Narra
Ainhoa
Comienza setiembre y empieza el contaje
final. Vientre redondito y grande, un cansancio que jamás termina y los últimos
arreglos en la habitación del pequeñito. ¡Hombre, qué habitación más mona! Todo
esto gracias a mi pequeña, que con sus pillas que jamás terminan tenía mil y
una ideas para la decoración de este espacio. De hecho, está sencillo y muy
confortable.
La pequeñita Lorena está cada vez más
parecida con Marisol y mi hermana de corazón se muere de ganas para ver a este
pequeñito saliendo para el mundo. Ahora mis hermanos casi me llaman todos los
días para asegurarse de que estoy bien y mi madre, que a poco y poco vuelve a
la vida normal sin el hombre de su vida, ya me hizo una visita cortita, que fue
el deleite para mí, de sentir el cariño tan especial que es el de una madre.
De Málaga viene las ganas de todos, el
máximo cariño y la cuestión de cuándo el “Pablito”, como cariñosamente llaman
al bebé, vaya nacer. Sigo siendo muy acariñada por todos y me deja muy feliz.
- Ahora solo queda esperar por el deseo
del niño en nacer… - decía el médico en la última consulta – Ahora hay que
tener la máxima tranquilidad, unas buenas horas de sueño… porque lo sabe que
después las va a echar de menos…
Me miro al espejo y me siento súper
bien. Me siento más guapa que nunca, aunque me cueste mucho cargar todo este
peso.
- ¿Para qué te ves al espejo? – me
pregunta Pablo.
- Eso es casi una pregunta retórica.
Todo el mundo se mira al espejo para ver cómo está, ¿no?
- Sí, pero ya deberías saber que estás
guapísima, guapísima… no lo sabes lo cuanto me encanta verte con esa
barriguita…
- … pero esta barriguita pesa mucho, eh!
No para de moverse… parece que está bailando o algo así…
- Bueno, esperemos que sea tan buen
bailarín como su madre…
- … ya… con una carrera gigante de dos
años y medio por que se ha roto su pie derecho…
Flashback
(Siete
años antes)
- ¡Último ensayo antes de la grande
final! – gritaba Pedro al entrar en el estudio del colegio – Empezamos con
bachata o tango?
- Pues… empezamos con el tango que es
más complicado… me voy a poner los zapatos y vuelvo ya…
- ¡Que seas rápida, eh! Eres muy lenta…
- ¡Cállate, tonto! No te olvides de que
eres el tío que pasa media hora arreglando el pelo todas las mañanas…
- Claro… un buen tío tiene que estar con
el pelo bien bonito, ¿no?
- Esto de tener un hermano tan tonto es
pura tortura…
- La niña pequeña trata mal a su hermano
mayor… mira, eso es…
- ¿Empezamos? – ya con los zapatos en
los pies, Ainhoa se va hacía él, siempre ocultando la risa.
- Vale… frente con frente… - empieza la
canción - … vamos, uno, dos, tres, izquierda… adelante, manos atrás… derecha,
frente…
- ¡Ayyyy! – sin embargo, Ainhoa para
gritando más que nunca.
- ¿Qué pasa?
- Mi pie… ostia, qué me duele…
- Venga, siéntate en aquella silla… yo
te ayudo a caminar…
- No puedo… yo me quedo aquí en el
suelo…
- Ya… déjame ver el pie…
Pedro toma el pie con mucho cuidado, pero
Ainhoa sigue quejándose por el dolor. La única solución ha sido de llamar a una
ambulancia y de irse al hospital.
Ya en el hospital, las noticias no eran
las mejores:
- Ainhoa, el médico me ha dicho que te
has roto el pie… - decía Pedro.
- ¿Qué? Pero, ¿y ahora qué hacemos?
Tenemos que irnos a la final…
- No seas cabezota… no te vas a morir
por fallar una final, es más importante tu pie…
- No puede ser… hemos luchado tanto para
llegar hacía aquí y ahora…
- … y ahora te vas a recuperar… -
interrumpe Pedro - … es una final, no es el fin del mundo…
- ¡Es una final que nos puede llevar a
las competiciones nacionales!
- Olvida todo eso, Ainhoa… vas a llevar
muchos meses de recuperación. Lo siento decírtelo yo, pero la danza se acabó
para ti por muchos años…