Narra Ainhoa
Cuatro
de la mañana y de forma automática me despierto. No me gusta nada despertarme
de esta manera, tampoco de despertarme con unos dolores en el vientre
terribles. Aunque tuviese los ojos todavía un poco cerrados, me levanto de
forma muy discreta para no despertar a Pablo y el dolor se queda más intenso.
Solo
tuve tiempo de correr hacía el baño y de vomitar por unos largos minutos. La
cabeza parecía explotar y me sentía frágil. A continuación, me da unas ganas
tremendas de beber agua. Todo era muy raro y no tenía motivos para pensar que
ha sido la comida el motivo para todo esto. He comido muy sano para estar así.
En
mi mente comienza a sonar casi una alarma. Embarazada? Yo? Imposible, desde
aquel embarazo interrumpido que no tengo manera de quedarme embarazada. Todo
esto me quitó el sueño que tenía y ya no volví a dormirme.
Estaba
envuelta en una intriga de las grandes. Un dilema paseaba en mi mente sin darme
un solo segundo tranquila y me refugiaba en el balcón, mirando el sol a poco y
poco llenando el cielo y sintiendo cada vez más ese calor de verano muy a
gusto.
De
nuevo me dan las ganas de vomitar y de nuevo vuelvo a correr hacía el baño. Me
quedaba casi sin fuerzas ningunas y por suerte, Pablo me agarra cuando yo
saliendo del baño casi me caía.
-
Dios mío, estás bien? – me pregunta muy afligido.
-
Sí… solo necesito de sentarme que mis fuerzas son muy pocas…
-
Lo mejor es llamar a un médico… - me ayuda a acostarme en la cama y luego trata
de llamar a alguien. Yo podía ser fuerte y decirle que no sería necesario, pero
el dolor era tan intenso que quería quitarlo lo más rápido posible.
En
menos de media hora entraba una señora muy maja en la habitación. Me quedé a
solas con ella y pronto trata de hacerme un montón de preguntas:
-
Qué ha comido usted anoche?
-
Ensalada y pollo… todo sano…
-
Muy bien… ha comido algún pastel, bebió algún zumo o algo?
-
No…
-
Vale. También tenemos la posibilidad de estar…
-
Eso lo estoy sospechando… - interrumpo - … aunque yo ya he tenido un embarazo
interrumpido…
-
Lo sé, he visto en sus datos clínicos… las probabilidades son casi
inexistentes… pero hagamos el test, no?
-
Lo que sea necesario, doctora… el dolor me está matando, es muy intenso…
Ella
saca de un recipiente de su bolso y me tuve que ir hacía el baño. Increíble
como con un poquito de orina se puede saber tantas cosas. Luego la doctora saca
de una maquina pequeñita y has un análisis muy detallado. Yo esperaba y me
desesperaba por la respuesta y por el dolor.
-
Bueno, bueno, bueno… - decía ella sin quitar los ojos de la hoja que salió
disparada de la máquina - … si la máquina no está estropeada, usted tiene…
-
Yo tengo…
-
… usted tiene algo…
-
Me lo dice lo que es?
-
Usted tiene una vida en su vientre… pero no podemos ya echar unos fuegos
artificiales porque es probable que esté en riesgo de vida… los niveles de
azúcar son muy bajos y otros indicadores también… esto no es normal… mejor que
se quede de reposo total en los próximos días y que mantenga las comidas sanas…
La
inexistencia de fuerzas solo me dio ganas de dormir. En poco tiempo estaba a
punto de quedarme dormida y por suerte ha sido justo cuando ella salió de la
habitación. Estaba feliz y al mismo tiempo asustada.
Ha
sido suficiente haber interrumpido un embarazo, lo que quiero ahora es que yo
me quede bien así como el bebé, aunque las previsiones no sean las mejores. La
doctora se puso hablando con Pablo en el salón, lo podía ver desde la puerta de
la habitación que estaba un poco abierta. No escuchaba nada, hablaban muy
bajito, pero la cara de aquella mujer no era la más animada, seguro.
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