, que ni siquiera bostezaba, senãles esas que se entiende de que el sueno llegará pronto.
Me entretenía viendo a una de las obras más dignas y bellas del universo. No es una estatua de mármol ni siquiera cubierta de oro, tiene oro pero en su corazón, es hecha de carne y hueso, es un ser humano, que para mí está en un punto muy cerco de la “perfección”. Pablo no es perfecto, como ningún ser humano lo es, pero sus defectos me encantan tanto que lo sé que si no los tuviese, no me enamoraba tanto por él cómo me enamoré y sigo enamorándome. Sus defectos son calidades y punto.
El mundo giraba y yo me giraba buscando un sueno que tardaba en venir. Yo seguía contemplando, hecha una niña pequeña que se emboba por algo especial que le han regalado. Se hace sentir un aire frio en mi pie derecho y sin embargo, sus ojos que se habían cerrado para descanso, se abren, con toda aquella luz que le es tan especial.
- Es así tan gracioso verme durmiendo? - me pregunta susurrando.
- Por qué preguntas?
- … por esa tu carita... esa sonrisa no me equivoca...
- Tiene su gracia... además con eses roncasrsitos que por veces sueltas...
- Yo no ronco...
- Por supuesto que no... solo sueltas unos “rrrr” y nada más...
- No me lo digas...
- Te lo estoy diciendo... pero por un lado tienes suerte...
- Porqué?
- La suerte es que son ligeros y no se suceden siempre... sino te aseguro que ya estarías durmiendo en el sofá del salón...
- Eres la persona más mala que conozco...
- Soy mala? Pero te gusta, eh?
- Pues... - en mi piel se hacía sentir el contacto con algo, algo que ya no es extraño, es muy bien conocido. Mi cintura se transformaba en la prisionera de sus brazos y mis labios esclavos de la sensación que más poder tiene en mí - … a mi me enamora tanto que no te lo imaginas...~
Se explotaba la tempestad de aquel sentimiento inexpicable que se siente solo en el corazón. Era una espécie de presión, pero de las buenas, las ganas de hacer saltar el corazón, lanzar flechas tras flechas llenas de amor hacía un pedacito de carne que late en el lado opuesto del mío. Aquel corazoncito que ha cambiado una vida entera, la mía, definitivamente.

lunes, 6 de octubre de 2014

4. Una puerta mágica

Narra Ainhoa
Se le había caído un bombazo de noticia por encima. La rubita no se movía, solo unas lagrimas daban las señales de que estaba viva y que estaba escuchando todo aquello, la noticia que todos los niños en la misma situación que ella desean escuchar.
- De verdad que eres mi madre? - me pregunta ya pasaban largos minutos.
- Sí... yo soy oficialmente tu madre, prince...
Me interrumpe la frase con el abrazo más apretado y lleno de cariño, felicidad que jamás había recibido en toda mi vida. Os juro. El sabor de aquel abrazo, manifestación de una felicidad tan bonita en que yo había sido una de las causas, era la mejor sensación que jamás había sentido.
En mi corazón se sentía de que nos conocíamos desde siempre, la necesidad de cuidarla más que a mi misma, dispuesta a renunciar a determinadas cosas que me gustan para darlas a ella.
Me sentía que era esto una de las mayores razones de mi existencia, uno de los muchos “porqués” de haber nacido. Cuidar de alguien más que mi, ver un ser humano crecer, enseñarle una y otra cosa más, aprender a valorar las pequeñas cosas de la vida y el abrazo mucho más. Es de las manifestaciones más sinceras para mí, un abrazo, cuando es verdadero, tiene un color especial y eso se siente.
- Mmmmm.... - sollozaba la niña en mis brazos, entre lagrimas - … te... te quiero... mmm... mamá...
Si ya tenía el corazón hecho en un cristal, ahora se me lo había roto ese mismo cristal con aquella sencilla palabra. “Mamá”. Me ha puesto de lagrimas caídas, de corazón apretado de ternura, emoción en la piel. Parecía que estaba en un suelo de algodón. Era la convicción de que no iba a arrenpentirme de esta decisión, me llenó el corazón con un gesto tan sencillo. El mundo estaba parado en aquel momento, quería que aquel momento fuise eterno, que aquel abrazo jamás se terminara.
Recogí fuerzas del infinito, las puso en mis brazos y ellos hacían el bonito gesto de ponerla entre ellos, las dos tan juntas que parecíamos una sola persona y, de hecho, es cierto que tanto yo como la pequeñita nos sentíamos así.
- Si tu eres mi mamá... - me miraba con aquellos ojitos tan hermosos dibujando emoción de la más pura - … quién es mi papá? Yo tengo un papá, verdad?
- Soy yo... - responde Pablo muy discretamente.
Por un rato, la niña se sentía confusa y no era para menos. Pues quién iba a creerse si alguién le dijiese que una persona como Pablo, tan conocido como es, iba a ser su padre?
- Es broma... - decía la niña inocentemente - … Ainhoa no es tu novia...
- Que sí... que soy su novia... - le afirmo.
- Qué?!? Es verdad?
- Sí... es verdad verdadera... - afirmaba Pablo sonriendo.
Sus ojos la comían de tanta ternura, aquel brillo tan único que solo él tiene, me dejaba con un aire frío en el estomago, que estaba siendo mucha emoción en tan pocos minutos. El temblar de las piernas y de las manos, la emoción corriendo en la sangre, los ojos haciendo mil y uno sacrificios para no dejarse llevar por una marea gigante de lagrimas, las palabras que no salían de la boca; hay momentos tan fuertes emocionalmente que ningún ser humano puede controlarse.
- Vaya... qué suerte! - la admiración mezclada con su inocencia, la típica inocencia de un niño, en que la sinceridad es algo constante, nos llenaba de buenas energías. Ella no se creía, pensaba que estaba ella en una inocentada, las mismas que se pueden testugar en las televisiones.
Solo se enteró de toda esta nueva realidad, aún envuelta en una burbuja de sorpresas, cuando se vía delante de todos los niños en una despedida muy emocionada. No un “adiós eterno”, pero sí un “hasta luego” bien pequeño; a pesar de todo esto, no dejaré de ayudar en lo que sea a favor de todos ellos y mucho menos voy a hacer con que ella pierda el contacto con sus amiguitos, relaciones tan bonitas, tan cercas, que todos los adultos por mucho que desean tener amistades iguales, jamás alcanzan.
Ainhoa parecía que estaba caminando sobre nubes, no se creía en esta nueva realidad. Por todo el camino hacía casa, no ha soltado ni una sola palabra. Se entrenenía mirando las calles de Madrid siempre con el conejito de peluche agarrado a su mano. Juanito, ese mismo conejito, era seguramente su pilar esencial para una nueva realidad. Me lo creo que es de los peluches que ya tenía cuando entré en la institución por la primera vez; ella aprendía a caminar sola, soltaba las primeras veces, esta misma rubita que tenía los rizos más perfectos que se podía imaginar. No le soltaba ni por nada, ni siquiera para abrirse la puerta del apartamento. Parecía una parte de su cuerpo, aquel conejito azul, ya con un ojo ya un poco estropeado. Que tiene su gracia y lo sé que es de las cosas más importantes para ella.
- Pues... hay aquí un grande problema... - decía Pablo cuando ya estábamos en casa – Tu tendrás que dormirte en el sofá... - miraba la niña tan serio, pero tan serio que yo casi no me aguantaba de tanta risa.
- En el sofá? - se acercó del sofá y lo miraba con la mayor atención - … sin almohada? ...sin nada?
- Sin nada... - le respondió.
Por un rato dibuja su cara de desconfianza para con las palabras de Pablo y en ese mismo momento, me dejo llevar por una marea de carcajadas sin fin.
- Qué malo eres! - contestaba.
- Que sí... que soy mu'mu'malote! - Pablo toma la niña en su brazos y la puso soltando carcajadas infinitas haciendo cosquillas sin parar, la mayor de sus debilidades. Aquel acento andaluz que por veces se suelta de una forma tan especial, era la cosa más graciosa que se podía escuchar, mezclado con el sonido de las carcajadas de la peque; era una canción harmoniosa, como si estuviese saliendo de un lugar lleno de ángeles.
Sin embargo ya la veía a cuestas de Pablo, el lugar más alto que podía estar y los dos juntos comienzan la búsqueda por la puerta de que sería su habitación.
- Por dónde empezamos?
- Con la de la derecha... - Pablo, segurando la niña a cuestas, abre la puerta de la derecha – Esto es el baño! - comentaba ella – La de la izquierda!
- La izquierda?
- Sí...
- Pues... - abre la puerta – Me lo creo que no será muy gracioso dormir en el escritorio, verdad?
- No... - mira para su lado izquierdo, casi en el fin del pasillo y señala con el brazo – Es aquella puerta!
- Vayámonos... pero tu tienes que decirme el camino!
- Un paso para la derecha... - ordenaba Ainhoa.
Pablo da un paso para la izquierda.
- He dicho para la derecha, papá!
- Vale... - da un paso para la derecha – Y ahora?
- Ahora camina hacía frente... - siempre hacía el opuesto de lo que ella decía y los dos se llevaban genial con esa búsqueda sin fin por esa “puerta mágica”, que cada vez más se quedaba cada más cerca de ellos.
Lo que la rubita por cierto no estaba imaginando, es que por detrás de esa puerta iba a aparecer la sorpresa de todas las sorpresas. Yo lo sabía que todas aquellas horas pasadas pensando en cada detalle de la habitación iban a merecer la pena.

miércoles, 1 de octubre de 2014

3. Un nuevo capítulo

Narra Pablo
Visto mi jaqueta, abandonamos el estudio con una excusa dicha a la mayor prisa, nos bajamos hasta la calle, entramos en un taxi y seguíamos por las calles de Madrid sin creer muy bien en lo que estaba sucediendo y sin saber los cambios que todo esto iba a causar. No por casualidad, pero sí por una decisión tomada por los dos, en un acuerdo pensado hasta el último detalle.
Los nervios se apoderaban de mi, no me salían palabras ni siquiera gestos, mi cabeza se giraba hasta la ventanilla y contemplaba las calles. Ainhoa estaba de igual modo, los dos en el taxi sin una sola palabra soltar.
El coche para, salimos y nos parecía que estábamos a punto de entrar en un mundo nuevo, diferente de este ahora en que estábamos. Aquella era la puerta para el futuro, un mañana más cerco de lo que se pensaba, un mañana todavía con más desafíos. Estábamos a un paso del desafío eterno, uno de aquellos que algunos se atreven sin querer, otros se atreven por la edad y por su estado social, nosotros nos atrevemos por un simple motivo: la extraña, pero tan bonita conexión que existe entre nosotros.
Subimos las escaleras, entramos y siguiendo con el silencio, nos fuimos hacía la oficina, dónde nos esperaba una señora, la misma que ha provocado toda esta tormenta de corridas en los dos.
- Esperad un ratito que vuelvo ya... - los segundos parecían horas, los minutos, la eternidad más grande de todas las eternidades existentes en el mundo. Mis pies no paraban ni tan solo un segundo, las manos de Ainhoa se movían una y otra vez, o en el pelo, o en la cara, rozando en los pantalones, pero paradas, nunca.
- La madre que la parió... - susurra – Pero piensa ella que nosotros tenemos el mismo tiempo que ella?
- Tranquila... - respondo – Ella volverá ya, verás...
- Tranquilidad es algo que ahora mismo no está en mi... madre mía, qué nervios!
- Bueno... - entra la señora ya con papeles en la mano - … cómo ya estoy acostumbrada a estas cosas, lo sé que estáis nerviosos, por eso... no voy a tardar mucho... - hacía nuestra frente nos ponía uno y otro papel, todos para firmar. Estas burocracias nos dejaban aún más nerviosos, lo que queríamos de verdad es que el momento llegase ahora mismo, sin burocracias, sin más nervios.
Los boligrafos dibujaban las firmas más tembladas que jamás han hecho, todas aquellas mezclas de lineas cruzadas, unas arriba, otras abajo, sin precisión, hechas a la mano libre, firmaban las hojas que decían oficialmente lo que en segundos podríamos escuchar de su voz de señora experiente, con total responsabilidad de lo que decía.
- Y ahora? - preguntaba Ainhoa sin quitar los ojos de los de ella, por cierto se sentía intimidada por la mirada que estaba recibiendo.
- Ahora? - haz una pausa de discurso y sonreí – Ahora hay que ponerse vuestros apellidos en su nombre y listo!
- Eso es fácil... - contesta Ainhoa - … se queda Ainhoa Moreno Martínez...
- Pues bien... solo queda mostrar al autorización... - nos da el documento que decía por estas mismas palabras:
Nombre: Ainhoa Moreno Martínez
Fecha de nacimiento: 22 de marzo de 2008
Naturalidad: Madrid, España
Padre: Pablo Moreno de Alborán Férrandiz
Fecha de nacimiento: 31 de mayo de 1989
Naturalidad: Málaga, España
Madre: Ainhoa Martínez Sierra
Fecha de nacimiento: 25 de mayo de 1989
Naturalidad: León, España

Estado del pedido de adopción: APROVADO

Aprovado”, la palabra que el aquel momento dejaba para tras una pagina, un capítulo, empezaba ahora mismo uno nuevo, escrito en una nueva página de este que es el libro de la vida.
Después de tantos nervios, llegaba la verdadera hora. La pequeña entra en la oficina, se sorprende con nuestra presencia, pero no hacía ni una pequeña idea de la noticia que estaba a punto de ser revelada a ella.
- Ainhoa, princesita... - decía María, la señora que tanto nos había dejado nerviosos – Tenemos una noticia para ti...
- Una noticia? Es buena?
- Pues... me lo creo que sí...
- Cuéntame... - los ojos de la niña parecían haber duplicado de tamaño con la curiosidade que en aquel momento se le había despertado.
- Tu tienes unos nuevos padres...
- Qué?!? Que son los mismos?! Dime que no, porfi, porfi, porfi! - de un rato para el otro, la niña casi saltaba del suelo, una parte sorprendida, otra con miedo de que fuisen los mismos señores que la han dejado por un motivo tan tonto.
- Rubita... - le llamaba Ainhoa, que se fue hacía ella y se puso de rodillas para ponerse a su altura – No son los mismos... no te preocupes...
- Entonces...?
- Mirame en los ojos... - las dos se miraban fijamente – Tu estás mirandoa ahora mismo para... - balbucea – Yo soy... yo soy...
- Mi madre? - le interrumpe – Eres tú?!?
- Sí... - le sonrió.
- En serio? - no se movía, no daba señales ni siquiera de que estaba respirando, la miraba boquiabierta, ojos bien abiertos y ya con un montón de lagrimas listos para caerse por su bonita cara.
- Te crees que estoy bromando?