Narra
Ainhoa
(Dos
mes después)
Con
Junio casi llegando, la temperatura sube en todos los aspectos. Es la
temperatura en su sentido real, que haz de los días un auténtico
infierno de calor, que te quedas sudando haciendo nada y después
existe la temperatura de una gira que está provocando la locura en
toda la España.
La
gira ya empezó hace unas semanas y, de hecho, están siendo tiempos
muy buenos. Los fines de semana son la parte más esperada de semana
por mi parte y por de mi pequeñita. A ella le hace mucha ilusión
llegar a los viernes por la tarde y entrar en el coche, sabiendo que
estará rumbo a muchas horas junto a Pablo.
En
esta vez, la niña estaba todavía más enérgica que lo sabía que
este fin de semana iba a ser un poco más largo, es decir, lo sabía
que iba a estar más tiempo con Pablo. Era uno de los findes de total
descanso para él y Málaga ha sido previsiblemente el destino a
elegir en esta situación.
La
causa principal es el matrimonio de Sergio, el primo de Pablo, que
llenará el domingo de pura alegría y felicidad, con toda la família
junta. De San Sebastián hacemos una pequeña escapada a Madrid y
luego nos vamos hacía la tierra más bonita de todas. El calorcito
malagueño se siente y es previsible que vaya aumentar, las previones
lo dicen que el terral vaya aparecer por la noche.
El
domingo amanece de manera muy interesante en la casa de los padres de
Pablo. Sofía y Ainhoa fueron las primeras personas en la casa a
despertarse y ellas trataron de poner a todo el mundo despierto en
una cuestión de minutos. Por fin tenía la ocasión perfecta para
estrenar el vestido malva que me lo habían regalado los dos hace
unos tiempos.
De
hecho, el vestido era hermosísimo y ya con él en mi cuerpo, la
confianza se había subido de una manera considerable. La maldita
tarea de elegir los tacones ha sido lo peor, pero nada mejor que
tener una buena consejera con el mismo nombre que yo, a quién yo
tengo una relación muy pura y bonita, que me ayudó a terminar esa
tarea.
Al
bajar las escaleras junto a mi peque, casi soy comida con los ojos de
Pablo. De muchas formas me miraba, me lo creo que el color malva
había llenado sus ojos con algo que no podía explicar. Lo mismo
digo, el no poder explicar, esas largas dos horas a las cuales, junto
a Pablo, medio mundo me mira, quizás por mucha de la gente todavía
no conocerme muy bien o tal vez por algún motivo más negativo, que
me lo creo que lo mejor es ni llegar a punto de saber cual es.
Lo
estábamos llevando genial en la boda de Sergio y todo se ha quedado
mejor a la hora de juntar los “Alborán” en tan sola una mesa.
Éramos unos diez o tal vez y las carcajadas se hacían soltar por
todo y por nada. Salvador, mi cuñado, parecía que había grabado en
toda su mente un libro de bromas que nos hacían reír hasta doler la
tripa.
-
Ainhoa, tienes que irte también... - me comenta sin embargo Casilda.
De
hecho, no estaba viendo muy bien lo que estaba pasando ya que estaba
envuelta en risas que jamás terminaban.
-
Pero qué pasa? - pregunta.
-
Todavía no te has casado, por eso tienes el derecho de irte a coger
el manojo de Cristina...
-
Que va... yo ya he hecho eso un montón de veces...
-
Anda... que una vez más no tiene mal ninguno...
Al
levantarme, Cristina me da la mano, me sonreí y luego me dice:
-
Yo no iba a perdonarte si no vinieses...
-
Yo me voy, no te preocupes...
Me
puso en el fin de aquel montónde chicas disputando un tan sencillo
manojo de flores. Estaba allí simplemente por estar, que lo sé que
ya he recibido una vez el manojo por parte de Marisol y ahora no lo
tendré por la segunda vez.
-
Tres... dos... - gritan todas - … uno... ya!
En
el aire volaba aquel manojo de rosas blancas, pasaba por encima de
toda la gente y por la ironía de un destino sin justificación, se
cae junto a mis pies. Me lo recojo y Cristina me mira sonriendo más
que nunca.
-
Yo lo sabía! Lo sabía que vas a ser a continuación...
Miraba
las flores y nada decía. Se hacía escuchar por entre las chicas un
tan solo “Ella es la novía de Pablo...”.
Narra
Pablo
-
Quién ha recogido el manojo de flores? - preguntaba mi madre muy
curiosa.
Estábamos
todos mirando hacía el grupo de chicas a ver quién tenía el las
flores en sus manos. Por cierto que estaba en el medio de toda
aquella gente y cuando el grupo haz un pequeño camino para salir
algunas mujeres, sale Ainhoa también.
Mi
madre se había quedado boquiabierta al ver el manojo de flores en
las manos de Ainhoa, así como yo me quedé y toda mi familia.
-
Venga... para quién no tenía intención de irse a recoger, no está
muy mal, eh? - bromea Casilda con Ainhoa.
-
Está fabuloso, eh? Es uno más para juntar...
-
Uno más?
-
Sí... ya es el segundo manojo de flores que recojo... un día voy a
tener una colección de ellos!
-
Ya lo sabes, Pablo... - susurraba mi hermano para mí de forma muy
discreta - … ya es la segunda vez que le sucede esto... a ver si
tratas de eso prontito, eh?
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