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viernes, 16 de enero de 2015

31. Pastel de ternura

Narra Pablo
En la tranquilidad del estudio empezaba a leer todo el montón de papeles que tenía escritos con versos de canciones. Me sonaban perfectamente, pero “Por fín” tenía un sabor especial. Fue la primera canción totalmente inspirada en Ainhoa y, de hecho, merecía ser la primera del disco, merecía ser el single, el himno a nuestro amor aunque todavía ella no lo supiese de nada.
He tenido el mayor cuidado en ocultar todas las letras de forma a que ella no tuviese acceso aún cuando tenía mil y una ganas de enseñarlas y cantarlas para ella.
En la verdad, he puesto “Por fin” como la primera canción del disco y cuando Eric, el productor de toda esta aventura, me lo ha preguntado el por qué, yo solo le respondí:
- Pronto vas a saber...
- Venga, dime el porqué...
- Te lo afirmo... cuando menos esperas, tendrás la respuesta y la verás con tus proprios ojos...
Lo bueno fue Eric conformarse con mi respuesta y no volver a tocar en el asunto. De forma inocente y sin estar esperando, él tendrá la respuesta.
Las grabaciones empezaban de forma muy rápida y todo parecía una montaña rusa entre canciones, guitarras, percusiones y mil y una preguntas sobre las intrigas que había dejado con el tiempo. Por poco no me aguantaba con todas ellas, pero lo sabía que toda la fuerza utilizada merecía la pena, se trataba del disco de mi vida, de toda mi alma y experiencias puestas en un disco con la forma de versos y melodías.
Todo esto en cinco letras, “Terral”, que me llevaba a mis origenes y mis mejores y más felices memorias. En Málaga nací, crecí, viví escenas fabulosas, hizo sueños y los realicé y en este paraiso andaluz he conocido a la mujer de mi vida.
Todo tenía una causa, un motivo para estar así y no estar de otra forma, lo había pensado muy bien al organizar todo esto y nadie se lo podía estropear. Las ganas de tener el disco listo eran más que muchas y para añadir a todo esto, tenía la gigante comprensión por la parte de mis dos amores. Empezaban a aguantar algunos días sin mi presencia, algunas noches llegando tarde, pero yo suplía la ausencia con aún más días solo para nosotros.
Nos arriesgamos los tres a meternos en la cocina para hacer un pastel de chocolate. Dos novatos con una profisional, yo y la peque poniendo toda nuestra atención en las instruciones de Ainhoa, que de pasteles ella sabe mucho. Es de valorar la tarta de tres chocolates, que es mi mayor perdición en los últimos tiempos.
- Mamá, el huevo no se parte en dos!
- Ya ves como se hace, mi amor... - en tal solo un pequeño golpe en el bol, el huevo se partía y luego la niña, con toda da velocidad, recoge otro huevo y intenta hacer lo mismo.
- A ver... - da uno y otro golpe y nada. Me mira muy serio y me perdía en risas con su cara.
- Un poquito más de fuerza, princesa... - le digo.
Sin saber cómo, ella haz un golpe de tal manera que se rompe el huevo en sus manos, poniendo sus manos con un aspecto tan asqueroso que luego haz uso de su imaginación:
- Mira, mamá, soy un monstrito asqueroso! Mis manos te van a comer!
- Hombre, qué monstrito tan malo, eeeehhh!!
Aunque la cocina se había quedado muy sucía, el rato pasado allí había sido fabuloso. El impresionante de todo esto es como tan solo una peque puede despertar el lado más infantil de mí y de Ainhoa. Se nos ponía con una sonrisa de oreja a oreja y queriendo que aquel momento jamás terminara.
Si yo pensaba que solo yo podía tener inspiración parar escribir canciones, soy sorprendido con las dos, sentadas justo en frente al horno, viendo el pastel cocinando y creciendo y improvisando una canción. Las dos cantaban juntas una canción al pastel, el momento con más ternura de todos:
- Pastel, pastelito, tienes que crecer...
Porque yo quiero comer
El pastel más rico
El pastel de chocolate
Hecho a las cuatro y pico...
Crece, pastelito bonitooooo!!

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