Narra
Pablo
En
la tranquilidad del estudio empezaba a leer todo el montón de
papeles que tenía escritos con versos de canciones. Me sonaban
perfectamente, pero “Por fín” tenía un sabor especial. Fue la
primera canción totalmente inspirada en Ainhoa y, de hecho, merecía
ser la primera del disco, merecía ser el single, el himno a nuestro
amor aunque todavía ella no lo supiese de nada.
He
tenido el mayor cuidado en ocultar todas las letras de forma a que
ella no tuviese acceso aún cuando tenía mil y una ganas de
enseñarlas y cantarlas para ella.
En
la verdad, he puesto “Por fin” como la primera canción del disco
y cuando Eric, el productor de toda esta aventura, me lo ha
preguntado el por qué, yo solo le respondí:
-
Pronto vas a saber...
-
Venga, dime el porqué...
-
Te lo afirmo... cuando menos esperas, tendrás la respuesta y la
verás con tus proprios ojos...
Lo
bueno fue Eric conformarse con mi respuesta y no volver a tocar en el
asunto. De forma inocente y sin estar esperando, él tendrá la
respuesta.
Las
grabaciones empezaban de forma muy rápida y todo parecía una
montaña rusa entre canciones, guitarras, percusiones y mil y una
preguntas sobre las intrigas que había dejado con el tiempo. Por
poco no me aguantaba con todas ellas, pero lo sabía que toda la
fuerza utilizada merecía la pena, se trataba del disco de mi vida,
de toda mi alma y experiencias puestas en un disco con la forma de
versos y melodías.
Todo
esto en cinco letras, “Terral”, que me llevaba a mis origenes y
mis mejores y más felices memorias. En Málaga nací, crecí, viví
escenas fabulosas, hizo sueños y los realicé y en este paraiso
andaluz he conocido a la mujer de mi vida.
Todo
tenía una causa, un motivo para estar así y no estar de otra forma,
lo había pensado muy bien al organizar todo esto y nadie se lo podía
estropear. Las ganas de tener el disco listo eran más que muchas y
para añadir a todo esto, tenía la gigante comprensión por la parte
de mis dos amores. Empezaban a aguantar algunos días sin mi
presencia, algunas noches llegando tarde, pero yo suplía la ausencia
con aún más días solo para nosotros.
Nos
arriesgamos los tres a meternos en la cocina para hacer un pastel de
chocolate. Dos novatos con una profisional, yo y la peque poniendo
toda nuestra atención en las instruciones de Ainhoa, que de pasteles
ella sabe mucho. Es de valorar la tarta de tres chocolates, que es mi
mayor perdición en los últimos tiempos.
-
Mamá, el huevo no se parte en dos!
-
Ya ves como se hace, mi amor... - en tal solo un pequeño golpe en el
bol, el huevo se partía y luego la niña, con toda da velocidad,
recoge otro huevo y intenta hacer lo mismo.
-
A ver... - da uno y otro golpe y nada. Me mira muy serio y me perdía
en risas con su cara.
-
Un poquito más de fuerza, princesa... - le digo.
Sin
saber cómo, ella haz un golpe de tal manera que se rompe el huevo en
sus manos, poniendo sus manos con un aspecto tan asqueroso que luego
haz uso de su imaginación:
-
Mira, mamá, soy un monstrito asqueroso! Mis manos te van a comer!
-
Hombre, qué monstrito tan malo, eeeehhh!!
Aunque
la cocina se había quedado muy sucía, el rato pasado allí había
sido fabuloso. El impresionante de todo esto es como tan solo una
peque puede despertar el lado más infantil de mí y de Ainhoa. Se
nos ponía con una sonrisa de oreja a oreja y queriendo que aquel
momento jamás terminara.
Si
yo pensaba que solo yo podía tener inspiración parar escribir
canciones, soy sorprendido con las dos, sentadas justo en frente al
horno, viendo el pastel cocinando y creciendo y improvisando una
canción. Las dos cantaban juntas una canción al pastel, el momento
con más ternura de todos:
-
Pastel, pastelito, tienes que crecer...
Porque
yo quiero comer
El
pastel más rico
El
pastel de chocolate
Hecho
a las cuatro y pico...
Crece,
pastelito bonitooooo!!
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