Narra
Pablo
Al llegar a la entrada del edificio, soy
abordado por un hombre desconocido, que tenía apariencia de ser más o menos de
mi edad:
- ¡Pablo!
Yo paro, lo miro y el primer pensamiento
que llega a mi mente es de qué se trata de algún fan. Sonrío, pero algo raro
parecía pasarse.
- Yo no soy un fan, ¿vale? Solo quiero
hablar contigo…
- ¿Dé que se trata?
- Se trata de Ainhoa… y no vengas ya
hacerte de tonto y decir que no conoces ninguna. Ainhoa Martínez Sierra, es de
ella que hablo…
- ¿Qué quieres?
- Lo veo que al final no me equivoqué,
¿eh? A ella le salió la puta buena suerte de quedarse con alguien que…
- Yo volveré a repetir: ¿qué quieres? –
le interrumpo - ¿Quién eres, al final? – empiezo a ver que de bueno esto no
tendrá nada.
- Luis García… el ex de Ainhoa…
- Lo sé muy bien quién eres… es mejor
que te vas ya directo a lo que quieres…
- Solo quiero que le digas que volví… volví
para quedarme bien cerca…
- ¿En serio? Si fuera a ti no me atrevía
a hacerlo…
- ¿Por qué?
- … porque antes de llegar a ella,
tendrás que pasar por mí…
- ¡El chico del tú y tú y tú tienes
huevos, eh!
- Tengo más huevos que tú seguramente…
no he sido yo que ha dado una cachetada a una mujer…
- Yo no…
- Es mejor que te quedes bien, bien
lejos de aquí… - le interrumpo más cabreado que nunca – No tienes la percepción
con quién estás hablando… si te veo ni que sea a un kilómetro de distancia,
verás que tendrás las consecuencias…
- Ya veremos…
- Claro… ya veremos…
Sin nada más responderme, se giró y se
fue. De esto no estaba esperando ni por nada de este mundo. La última cosa que
podía imaginar sería el de encontrar a aquel gilipollas que tanto sufrimiento causó
a Ainhoa y que le hizo una persona demasiado fría, aquella Ainhoa que conocí en
aquel día en Málaga.
- Que mala cara tienes, Pablo… ¿ha
pasado algo? – aunque hiciera de todo para disfrazar, Ainhoa me conoce
demasiado bien para que vea que algo había pasado.
- Tranquila, no ha pasado nada…
- Que sí, que ha pasado algo. Yo te
conozco perfectamente, cariño…
- No desistirás mientras no descubres la
verdad, ¿eh?
- Ya lo sabes…
-Ha sido cuando estaba a punto de entrar
para el edificio, me apareció un hombre…
- ¿Sabías quién era?
- Él trató de presentarse…
- ¿De quién se trataba?
- Era… era tu…
- Mi…
- Era Luis…
- ¿Qué? ¿Cómo ha pasado eso? – me
interrumpe - ¿Qué te ha dicho? – su cara
cambia en menos de un segundo y empieza un cuestionario sin fin, lleno de
preocupación y miedo.
- Tranquila… ha dicho un par de
tonterías, pero luego traté de dejarle muy claro que se mantenga bien lejos. No
necesitas de quedarte nerviosa…
- ¡Maldito gilipollas que tenía que
aparecer! – sube sus manos a la cabeza – Con tantos millones de personas del
mundo tenía que aparecer justo aquí…
- Ainhoa, Ainhoa, tranquila… - su estado
de casi descontrol total tenía que ser controlado rápidamente y luego le doy un
abrazo para hacerlo - … verás que no vaya acercarse de nosotros. Yo ya he
tomado las providencias en caso de aparecer cerca de aquí, ¿vale? No quiero que
te quedes preocupada con esta tontería…
- ¿Tontería? Pablo, no estás viendo lo
que puede pasar… él es un loco, ¡no vaya descansar mientras no hace algo
conmigo!
- Sssshhhhh… nada vaya pasarse y eso te
lo aseguro yo. Puedes estar tranquila, que estoy aquí para protegerte…
- Qué pesadilla… - me abraza aún más
fuerte y respira profundamente.
(Días
después)
Aquella hora pasada en el programa de
tele había sido estupenda, sobre todo porque tenía a dos espectadores muy
atentas, pero también muy discretas, viendo toda la entrevista.
- Pablo, ya tienes el coche esperando…
cuando tú quieras puedes marcharte… - me susurra Rafa mientras sigo a tomar un
poco de agua - … las dos ya han seguido porque hemos tenido una situación, pero
todo ya se resolvió…
- ¿Algo grave?
- El tío ese saltó la red de la salida
del estudio e intentó abordar a los porteros, pero han visto que tenía un arma
blanca y luego trataron de llamar a la policía…
- Bueno, lo importante es que no se ha
acercado a ellas…
- Claro… ahora seguro que tendrá la
factura a pagar por ese acto…
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