Narra
Pablo
Entre
las noticias de la crisis, de polémicas en lo gobierno y de guerras
entre países, surge una noticia así bien fresquita, pero nada
bonita.
-
Y esta mañana un coche conducido a alta velocidad pierde el control
y choca con otro que venía en el sentido contrario... - relata la
periodista - … el resultado fue un herido ligero, el conductor que
seguía en alta velocidad y un herido grave, la mujer que seguía en
el otro coche. El accidente ocurrió en una carretera de León... -
mi padre y Casilda paran por un rato y yo también. Creo que todos
preguntamos lo mismo: será que es Ainhoa?
Las
imágenes demuestran dos coches totalmente destruidos, los bomberos
muy aflictivos intentando quitar uno de los conductores, ambulancias
sonando sin parar, las imágenes dan miedo.
-
Espero que la mujer no sea Ainhoa... - dice mi padre mientras escucha
la tele.
Siento
algo extraño, como si estuviesen apretando mi corazón. Estoy
preocupado, necesito saber si ella está bien, si al final fue ella
la víctima del accidente o no.
Mi
padre busca en su móvil el numero de Ainhoa y la llama. Se cerró en
el escritorio y yo espero desesperadamente para que salga y me diga
si es ella o no, a pesar de no saber de que la conozco.
Yo
espero, espero y desespero, mi padre no sale de aquel maldito
escritorio para decir lo que pasa, yo me pongo escuchando a la puerta
pero solo escucho el silencio, el silencio que en esto momento me
está matando por dentro.
Respiro,
intento pensar que no es Ainhoa la víctima, una tarea difícil
porque mi corazón está con tanta velocidad que no sé como aún se
aguanta dentro de mi cuerpo.
Veinte
minutos de un autentico desespero, la pregunta que se quedó en el
aire aún no tuve una respuesta, desespero y estoy a punto de entrar
en el escritorio.
Por
fin él sale de aquel escritorio, su cara no es la mejor y creo que
ya está diciendo todo.
-
Y entonces, papá? - pregunta Casilda.
-
Fue ella... - respira profundamente - … Ainhoa es la herida grave
del accidente...
Justo
en eso momento mil cuchillos se espetaran en mi corazón, el
desespero aumenta y el dolor toma cuenta de mi cuerpo.
-
Fue su hermano que me contestó a la llamada... - dice mi padre - …
todos están desesperados, Ainhoa aún no se despertó, está
conectada a una maquina para ayudar a respirar y los médicos no lo
saben lo que tiene...
Salgo
de allí, ya no puedo disfrazar más lo que siento. Me fui a la
habitación, sufro por dentro y por fuera. Ainhoa podría tener mil
defectos, podría haber hecho mil errores, pero no merecía algo así.
No merecía ser víctima de un accidente así, de tener que respirar
con la ayuda de una máquina y de poner todos los médicos sin saber
lo que pasa con ella. Ella es una buena chica, lo sé y no me
conformo que aquello tenga sucedido con ella, justamente con ella,
porqué? Porqué?
Acabo
de entrar en una auténtica pesadilla. Mañana volveré para Madrid y
necesito verla y no importa si tendré que irme a León o a dónde
sea. Llamo a Mariola:
-
Necesito que me hagas un favor muy grande... - le digo.
-
Pues dime lo que necesitas...
-
Necesito que busques en que hospital de León está una chica...
-
Vale... cual es su nombre?
-
Ainhoa Martínez Sierra y tuve un accidente esta mañana... necesito
de eso rápidamente...
-
Lo haré lo más rápido que pueda, no te preocupes...
-
Gracias...
La
noche cae y paso los minutos mirando el móvil, esperando la llamada
de Mariola y pensando constantemente en los momentos en que estuve
con Ainhoa. No como, el estomago se llenó con mis pensamientos y con
mi preocupación. Es un desespero inexplicable. Casi salté de la
cama cuando escucho el móvil sonando:
-
Pablo, ya sé dónde está Ainhoa... - me dice – Está en un
hospital privado muy cerco del centro...
-
Supiste como estaba?
-
No me han dado muchas informaciones... me han dicho que respira con
la ayuda de una máquina, qué aún no se despertó y que seguramente
tendrá que trasladarse para la coma, porque ella no se despierta...
Quiero
adelantar los relojes para que la hora del tren rumbo a Madrid llegue
ya, para que pueda irme a León, que es algo que voy a hacer. Porque
ella merece que lo haga, porque es en estos momentos que vemos que la
vida puede terminar a cualquier momento y tenemos que disfrutar de
todo mientras estamos vivos.