Últimos capítulos...

Últimos capítulos...

martes, 7 de julio de 2015

Nueva novela: Amor Azul


Esta es mi nueva novela "Amor Azul". Comienzará esta semana! No te la pierdas!!

Puedes seguirla en:
Twitter: @novamorazul

Video de presentación:

Gracias

Esto no podía terminar sin dejar un mensaje a tod@s que han acompañado esta novela. Os tengo que agradecer con todo mi corazón y mi alma. Esto sin vosotr@s no tendría sentido, vuestros comentarios y sugestiones hicieron con que esta historia se desarrollase y se quedase a vuestro gusto.
Muchas veces no ha sido facil escribirla por que la inspiración ni siempre es perfecta para hacerla, pero yo hizo de todo para escribir lo mejor que podía, además siendo en el idioma que no es el que hablo todos los días pero sí el portugués.
Ha sido un lujo poder proporcionar estos momentos de lectura para vosotr@s. Lo sé que a veces no han salido capitulos tan buenos como otros, pero todo que salió a través de las palabras salió con todo el alma que tengo.
Gracias, gracias, gracias por estar siempre allí. Gracias por vuestros comentarios, que tantas veces me pusieron con las lagrimas en los ojos por ver que mi pasión por la escrita estaba regalando a la gente unos ratos de lectura que les hicieron sonreír y llorar.
Ya debería haber hecho esto mensaje en el día que publiqué la última parte del capítulo final, pero tuve algunos problemas con mi ordenador. 
No tengo palabras suficientes para agradecer a cada un@ que acompañó mi novela. Milles de gracias no son suficientes! Tengo que agradecer también a los que acompañaran las novela en el Twitter. Sois unos seguidores estupendos!
Estaré aquí siempre! Tendré mucho gusto en leer las historias que escribéis, a dar sugestiones o simplemente tener una conversación agradable. Mi twitter personal es @AndreiaBarbosa_ y mi email es andreia.ft.barbosa98@gmail.com
Ahora empiezaré una nueva novela alboranista que espero que os vaya gustar! Tiene una dinámica diferente, pero espero que os sorprenda. Se llama "Amor azul" y surgió por casualidad en una conversación con una amiga mía. La novela tiene una página Twitter  y un blog.
El Twitter de esta novela que terminó seguirá siendo lo mismo y podéis usarlo para contactarme y compartir vuestras historias. @NovMiEstrella 
Si queréis que haga un grupo de whatsapp para esta nueva novela, decidme, será un gusto hacerlo!
Gracias por hacerme volar en mi imaginación y en mí mente. Ahora una nueva etapa comienza y espero teneros junto a mí y que otra gente nueva aparezca para leer lo que escribo. Escribir es una mis terapías juntamente con la música de Pablo Alborán!
No os olvidéis de ser felices y de aprovechar la vida!!
Gracias, gracias, gracias!!


Un beso gigante desde Portugal,
Andreia Barbosa

lunes, 15 de junio de 2015

59. Amor tierno

Narra Pablo
Por magia, entre su grande grito se hizo escuchar el lloro… el lloro de mi niño, ¡por fin nacía mi pequeñito! Yo casi saltaba de alegría y Ainhoa caía con la cabeza en la camilla, casi sin fuerza ninguna, pero sonreía más que nunca, cerrando los ojos al mismo tiempo.
Aquella preciosidad pequeñita y gordita nos hacía sonreír de oreja a oreja y nos hizo soltar unas buenas lágrimas dulces, llenas de alegría, sintiendo algo que jamás habíamos sentido.
- ¡El niño tiene una cuerdas vocales estupendas! – decía la enfermera. De hecho, su lloro era intenso, pero parecía una pura melodía.
El tiempo paraba en aquel momento, el mismo en que él, de forma muy graciosa, se va tranquilamente para los brazos de Ainhoa.
Sus bracitos y sus piernitas se movían, todo en él era la cosa más preciosa del mundo. Se vía nacer una nueva luz, un motivo más para ser feliz, una nueva vida había nacido allí mismo, que fue el resultado de todo un amor loco, intenso, entre las nubes y con pies bien firmes en tierra.
- ¿Cómo se llamará el niño? – nos preguntan.
- Enrique… - responde Ainhoa, haciendo un sacrificio tremendo.
- Enrique Moreno Martínez… - completo yo, mirando a mi pequeñito.

(Algunas horas después)
La noche empezaba a caer y de Málaga llamaba mi familia más eufórica que nunca. Es cierto que mañana os tendré aquí a todos, deseando ver el nuevo miembro de la familia.
- Papá, ¿ya podemos irnos?
- Sí, mi amor…
- Dime como él es… dímelo…
- Ya verás, princesita… venga, abre esa puerta, pero tienes que entrar en silencio que seguro que él se está durmiendo…
Entramos los dos y luego surge Ainhoa, con el pequeño en sus brazos. La peque se va llena de euforia a ver su hermanito. Salta para la camilla, siéntase junto a ella y luego empezó a contemplar los encantos del pequeñito:
- ¡Dios mío, qué cosita tan bonita! Que mono…
Allí mismo se derretía Ainhoa, elogiando sin parar su hermanito y que nadie se atreviese a interrumpirla en aquel precioso momento. A lo que parece, al pequeño Enrique parece que se ha perdido de amores por Ainhoa. Ella agarra su manito y él se despierta sonriendo. ¡Cuánto amor en una sencilla sonrisa de un bebé!
Y en el día siguiente y de manera casi religiosa, la familia se encuentra toda en el hospital. Una auténtica invasión de Alboranes y Martínez, totalmente embobados.
-  Me lo parece que estoy viendo mi hermano de nuevo en bebé… es igualito, igualito… - decía Casilda - … estos rizos rubios no equivocan a nadie…
- No puedo despegarme de este gordito… - comenta Pilar, que cuando supe que su nieto se llamaba Enrique, se le saltaron unas cuantas lágrimas de emoción, que todavía no han secado por ver semejante angelito.

viernes, 12 de junio de 2015

58. Sin embargo...

Narra Pablo
- Ese tío volvió a aparecer aquí en la entrada… - decía Iván, el portero del edificio.
- ¿Qué habéis hecho?
- No te preocupes… en una cuestión de minutos llegaba la policía… se lo estaban buscando hace algunos días por haber robado tres tiendas en Atocha… se nota que le falta un pedazo muy grande de su cerebro…
- Es un descontrolado… ¿no lo sabes cómo se quedó eso?
- Se fue a la cárcel… ha sido tonto a punto de dejarse filmar por las cameras de las tiendas… se le merece la cárcel…
- Por fin hay paz total…
- Es verdad… al menos no tengo que escuchar cosas venidas de tontos… pues, tengo otro asunto… ahora que llueve un poco, ¿aún no se ha dado cuenta de alguna inundación en su casa?
- No… no he dado cuenta de nada…
- Está teniendo suerte, que el vecino de la frente tiene una de sus habitaciones inundada…
- ¿En serio? A ver si el próximo no soy yo…
Las puertas del ascensor se abrían y aparece a mis dos chicas. La peque sale volando hacía mis brazos y no paraba de hablar:
- Papá, papá, yo te he visto en la tele… y después pasó la canción “Quién”, pero yo he…
- Cariño, ¿por qué estás hablando tan rápido? – le interrumpo.
- Pues… por nada, papá… nos vamos al supermercado, ven con nosotras… - para convencerme, suelta aquella su cara tan mona a la cual yo no puedo resistir y luego le doy un grande beso en una de sus mejillas.
- Vale, yo me voy…
- No, no te vas… - interrumpe Ainhoa con una cara muy seria, respirando muy profundamente y despacio.
- ¿Por qué?
- Se me han rompido aguas ahora mismo…
Sigo mi primer instinto y me voy a buscar el coche. No tenía tiempo ni para respirar, me puso más nervioso que nunca y una cuestión de poco más de un minuto, tenía el coche a la entrada del edificio.
Al llegar al hospital, los médicos se fueron corriendo para tratar del parto, pero algo inesperado estaba pasando. Estaba todo listo para hacer el parto, pero se habían dado cuenta de que era un poco temprano para hacerlo, aunque ella estuviese ya sintiendo más dolor que nunca.
- Tendremos que esperar algún tiempo… - decía el médico - … respire profundamente y relájese…
- Usted me diga cómo se relaja sabiendo que va a nacer su hijo… yo no me lo sé… - contesta ella.
- Tranquila… no es necesario estar nerviosa, todo saldrá muy bien… - empieza a reírse.
- Dios mío, que un ser tan pequeño puede causar tanto dolor... ayyyy…
De hecho, yo no sabía quién estaría más nervioso en aquella habitación: ella o yo. Empezaba a sudar, me quedaba caminando de un lado para el otro de la habitación, pero luego lo paré cuando Ainhoa me dice:
- Pablo, quédate parado que me estás dejando aún más nerviosa…
- Vale, yo paro… ¿pero el niño no sale? Lo veo que será cabezota como su madre…
Entre quejas de dolor, Ainhoa suelta una grande carcajada y me mira:
- Pablo, no digas eso… me has hecho reír…
- Eso es bueno, ¿no? – acaricio su pelo – A ver si te relajas un poco…
- ¿Me voy a relajar sabiendo que tú estás hasta las trancas de tantos nervios?… es imposible…
- ¿Cómo lo sabes?
- Quizás porque te conozco mejor que a mí misma…
Casi dos horas después, entre quejas de dolor y tonterías dichas para relajar, empezaba el parto. Una de las enfermeras pedía la fuerza de Ainhoa y el pequeñito salía muy despacito. La emoción subía cada vez más, yo me quedaba todavía más nervioso viendo todo y los gritos por el esfuerzo de Ainhoa eran muchos.
- Solo falta hacer salir la cabecita… Ainhoa, ahora deposite toda la fuerza que tiene, ¡Vamos!
Ella respira profundamente, agarra mi mano de forma tan fuerte que me hacía doler un poco y suelta un grito tan fuerte que seguro que se hizo escuchar en todo el hospital y las lágrimas de tanto dolor caían en su rosto.

martes, 9 de junio de 2015

57. Contaje final

Narra Ainhoa
Comienza setiembre y empieza el contaje final. Vientre redondito y grande, un cansancio que jamás termina y los últimos arreglos en la habitación del pequeñito. ¡Hombre, qué habitación más mona! Todo esto gracias a mi pequeña, que con sus pillas que jamás terminan tenía mil y una ideas para la decoración de este espacio. De hecho, está sencillo y muy confortable.
La pequeñita Lorena está cada vez más parecida con Marisol y mi hermana de corazón se muere de ganas para ver a este pequeñito saliendo para el mundo. Ahora mis hermanos casi me llaman todos los días para asegurarse de que estoy bien y mi madre, que a poco y poco vuelve a la vida normal sin el hombre de su vida, ya me hizo una visita cortita, que fue el deleite para mí, de sentir el cariño tan especial que es el de una madre.
De Málaga viene las ganas de todos, el máximo cariño y la cuestión de cuándo el “Pablito”, como cariñosamente llaman al bebé, vaya nacer. Sigo siendo muy acariñada por todos y me deja muy feliz.
- Ahora solo queda esperar por el deseo del niño en nacer… - decía el médico en la última consulta – Ahora hay que tener la máxima tranquilidad, unas buenas horas de sueño… porque lo sabe que después las va a echar de menos…
Me miro al espejo y me siento súper bien. Me siento más guapa que nunca, aunque me cueste mucho cargar todo este peso.
- ¿Para qué te ves al espejo? – me pregunta Pablo.
- Eso es casi una pregunta retórica. Todo el mundo se mira al espejo para ver cómo está, ¿no?
- Sí, pero ya deberías saber que estás guapísima, guapísima… no lo sabes lo cuanto me encanta verte con esa barriguita…
- … pero esta barriguita pesa mucho, eh! No para de moverse… parece que está bailando o algo así…
- Bueno, esperemos que sea tan buen bailarín como su madre…
- … ya… con una carrera gigante de dos años y medio por que se ha roto su pie derecho…

Flashback
(Siete años antes)
- ¡Último ensayo antes de la grande final! – gritaba Pedro al entrar en el estudio del colegio – Empezamos con bachata o tango?
- Pues… empezamos con el tango que es más complicado… me voy a poner los zapatos y vuelvo ya…
- ¡Que seas rápida, eh! Eres muy lenta…
- ¡Cállate, tonto! No te olvides de que eres el tío que pasa media hora arreglando el pelo todas las mañanas…
- Claro… un buen tío tiene que estar con el pelo bien bonito, ¿no?
- Esto de tener un hermano tan tonto es pura tortura…
- La niña pequeña trata mal a su hermano mayor… mira, eso es…
- ¿Empezamos? – ya con los zapatos en los pies, Ainhoa se va hacía él, siempre ocultando la risa.
- Vale… frente con frente… - empieza la canción - … vamos, uno, dos, tres, izquierda… adelante, manos atrás… derecha, frente…
- ¡Ayyyy! – sin embargo, Ainhoa para gritando más que nunca.
- ¿Qué pasa?
- Mi pie… ostia, qué me duele…
- Venga, siéntate en aquella silla… yo te ayudo a caminar…
- No puedo… yo me quedo aquí en el suelo…
- Ya… déjame ver el pie…
Pedro toma el pie con mucho cuidado, pero Ainhoa sigue quejándose por el dolor. La única solución ha sido de llamar a una ambulancia y de irse al hospital.
Ya en el hospital, las noticias no eran las mejores:
- Ainhoa, el médico me ha dicho que te has roto el pie… - decía Pedro.
- ¿Qué? Pero, ¿y ahora qué hacemos? Tenemos que irnos a la final…
- No seas cabezota… no te vas a morir por fallar una final, es más importante tu pie…
- No puede ser… hemos luchado tanto para llegar hacía aquí y ahora…
- … y ahora te vas a recuperar… - interrumpe Pedro - … es una final, no es el fin del mundo…
- ¡Es una final que nos puede llevar a las competiciones nacionales!
- Olvida todo eso, Ainhoa… vas a llevar muchos meses de recuperación. Lo siento decírtelo yo, pero la danza se acabó para ti por muchos años…

lunes, 8 de junio de 2015

56. Pasado Presente

Narra Pablo
Al llegar a la entrada del edificio, soy abordado por un hombre desconocido, que tenía apariencia de ser más o menos de mi edad:
- ¡Pablo!
Yo paro, lo miro y el primer pensamiento que llega a mi mente es de qué se trata de algún fan. Sonrío, pero algo raro parecía pasarse.
- Yo no soy un fan, ¿vale? Solo quiero hablar contigo…
- ¿Dé que se trata?
- Se trata de Ainhoa… y no vengas ya hacerte de tonto y decir que no conoces ninguna. Ainhoa Martínez Sierra, es de ella que hablo…
- ¿Qué quieres?
- Lo veo que al final no me equivoqué, ¿eh? A ella le salió la puta buena suerte de quedarse con alguien que…
- Yo volveré a repetir: ¿qué quieres? – le interrumpo - ¿Quién eres, al final? – empiezo a ver que de bueno esto no tendrá nada.
- Luis García… el ex de Ainhoa…
- Lo sé muy bien quién eres… es mejor que te vas ya directo a lo que quieres…
- Solo quiero que le digas que volví… volví para quedarme bien cerca…
- ¿En serio? Si fuera a ti no me atrevía a hacerlo…
- ¿Por qué?
- … porque antes de llegar a ella, tendrás que pasar por mí…
- ¡El chico del tú y tú y tú tienes huevos, eh!
- Tengo más huevos que tú seguramente… no he sido yo que ha dado una cachetada a una mujer…
- Yo no…
- Es mejor que te quedes bien, bien lejos de aquí… - le interrumpo más cabreado que nunca – No tienes la percepción con quién estás hablando… si te veo ni que sea a un kilómetro de distancia, verás que tendrás las consecuencias…
- Ya veremos…
- Claro… ya veremos…
Sin nada más responderme, se giró y se fue. De esto no estaba esperando ni por nada de este mundo. La última cosa que podía imaginar sería el de encontrar a aquel gilipollas que tanto sufrimiento causó a Ainhoa y que le hizo una persona demasiado fría, aquella Ainhoa que conocí en aquel día en Málaga.
- Que mala cara tienes, Pablo… ¿ha pasado algo? – aunque hiciera de todo para disfrazar, Ainhoa me conoce demasiado bien para que vea que algo había pasado.
- Tranquila, no ha pasado nada…
- Que sí, que ha pasado algo. Yo te conozco perfectamente, cariño…
- No desistirás mientras no descubres la verdad, ¿eh?
- Ya lo sabes…
-Ha sido cuando estaba a punto de entrar para el edificio, me apareció un hombre…
- ¿Sabías quién era?
- Él trató de presentarse…
- ¿De quién se trataba?
- Era… era tu…
- Mi…
- Era Luis…
- ¿Qué? ¿Cómo ha pasado eso? – me interrumpe -  ¿Qué te ha dicho? – su cara cambia en menos de un segundo y empieza un cuestionario sin fin, lleno de preocupación y miedo.
- Tranquila… ha dicho un par de tonterías, pero luego traté de dejarle muy claro que se mantenga bien lejos. No necesitas de quedarte nerviosa…
- ¡Maldito gilipollas que tenía que aparecer! – sube sus manos a la cabeza – Con tantos millones de personas del mundo tenía que aparecer justo aquí…
- Ainhoa, Ainhoa, tranquila… - su estado de casi descontrol total tenía que ser controlado rápidamente y luego le doy un abrazo para hacerlo - … verás que no vaya acercarse de nosotros. Yo ya he tomado las providencias en caso de aparecer cerca de aquí, ¿vale? No quiero que te quedes preocupada con esta tontería…
- ¿Tontería? Pablo, no estás viendo lo que puede pasar… él es un loco, ¡no vaya descansar mientras no hace algo conmigo!
- Sssshhhhh… nada vaya pasarse y eso te lo aseguro yo. Puedes estar tranquila, que estoy aquí para protegerte…
- Qué pesadilla… - me abraza aún más fuerte y respira profundamente.

(Días después)
Aquella hora pasada en el programa de tele había sido estupenda, sobre todo porque tenía a dos espectadores muy atentas, pero también muy discretas, viendo toda la entrevista.
- Pablo, ya tienes el coche esperando… cuando tú quieras puedes marcharte… - me susurra Rafa mientras sigo a tomar un poco de agua - … las dos ya han seguido porque hemos tenido una situación, pero todo ya se resolvió…
- ¿Algo grave?
- El tío ese saltó la red de la salida del estudio e intentó abordar a los porteros, pero han visto que tenía un arma blanca y luego trataron de llamar a la policía…
- Bueno, lo importante es que no se ha acercado a ellas…
- Claro… ahora seguro que tendrá la factura a pagar por ese acto…

viernes, 5 de junio de 2015

Tu decides!

55. Revelaciones

Narra Ainhoa
Volviendo a Madrid, el coche silencioso me estaba molestando más que nunca. Su cara lo decía todo, a él le encantaría saber qué siento yo por dentro. Yo, que viví aislada del mundo por cuatro días, he dicho una media docena de palabras al hombre que sin nada reclamar demostraba que en él yo podía encontrar toda la fuerza posible para superar todo esto.
Me sentía muy mal por eso y no tardé mucho en desligar aquella música bien tranquila que pasaba en la radio.
- Pablo… - respiro profundamente - … perdóname por no casi no hablar contigo en estos días, es que yo…
- No tienes que disculparte de nada, Ainhoa… - me interrumpe - …yo comprendo tu reacción y la respecto, de verdad…
- Solo he reaccionado así porque yo juré delante de mi padre que… que no lloraría por su muerte… - mi garganta se queda presa en un nudo gigante y ni la respiración forzada me aliviaba un poco - … lo sé que estabas muy preocupado conmigo…
- Tranquila… lo sabía que tenías que reflexionar y por eso yo respecté tu silencio. Lo que importa es que estés bien…
- Yo estoy bien porque te tengo a mi lado en todos los momentos… - mi ángel amoroso de mi interior se hace soltar con estas palabras. Con una respuesta muy sonriente que he recibido, yo suelto el brillo de mi sonrisa, hecha una adolescente o quizás una niña.
La vida empezaba a seguir adelante sin jamás olvidarme de una de las personas más importantes de mi vida. Sigue vivo para mí, sigue sacándome sonrisas cuando recuerdo el pasado y de esos pequeños detalles hacen toda la diferencia.
Todo seguía, así como este embarazo tan deseado y esperado. Todo seguía perfecto, aunque no pudiese descuidarme un poco.
Se celebraban los ocho meses, unos doce kilos hasta ahora, unas ganas inmensas de comer tortillas y la incerteza con el sexo del bebé. Primeramente me han dicho que sería una niña, ahora me dicen que es un niño y seguimos todos con la duda, que luego se quitó en una consulta:
- De hecho, es un niño…
- ¿Seguro?
- Sí, seguro… puede estar segura, Ainhoa, ¡de allí vaya nascer un niño muy saludable!
- ¡Qué bueno!
Salí de la consulta riéndome conmigo misma. Ahora estoy segura que sigo cargando un Pablito y no podía estar mejor. El mundo parece ser aún más bonito de lo que pensaba. Me siento bien y se me viene el pedido muy especial de mi padre a mi mente: “A ver si cuidas bien de esa preciosidad que está viniendo…”.
- Qué cara tienes, mi amor… - comenta Pablo justo cuando entro en casa.
- ¿Yo?
- ¿Yo veo ahí una sonrisa?
- Pues… quizás veas una sonrisa…
- ¿Quizás? Venga, tienes algo para contarme…
- ¿Algo para contarte?
- Sí, tú… venga…
- ¡Mamá, mamá! – de su habitación sale corriendo la peque con toda la velocidad que tenía - ¿Ya sabes si es un niño o una niña? ¡Dímelo, dímelo!
- Pues… - hago de todo para no perderme de risa hacía la cara de curiosidad de los dos - … bueno, es un bebé…
- Eso no dice nada, mamá…
- Lo veo que no tendré otra solución sino la de decir, ¿verdad?
- Mujer, ¡ya la deberías estar diciendo!
- Vale, vale… es… ¡es un niño!
Con esto recibo el mejor abrazo del mundo: el abrazo de los dos mayores amores de mi vida juntos. Nada mejor que llegar a casa y verlos sonriendo. Sonrío aún más y la palabra “familia” asume aún más importancia a cada día que pasa.

miércoles, 3 de junio de 2015

54. Adiós

Narra Pablo
Desde que ella salió de la habitación dónde se encuentra Enrique, Ainhoa no suelta ni una sola palabra. Sus ojos pasan una terrible imagen de miedo, de un grande “¿por qué?”, empapados en lágrimas que ahora se han metido en un silencio terrible para todos.
Ahora en aquella habitación reside la mayor de todas las atenciones. Todos ya han dicho que son las últimas horas, pero ya se han pasado casi 22 horas desde esa previsión. Ni los médicos ni los enfermeros se pronuncian y el estrés empieza a quitar la poca racionalidad que queda por aquí.
- Hemos hecho el posible y el imposible… - sin embargo sale disparado un médico que con una sencilla frase hizo caer la esperanza que quedaba.
Ni tan solo un segundo pasó que Ainhoa luego caminó hacía el jardín exterior del hospital. Un pedazo de mí me dice que tengo urgentemente de irme junto a ella que algo podía sucederse. Me equivoqué.
Se puso mirando un pequeño árbol, sin soltar ni tan sola una lagrima. El moreno de su piel había desaparecido hace mucho tiempo y daba el lugar al blanco, más blanco que la harina. Los ojos estaban ahora más secos que nunca, sin brillo, en un completo vacío.
Dentro de mí sentía también un vacío muy raro. En todo parecía faltar algo y no tenía una justificación plausible para eso.
- ¿Estás bien? – le pregunto muy bajito.
Puso su cabeza en mi hombro y nada me respondió. En un frente doy un beso suave de conforto y allí nos quedamos los dos, sin ni una sola palabra decir cuando el corazón solo sentía aquel vacío inexplicable.
(Dos días después)
El cielo espejaba de forma muy clara el sentimiento de toda la familia. Las nubes grises hacían prever la lluvia, que no caía.
La iglesia trasbordaba de gente, entre coroneles, gente del ejército, la grande familia Martínez y una cuanta gente de la ciudad que conocía a aquel hombre que de prestigio tenía mucho. Casi junto al cura, en una fila de sillas, se encontraban Esperanza y sus tres hijos. Algunos comentaban bajito la pálida cara y el estado frágil de Ainhoa, otros el rosto de dolor de Esperanza, que estaba como su hija, sin casi nada decir desde aquella triste noticia del médico. En la salida, Mario y Pedro, juntamente con dos generales, cargan el ataúd, llevándolo hacía el cementerio, dónde se hizo la despedida:
- Por eso al despedir a nuestro hermano Enrique… - decía el cura - … podemos irnos recordando esas palabras de Jesucristo: Tu hermano resucitará…
Por fin Ainhoa reaccionaba al ver su padre enterrado por la tierra. No fue por palabras, pero soltó la primera lágrima desde todo esto. Una y una sola lágrima, un adiós muy dolorido, sufrido, pero que ahora tenía que seguir adelante.

martes, 2 de junio de 2015

53. Inmoble

Narra Pablo
(Tres semanas después)
Estaba siendo imposible irse a cenar. La peque se puso viendo algunas fotos mías y de Ainhoa, de nuestra niñez y adolescencia y se moría de risa hacía mis inmensos rizos rubios y las tranzas bien hechas en el pelo muy largo de Ainhoa.
- Papá, ¡pero que camiseta más fea tienes vestida aquí en la foto!
- No es así tan fea… se estaba muy de moda…
- … y mamá era muy de moda llevando esas zapatillas… se parecen dos piedras…
- Mira esta, princesita… - Ainhoa le enseña una foto mía y la peque se quedó un poco sorprendida.
- Pelo corto… papá, ¿has tenido el coraje de tener el pelo así tan corto?
- Se me ha gustado mucho… a ver si un día no vuelvo a ponerlo así también…
- ¡No! El pelo que tienes ahora es mucho mejor… lo sabes que a mí me encanta jugar con tu pelo… ¡no quiero que lo cortes!
- … ¿y si lo corto?
- Yo no dejaré… el pelo que tienes es estupendo…
Sin embargo, el teléfono suena y Ainhoa va a contestarlo.
- Sí… ¡Mario! Por fin me llamas, ¿eh?... – un largo minuto de silencio - … ¿qué ha pasado?... No… - el rosto de Ainhoa empezaba a quedarse muy pálido. Se notaba que no se trataba de una llamada normal, seguro que malo había sucedido, seguro que sería algo de Enrique - … yo comprendo, pero… lo sé, Mario, lo sé… ¿es así muy grave?... vale, ya es tarde, pero mañana yo me voy. No puedo quedarme aquí sabiendo que… tranquilo, hermanito, yo me cuidaré… esperemos que sea solo más un susto… claro, llámame a la hora que sea, ¿vale?... un besito…
- ¿Qué pasa? – pregunto.
- Es mi padre… está de nuevo en el hospital… ahora es muy grave…
- Ya verás que solo será más un susto… lo sabes que tu padre es un hombre muy fuerte…
- Eso lo espero también… - Ainhoa suelta un suspiro profundo y mira el suelo. El silencio toma cuenta de la casa.
- Tranquila… - le doy un abrazo bien fuerte en el que ella no quiso salir jamás. Lo sabía que sus lágrimas empiezan a caerse en mi hombro, pero el silencio era la mejor cosa que podía haber en aquel momento.

Narra Ainhoa
Por detrás de aquella puerta blanca, lo sabía que iba a encontrar algo que seguramente me ponía muy mal, pero tenía que verlo. La abro y doy mis primeros pasos. Tenían lo mismo sabor que los primeros de he dado en mi vida.
Mi padre permanecía inmoble en aquella camilla de hospital. Me acerqué a él y haciendo el máximo esfuerzo, él intenta darme la mano. En un gesto muy sencillo agarro de su mano de manera muy suave y de su rosto despedazado sale una pequeña sonrisa.
- A ver si cuidas bien de esa preciosidad que está viniendo…
- … y esta preciosidad la verás nacer…
- Tendré que enseñarle algunas cositas, ¿eh?
- Por supuesto… o no estaremos hablando de los Martínez…
- ¿Ya te he dicho lo cuanto te quiero? – me interrumpe, hablando muy bajito.
Siento un grande nudo en mi garganta y las lágrimas hacen de todo para saltar al exterior. Nos miramos mutuamente sin nada decir. Sus ojos brillaban más que nunca:
- Todo lo que hizo en la vida ha sido para que tú y tus hermanos tuviesen la mejor vida posible… por cierto me he equivocado algunas veces, pero lo sé que por un lado esos errores fueron importantes también…
- No digas esas cosas, papá… me estás haciendo llorar…
- Si es para llorar que sea de alegría… si la hora de irme llegar pronto, ¿me lo prometes que no llorarás de tristeza?
- Papá… - se me soltaba toda la emoción que sentía en aquel momento.
- Yo quiero que seas feliz… y lo sé qué estás feliz con la familia que has construido…
- En el comienzo no te ha gustado a Pablo…
- … pero eso fue cuando supe que él era tu novio. Me he equivocado… te ha salido la mayor buena suerte que existe en el amor… ¿me lo prometes?
- No sé si soy capaz de hacerlo… papá, eres tan importante que…
- Tu eres fuerte, Ainhoa… ¿quién se ha atrevido a cuestionar mis decisiones? ¿Quién se fue a estudiar para Ginebra sola aunque yo no lo quisiese?
- Fui yo… - respondo bajito.
- Eres más fuerte de lo que te crees…
- No… ¿quién seré yo sin ti? – a poco y poco el lloro casi se me quita la respiración. Yo temblaba solo en pensar en su ausencia. Todo se parecía a obscuridad sin él. Me dolía. Tenía cuchillos en el corazón.

jueves, 28 de mayo de 2015

52. Preciosidades

Narra Ainhoa
(Cinco meses después)
“Bienvenida sea esta preciosidad…” y debajo del mensaje se encontraba una fotito muy especial. Lorena, mi ahijada, la nueva alegría de Marisol y Hugo. ¡Vaya niña más guapa! Pequeña, un poco morena, con unas mejillas súper monas. Pronto me he perdido de amores por aquella niña.
No tardé mucho a hacer la merecida visita. A Marisol se le parece que no le ha pasado nada, está igual, igual a lo normal, fuerte y llena de felicidad. Es impresionante. Entre ella, la peque, Hugo, Pablo y Ainhoa, soy yo la única que no puede decir que está fuerte.
Estoy más sensible que nunca, la balanza se me da cada vez más peso y no es para menos. Mi vientre se parece que está lleno de plomo y caminar es cada vez más una tarea ardua, pero todo sigue perfecto y eso ya me vuelve todas las fuerzas que pierdo en soportar una vida en mi interior.
En un día tengo ganas de comer churros con chocolate y en el otro las ganas de dormir toman cuenta de mí. Pablo y Ainhoa siguen teniendo una santa paciencia para aguantar todos estos cambios.
- Hola princesita… - susurro a la niña cuando me la pusieron en mis brazos. Me rendí a sus encantos, imposible de no hacerlo.
- Me lo parece que ha gustado mucho de ti… - comenta Marisol.
- … y yo a ella… ¡qué cosita más mona! – no puedo parar de sonreír hacía Lorena, que muy tranquila duerme en mis brazos.
La emoción se me empieza a subir, pero intento controlarme. No veo la hora de tener a este diamante que tengo en mi vientre y que tanta alegría sigue trayendo a nosotros.
- … ¿y tú? Te veo con un aire tan fatigado… - comenta Marisol cuando ya estábamos a solas.
- Todo sigue entre une mezcla de felicidad y miedo… cada día es una victoria…
- … y es una victoria justa. Vosotros os merecéis toda la felicidad que pueda existir… hombre, ¡la cara de Pablo no equivoca a nadie! Se puede ver a kilómetros de distancia que lo que más quiere en esto momento es de esto siga bien…
- A veces no me lo sé cómo puedo aguantar tantas cosas… es el miedo de que esto pueda estar mal, son las ganas de ver el disco de Pablo saliendo por allí, es mi padre…
- … ¿todo sigue igual? – interrumpe.
- No… sigue peor… ya todos tenemos el corazón preparado para todas las situaciones que podrán venir, aunque nos esté costando un montón…
- … pero tu padre es un hombre fuerte y si hasta ahora aguantó tanto, seguro que aguantará mucho más…
- Eso esperamos todos…
- .. bueno, hay que mantener la esperanza y lo sé que tú la tienes… ya verás que tu padre se va embobar con esa cosita que estás cargando…
- ¡Ya sigue embobado! Se parece un sol sonriendo… es el bebé de Ainhoa allí, es el enseñar los pájaros y, sobre todo… ¡es el deseo de que sea un niño!
- Yo presiento que será una niña…
- Yo también… - digo.
- Entonces será una niña… tus presentimientos jamás se equivocan…
- … pero en este turno pueden…
- Venga, ya verás que será una niña… si hasta ahora has presentido todo bien, no será ahora que vas a equivocarte…

miércoles, 27 de mayo de 2015

51. Difícil de pensar

Narra Pablo
- ¿Necesitas de ayuda, mi vida? – pregunto yo a Ainhoa, viendo la cama empezando a tener un montón de ropa junta.
- No, gracias… en diez años tendré una ropa ideal para vestir… - responde muy irónicamente sin quitar los ojos del armario.
- ¿Ya has visto la ropa que has tirado a la cama?
- Bueno… de hecho ya he tirado un montón de ropa… ¡pero yo no encuentro nada!
- ¿En serio?
Me pongo frente al armario y para mis manos viene un estruendoso, pero sencillo vestido rojo. La miro y luego le digo:
- Ven, vístete con este…
- ¿Rojo?
- Sí, rojo… el rojo te queda súper bien…
Miró el vestido un par de veces intentando asimilar mi escoja.
- No está mal… a ver si me vaya gustar…
Se quitó el pijama y luego vistió el vestido. Muy despacio comienza a lucir en su cuerpo de piel morena, pero cuando estaba a punto de quedarse lista, la cremallera no quería cerrarse. Me fui a ayudarla, pero la verdad es que no se cerraba ni por nada.
A continuación un vestido azul con unas flores blancas y se le quedó perfecto. Era la prenda perfecta para un día de extremo calor, el calor madrileño que deja a cualquiera sudando y deseando estar bajo agua constantemente.
- Parezco un jardín… - comentaba ella mirándose al espejo.
- Estás perfecta, mi amor…
- Por supuesto… nunca me lo dices que estoy fea…
- Lo sabes que yo no digo mentiras… - respondo yo con una sonrisa muy malvada y una mirada muy cómplice.
- Yo también te quiero, Pablo… - responde ella de forma muy irónica, caminando ya hasta la puerta.
Con los días pasando, la esperanza renacía. Lo que las previsiones decían ser un fracaso, a poco y poco el embarazo sorprendía hasta el médico que acompaña a Ainhoa. Teniendo él mucha experiencia, nos decía que el riesgo de todo esto era más que mucho y que deberíamos estar ya preparados para lo peor que sería previsible de sucederse.
Paralelo a esto, la pequeña Ainhoa empezaba a despertar una nueva pasión: el piano. De forma muy discreta, se sentaba en el piano y de forma aleatoria tocaba en las teclas. Tanto insistió conmigo y con Ainhoa que ahora casi todos los días alguno de los dos le enseña algo. Es cada vez más curiosa y le encanta aprender cosas nuevas.
Se van sucediendo muchas cosas y una de ellas es lo que está por venir. El nuevo disco va ganando su forma, está sorprendiendo hasta los más sorprendidos y las ganas de hacerlo salir para las tiendas es más que mucha. Pero antes de todo eso, no podré hacer nacer un disco a la tienda sin que mi familia lo escuche. Su opinión es de lo más importante.

Narra Ainhoa
- Lo veo que el cuidado está siendo más que mucho… ¡está todo perfecto!
La mejor frase que hoy podía ser dicha salió de la boca del médico. Se me da un miedo tremendo todas las veces que me voy a las consultas. Tengo la idea del riesgo que estoy corriendo y todo lo que quiero es llevar esto a su fin, ver por fin un bebé nacer de mí y por fin poder decir que al final fui capaz de generar una vida hacía un montón de previsiones negativas.
Me lo creo que el secreto de todo esto es el amor. De eso no puedo hacer reclamación, que lo tengo mucho. Mi pequeña es mi compañía mientras Pablo se parece a un niño pequeño mientras está terminando el nuevo disco.
Nos morimos de ganas por escucharlo, además, ahora con la peque y su pasión por el piano, la música se hace sonar más que nunca en todos los rincones de la casa. Es un verano bien musical, en el que no queda nada para ver a la niña entrando en la escuela… hombre, me lo parece que ha sido ayer que he visto a aquella niña tan indefensa en la institución. Un amor a la primera vista, un amor tan tierno lo que tuvimos las dos.

domingo, 19 de abril de 2015

50. Visita de reflexión

Narra Pablo
- ¡Por fin veo a uno de los dos! Marisol aparecía justo a la puerta del edificio. Hace un montón de tiempo que ya no nos vemos y ahora viendo que está “más gordita”, es decir, con un bonito vientre de embarazada.
- Hace cuánto tiempo, ¿no? De hecho, ha pasado mucho tiempo… - digo mirando su vientre.
- ¡Ha sido el tiempo suficiente para hacer un bebé! Y ¿cómo están tus niñas?
- La peque está estupenda, siempre creciendo… y Ainhoa ya puede hacerte compañía, ¿eh?
- ¿Hacerme compañía? Lo veo que hay mucho que contar…
- Eso es… y ¿por qué no nos subimos y nos ponemos los temas actualizados?
- Buena idea…
La cara de Marisol era de mucha intriga y de entusiasmo. Se notaba la alegría por encontrarnos de nuevo y de poder contarnos todas las novedades.
- ¡Pero qué visita tan agradable! – las dos se funden en un abrazo muy tierno. Se lo parecen dos hermanas, sin duda ninguna, su complicidad, amistad y felicidad de estar juntas es algo muy bonito. A ver si esta agradable visita de Mari pueda dar más fuerza a Ainhoa. Aunque no lo demuestre mucho, lo sé que está muy preocupada con el embarazo y no quiere que termine de la misma forma que el otro.
- ¡Tita Marisol! – la peque corre desde su habitación hasta el salón con una sonrisa de oreja a oreja. Se tiró para sus brazos.
- Estás más crecida, princesa… ¡y cada vez más guapa!
- Oye, ¿tú también estás embarazada como mamá?
- ¿En serio?
- Sí… verás que será una niña, así podrá jugar conmigo…
- ¡Tanto tiempo ha pasado y no me dices que ya estás así tan guapa, Mari! – afirmaba Ainhoa haciendo un esfuerzo tremendo para mantenerse de pie.
- Venga… no te enfades conmigo, Ainhoa… ¿y tú? ¿Cómo va ese embarazo?
- Es muy reciente, hermanita… es reciente y un poco peligroso…
- Solo espero que todo salga bien… ¡y lo sabes que quiero ser la madrina de esa Ainhoa pequeñita o de ese Pablito que está llegando!
- No me lo negó… ¡no quiero correr el riesgo de verte cabreada! Ven, siéntate, que tenemos mucho que hablar…

Narra Ainhoa
Ya a solas con Marisol, las confesiones empiezan a salir sin parar. Desde que nos conocemos que esto se sucede. Nos apoyamos a las dos para tomar muchas decisiones y para pedir opiniones cuando los dilemas toman cuenta de todos los pensamientos.
- Lo veo que existen muchas cositas pasando por tu cabeza, Ainhoa…
- Es verdad… no lo sé cómo a veces me aguanto tan bien… primeramente dejar mi trabajo me costó un montón y después vino mi padre con aquella terrible enfermedad y ahora… ¡ahora no puedo hacer nada! ¡Me siento tan inútil! – entre sollozos y unos cuantos intentos para controlarme, las lágrimas se me saltan.
- Nena, tu eres fuerte… - me abraza – Lo sabes que tienes quién te apoya y quién estará siempre a tu lado…
- Eso lo sé, Marisol… pero los sentimientos son míos y quién los siente son yo…
- Es verdad… pero por favor, dime que sigues durmiendo y estando normal… lo sabes cómo has estado hace unos años…
- Me encantaría poder decirte que sigo durmiendo normal… ya son muchas las noches en las que me la paso llorando y pensando, pensando… pero luego Pablo se da cuenta de que no estoy en la cama y…
- … y luego trata de llevarte a la cama y qué bien qué hace… - me interrumpe - … lo bueno es que tienes a alguien que te cuida y eso me deja más tranquila… no lo sabes lo cuanto me encanta veros juntos, ¡me da una felicidad maravillosa, hermanita!

lunes, 13 de abril de 2015

49. Un despertar nada bueno

Narra Ainhoa
Cuatro de la mañana y de forma automática me despierto. No me gusta nada despertarme de esta manera, tampoco de despertarme con unos dolores en el vientre terribles. Aunque tuviese los ojos todavía un poco cerrados, me levanto de forma muy discreta para no despertar a Pablo y el dolor se queda más intenso.
Solo tuve tiempo de correr hacía el baño y de vomitar por unos largos minutos. La cabeza parecía explotar y me sentía frágil. A continuación, me da unas ganas tremendas de beber agua. Todo era muy raro y no tenía motivos para pensar que ha sido la comida el motivo para todo esto. He comido muy sano para estar así.
En mi mente comienza a sonar casi una alarma. Embarazada? Yo? Imposible, desde aquel embarazo interrumpido que no tengo manera de quedarme embarazada. Todo esto me quitó el sueño que tenía y ya no volví a dormirme.
Estaba envuelta en una intriga de las grandes. Un dilema paseaba en mi mente sin darme un solo segundo tranquila y me refugiaba en el balcón, mirando el sol a poco y poco llenando el cielo y sintiendo cada vez más ese calor de verano muy a gusto.
De nuevo me dan las ganas de vomitar y de nuevo vuelvo a correr hacía el baño. Me quedaba casi sin fuerzas ningunas y por suerte, Pablo me agarra cuando yo saliendo del baño casi me caía.
- Dios mío, estás bien? – me pregunta muy afligido.
- Sí… solo necesito de sentarme que mis fuerzas son muy pocas…
- Lo mejor es llamar a un médico… - me ayuda a acostarme en la cama y luego trata de llamar a alguien. Yo podía ser fuerte y decirle que no sería necesario, pero el dolor era tan intenso que quería quitarlo lo más rápido posible.
En menos de media hora entraba una señora muy maja en la habitación. Me quedé a solas con ella y pronto trata de hacerme un montón de preguntas:
- Qué ha comido usted anoche?
- Ensalada y pollo… todo sano…
- Muy bien… ha comido algún pastel, bebió algún zumo o algo?
- No…
- Vale. También tenemos la posibilidad de estar…
- Eso lo estoy sospechando… - interrumpo - … aunque yo ya he tenido un embarazo interrumpido…
- Lo sé, he visto en sus datos clínicos… las probabilidades son casi inexistentes… pero hagamos el test, no?
- Lo que sea necesario, doctora… el dolor me está matando, es muy intenso…
Ella saca de un recipiente de su bolso y me tuve que ir hacía el baño. Increíble como con un poquito de orina se puede saber tantas cosas. Luego la doctora saca de una maquina pequeñita y has un análisis muy detallado. Yo esperaba y me desesperaba por la respuesta y por el dolor.
- Bueno, bueno, bueno… - decía ella sin quitar los ojos de la hoja que salió disparada de la máquina - … si la máquina no está estropeada, usted tiene…
- Yo tengo…
- … usted tiene algo…
- Me lo dice lo que es?
- Usted tiene una vida en su vientre… pero no podemos ya echar unos fuegos artificiales porque es probable que esté en riesgo de vida… los niveles de azúcar son muy bajos y otros indicadores también… esto no es normal… mejor que se quede de reposo total en los próximos días y que mantenga las comidas sanas…
La inexistencia de fuerzas solo me dio ganas de dormir. En poco tiempo estaba a punto de quedarme dormida y por suerte ha sido justo cuando ella salió de la habitación. Estaba feliz y al mismo tiempo asustada.
Ha sido suficiente haber interrumpido un embarazo, lo que quiero ahora es que yo me quede bien así como el bebé, aunque las previsiones no sean las mejores. La doctora se puso hablando con Pablo en el salón, lo podía ver desde la puerta de la habitación que estaba un poco abierta. No escuchaba nada, hablaban muy bajito, pero la cara de aquella mujer no era la más animada, seguro.

miércoles, 8 de abril de 2015

48. Horizontes

Narra Pablo
Tener unos días en los que no tienes que poner el despertador, en que puedes hacer lo que te da la gana y, sobre todo, estar en un lugar de sueño como este y con una compañía estupenda, es de lo mejor que se puede desear. Hemos perdido la cuenta a las veces en que estuvimos en la playa y en que nos fuimos de bici a visitar algunos rincones de la isla.
De helicóptero hemos podido contemplar aquella isla griega de una forma totalmente diferente. De hecho, en tierra, en el aire y en el mar, la isla es más que perfecta, un auténtico paraíso.
Hemos aprovechado un montón, haciendo quizás cosas muy peores que las que hiciéramos cuando todavía éramos dos locos enamorados que jamás les pasaba por la mente que un día todo aquello llegaría a matrimonio.
Pero bueno, lo que es bueno termina muy rápidamente. Cuando nos hemos dado cuenta, ya estábamos abrazando a nuestra pequeñita. Seguro que éramos nosotros los que echaban más de menos porque ella no paraba de contar lo que ha hecho en todos estos días en que estuve con mis padres y con Enrique y Pilar.
Tenía mil y uno dibujos para regalarnos y estaba más energética que nunca. Era algo que nos contagiaba y justo en ese mismo día, aunque el jet lag nos hacía sentir en el cuerpo, nos fuimos los tres a la playa.
- Papá, yo ya lo sé muchas cosas sobre pajaritos... el abu Enrique me ha enseñado un montón! Y el abu Salvador me enseñó a dibujar unas casas muy bonitas... y yo me fui con él hacía su oficina y tenía unas maquetas estupendas!
- Lo veo que has hecho un montón de cositas...
- Oye, mamá, ahora yo ya puedo ayudarte en la cocina...
- En serio?
- Sí... hizo un bizcocho de chocolate con la tita Casilda y con la abu Elena... y qué rico estaba! Y el tito Mario estuve aquí hace un par de días y yo estuve todo el día jugando con Juan y María... espera... y también estuve con Sofía y el primo Salva viendo unas películas por la noche... y nos fuimos a la playa también y hicimos una barbacoa en casa y...
- Todavía no has contado todo? Madre mía, lo veo que estuviste muy ocupada...
- Sí, papá... y he visto en la tele la isla dónde os fuisteis... qué bonita es!
- A ver si en la próxima vez nos vamos los tres... - decía Ainhoa.
- Qué guay! Pero ahora nos vamos hacía el agua?
- Claro... para eso hemos venido a la playa, no?
- Vale, vale... corre!
Y las dos se van corriendo hacía el agua como si el mundo estuviera terminando en aquel momento. Sus carcajadas se hacen escuchar desde lejos y me hace dibujar una sonrisa muy natural. Ver a mis niñas felices me deja feliz también.
Después de toda esta locura, la princesita se puso en la arena haciendo castillos. Me lo parece que ya está naciendo la próxima generación de arquitectos en la familia. Es increíble cómo sin nada hacer el gusto por la arquitectura nace.
- Qué haces tú, princesita? - pregunto.
- Me estoy haciendo casitas y castillos... me encanta hacerlos...
- Venga que... que estoy teniendo hacía mí una pequeña arquitecta, eh? – preguntaba Ainhoa con la misma pregunta que tenía yo en mi mente.
- La tita Juana ha estado por aquí hace un par de días y me enseñó muchas cosas para dibujar y hacer casas muy bonitas…
De hecho, el castillo que estaba haciendo estaba quedándose estupendo. Seguro que ya le corre por la sangre ese espíritu para la arquitectura. Vaya familia conectada con todos los tipos de arte! Alrededor de mí solo tengo artistas, qué mejor se puede desear?
Sin embargo, Ainhoa se queda demasiado pensativa. Jamás ha estado así, muy quieta, mirando el horizonte y el mar como si nunca lo hubiera hecho. Me sonaba un poco raro toda aquella situación.
-  Te veo muy pensativa, cariño… - comento.
- De hecho, lo estoy…
- Qué es lo que estás pensando?
- Un montón de cosas… en la peque, en nuestra familia, en la enfermedad de mi padre… me da un aprieto en el corazón… aunque parezca muy positiva, yo no lo sé cómo estaré cuando mi padre…
- Ssshhhh… - pongo mi dedo índice en sus labios para que se callara - … tu padre es un hombre muy fuerte y jamás vaya dejarse llevar por la enfermedad que tiene…
Sin nada responderme, me abraza muy fuerte y en mis brazos refugia sus lágrimas, que comienzan a caerse sin pedir permiso. De forma muy lenta acaricio su pelo con mi mano y hago de todo para parar todas aquellas lágrimas.