Narra
Ainhoa
(Un
mes después)
-
Huele super bien... huele a Málaga... - decía Pablo al salir de la
estación de trenes en Málaga. Tras haber pasado un día en Madrid
durmiendo como rocas, Málaga abría sus brazos para abrazarnos por
unos largos días de descanso. Éramos tres personas totalmente
renovadas, salidas de una aventura que jamás que se quitará de
nuestros pensamientos.
-
Por fin os tenemos por aquí! - se notaba la felicidad en los ojos de
Salvador. Aquel abrazo de padre y hijo que hicieron Pablo y él,
demostraba el amor incondicional que se tienen uno al otro. Con Elena
ha pasado lo mismo, con el detalle de que ella por muy poco no se
quedó envuelta en lagrimas. Se explotaba de felicidad en la casa y
una sorpresa más llegaba.
Por
la puerta del salón entraba mi padre y mi madre y yo casi que me
ahogaba en lagrimas. No lo sabía cómo esto estaba sucediendo, pero
la verdad es que no me molestaba. Los abracé con todas las fuerzas
que tenía, aún más sabiendo que para mi padre ya no existe
tratamiento posible para su cáncer.
-
Qué bella sorpresa me lo habéis hecho! - les digo.
-
Todavía no has visto nada... ahora nos tienes cercos de tí... - me
dice mi padre.
-
En serio?
-
Sí... nos hemos comprado una casa de vacaciones aquí, en esta
tierra tan mágica...
-
Qué? Eso es una broma, verdad?
-
No, no lo es... - me contesta - … yo necesito de relajar y de mucha
paz y aquí la encuentro de la manera que más me gusta!
-
Por fin habéis hecho algo bueno! Si en Málaga no te relajas, no te
relajas en lado ninguno, te lo afirmo por experiencia! Ahora decidme
una cosa...
-
Qué quieres que te diga? - pregunta mi madre.
-
Cómo habéis llegado hacía aquí? Está bien que habéis comprado
una casa, pero ahora mismo no estáis en ella...
-
Es una historia un poco larga, cielo... - Elena se pone a mi lado y
de una forma muy cariñosa me contesta - … lo importante es que
nosotros estamos del mismo lado... queremos ayudaros con todo...
-
Ayudarnos con todo? - pregunta Pablo - … a qué “todo” queréis
decir?
-
Seguro que ya lo sabéis que deseamos que el matrimonio sea pronto...
- responde Salvador.
-
Vale, vale, vale... no necesitáis de decir nada más... - interrumpe
Pablo - ... yo y Ainhoa ya tenemos todo muy bien pensado, verdad? -
me mira y me guiña su ojo. Aunque por un rato yo no sabía de lo que
estaba hablando, entro en el juego y continuo:
-
Sí, será más pronto de lo que estáis pensando... - digo yo casi
balbuceando, con las mejillas muy rosadas.
-
Qué chicos más listos que sóis! A ver si no hacéis el típico
hecho de anunciar la fecha casi en los últimos días! - comenta mi
padre.
Pablo
dibuja una sonrisa y yo también, aunque por un rato yo haga de todo
para “decir” a Pablo de que no estaba teniendo ninguna idea de lo
que él estaba hablando con ese “todo muy bien pensado”. No lo
sé, de verdad. Si Pablo está preparando algo más, no lo sé qué
voy a hacer con él. A mi me gustan las sorpresas, pero las últimas
que ha hecho casi que me muero y eso quizás no sea bueno para mi
débil corazón y mis frágiles sentimientos. No es bueno, nada
bueno.
-
Mamá... tengo que decirte una cosa - me lo afirmaba la niña cuando
me fui a darle su besito de buenas noches.
-
Pues te estoy escuchando, princesa... qué tienes para decirme?
-
… fui yo quién ha tenido la idea de la petición de matrimonio...
porque papá ha necesitado de mi ayuda... y yo me recordé de la peli
que habíamos visto hace algún tiempo, aquella de la señorita rubia
con el médico, te recuerdas?
-
Me recuerdo perfectamente... y cómo te has recordado de semejante
escena, señorita?
-
Para mí la señora rubia es igual a tí... siempre está sonriendo y
ella quería mucho al médico... así como tu quieres mucho a papá,
sabes... te ha gustado?
-
Cómo no me ha gustado? A mi me ha encantado... vosotros hicistéis
un buen trabajo juntos, que yo no tuve ni idea que iba a ser víctima
de algo así...
-
Si supieras lo que tuvimos que hacer... pero eso no importa, lo
importante es que te ha gustado y yo ya soy la asistente personal de
papá...
-
Uau! Es mejor que digas: asistente para impresionar a mamá, eh!!
-
Esa es mi mejor calidad... pero solo la suelto cuando estoy a solas
con papá...
-
… y cuando estás a solas conmigo, no la sueltas? Me voy a quedar
celosa! - bromeo.
-
Yo también la suelto... y por eso mismo te digo que deberías irte a
dormir...
-
Pero qué es esto?!? Mi niña diciéndome que me va a dormir?!?
-
No puedes dejar a papá solo... yo me quedo dormida con Quique, él
me contará un cuento bonito...
Me
quedaba muy seria mirando a mi hija impresionada con sus palabras. Su
naturalidad al soltar semejante frase que estaba probando de que al
final, Ainhoa ya no es así tan pequeña cómo yo pienso ser. Son 5
años gigantes, que ya no necesitan de cuentos para entrar en sueños
profundos y bonitos, que tan solo un besito de buenas noches es más
que suficiente, que luego ya me está casi “expulsando” de la
habitación para irme a la mía.
Mi
princesita es una caja de sorpresas y es cierto que vendrán muchas
más veces que me va a dejarme boquiabierta con palabras y hechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario