Narra Pablo
-
¡Por fin veo a uno de los dos! – Marisol aparecía justo
a la puerta del edificio. Hace un montón de tiempo que ya no nos vemos y ahora
viendo que está “más gordita”, es decir, con un bonito vientre de embarazada.
- Hace cuánto tiempo, ¿no? De hecho, ha
pasado mucho tiempo… - digo mirando su vientre.
- ¡Ha sido el tiempo suficiente para
hacer un bebé! Y ¿cómo están tus niñas?
- La peque está estupenda, siempre
creciendo… y Ainhoa ya puede hacerte compañía, ¿eh?
- ¿Hacerme compañía? Lo veo que hay
mucho que contar…
- Eso es… y ¿por qué no nos subimos y
nos ponemos los temas actualizados?
- Buena idea…
La cara de Marisol era de mucha intriga
y de entusiasmo. Se notaba la alegría por encontrarnos de nuevo y de poder
contarnos todas las novedades.
- ¡Pero qué visita tan agradable! – las
dos se funden en un abrazo muy tierno. Se lo parecen dos hermanas, sin duda
ninguna, su complicidad, amistad y felicidad de estar juntas es algo muy
bonito. A ver si esta agradable visita de Mari pueda dar más fuerza a Ainhoa.
Aunque no lo demuestre mucho, lo sé que está muy preocupada con el embarazo y
no quiere que termine de la misma forma que el otro.
- ¡Tita Marisol! – la peque corre desde
su habitación hasta el salón con una sonrisa de oreja a oreja. Se tiró para sus
brazos.
- Estás más crecida, princesa… ¡y cada
vez más guapa!
- Oye, ¿tú también estás embarazada como
mamá?
- ¿En serio?
- Sí… verás que será una niña, así podrá
jugar conmigo…
- ¡Tanto tiempo ha pasado y no me dices
que ya estás así tan guapa, Mari! – afirmaba Ainhoa haciendo un esfuerzo
tremendo para mantenerse de pie.
- Venga… no te enfades conmigo, Ainhoa…
¿y tú? ¿Cómo va ese embarazo?
- Es muy reciente, hermanita… es
reciente y un poco peligroso…
- Solo espero que todo salga bien… ¡y lo
sabes que quiero ser la madrina de esa Ainhoa pequeñita o de ese Pablito que
está llegando!
- No me lo negó… ¡no quiero correr el
riesgo de verte cabreada! Ven, siéntate, que tenemos mucho que hablar…
Narra
Ainhoa
Ya a solas con Marisol, las confesiones
empiezan a salir sin parar. Desde que nos conocemos que esto se sucede. Nos
apoyamos a las dos para tomar muchas decisiones y para pedir opiniones cuando
los dilemas toman cuenta de todos los pensamientos.
- Lo veo que existen muchas cositas
pasando por tu cabeza, Ainhoa…
- Es verdad… no lo sé cómo a veces me
aguanto tan bien… primeramente dejar mi trabajo me costó un montón y después
vino mi padre con aquella terrible enfermedad y ahora… ¡ahora no puedo hacer
nada! ¡Me siento tan inútil! – entre sollozos y unos cuantos intentos para
controlarme, las lágrimas se me saltan.
- Nena, tu eres fuerte… - me abraza – Lo
sabes que tienes quién te apoya y quién estará siempre a tu lado…
- Eso lo sé, Marisol… pero los
sentimientos son míos y quién los siente son yo…
- Es verdad… pero por favor, dime que
sigues durmiendo y estando normal… lo sabes cómo has estado hace unos años…
- Me encantaría poder decirte que sigo
durmiendo normal… ya son muchas las noches en las que me la paso llorando y
pensando, pensando… pero luego Pablo se da cuenta de que no estoy en la cama y…
- … y luego trata de llevarte a la cama
y qué bien qué hace… - me interrumpe - … lo bueno es que tienes a alguien que
te cuida y eso me deja más tranquila… no lo sabes lo cuanto me encanta veros
juntos, ¡me da una felicidad maravillosa, hermanita!