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sábado, 1 de noviembre de 2014

11. Positivo por encima de todo

Narra Ainhoa
Una puerta me separaba de una escena que tanto podría ser buena como mala. En mis pensamientos era una escena buena, pero algo, una extraña sensación, me estaba diciendo de que de bueno, esto no tendría nada.
La abrí, los pasos eran muy lentos, parecían pasos que no me llevaban ni un poco más adelante, ni un poco más atrás. La distancia estaba quedándose un poco más corta, hasta que mi visión se llena de algo que me destrozaba más y más.
Ver a mi padre tumbado en aquella camilla de hospital, con tantas cositas conectadas a su cuerpo, de mirada triste y vacía, hacía con que mi corazón se quedase en mil pedazos más finos que un cristal. Con todas mis fuerzas contenía mis lagrimas, dibujaba una sonrisa sufrida y me acercaba a él, que a poco y poco empezaba a demostrar algún brillo en su cara.
- Ainhoa...
- Papá...
- … has venido...
- Claro... no iba a dejarte solo... cómo te sientes?
- No lo sé... de verdad que no lo sé... esto no es fácil y no será fácil...
- Qué quieres decir con eso, papá?
- Yo... yo tengo cáncer... en el hígado...
Me quedo en silencio, absorviendo aquela dura y triste realidad que se había caído por encima de él. Me contenía mil veces para no soltar las lagrimas, me esforzaba al máximo para pasarle la imagen de tranquilidad.
- Verás que todo vaya salir perfecto... - aprieto una de sus manos y sentía lo sentía que mi padre, aquel hombre que siempre lo conocí fuerte contra todo, estaba más débil que nunca.
- Lo dudo...
- Cómo lo dudas? Dónde está aquel hombre que desde pequeñita me ha enseñado que jamás nos podemos bajar a una enfermedad?
- Eso son tiempos pasados...
- Son tiempos pasados y actuales también... hay que estar fuerte, que lo sé que puedes... yo no quiero que estés así! Quiero verte con fuerza, con esperanza, con ganas de vivir...
- No es así... ahora lo que me queda es la muerte...
- Ni una puta muerte ni nada, papá! - me enfado al ver tanto espíritu negativo en tan sola una persona – Tu aún vas a vivir mucho, por mucho tiempo, de verdad! Verás que aún enseñaras al pequeñito Antonio todas esas cosas de los aviones, de la misma manera que hiciste conmigo, con Pedro y Mario y con tus nietos más crecidos!
- Cómo puedes estar tan positiva, hija?
- … porque tu me lo has enseñado y porque la vida me aseguró de que tenías razón... - me saltaban las lagrimas después de tanto poner un freno a ellas para no salir - … joder, cómo se puede ser tan negativo? Esta es la oportunidad de probarme de que esto es verdad, de que mirar la vida con positividad es lo mejor que podemos hacer!
- Lo siento, pero...
- No lo admito... porque lo sé que tu puedes hacerlo! Prometeme que lo intentarás, por lo menos... pero lo intenterás de verdad!
- Lo prometo... - me responde con una pequeñita lagrima en su ojo derecho cayendo por su rosto - ...pero con una condición...
- Cual?
- Me lo prometes que no vas a estropear tu vida dejando a Pablo... que él te quiere a ti y a la pequeñita más que a él mismo...
- Lo prometo... - nos abrazamos y en aquel mismo segundo, algo cambiaba. Era la primera vez que escuchaba estas mismas palabras venidas de mi padre, la primera persona a estar en contra de la relación que tengo con Pablo. Y esta fue también la primera vez en toda mi santa vida que he visto a él soltando una lagrima.
- Cómo están los dos? - me pregunta.
- Están todos muy bien...
- Qué bien... tu pequeñita es un amor de niña, se lo parece mucho a tí cuando tenías la misma edad que ella... si no lo supiese que era adoptada, lo decía que era tu hija de verdad...
- … y es mi hija de verdad, papá... - le interrumpo - ... no es por no haber cargado un bebé por nueve meses, por no tener un parto que no la hace mi hija de verdad... lo importante es lo que se siente...
- En eso tienes razón... Ainhoa, puedo hacerte una pregunta?
- Por supuesto que puedes, papá...
- Por qué has adoptado una niña si puedes... lo sabes, tu puedes y tienes la edad perfecta para quedarte embarazada?
Confrontada con esta pregunta, la respuesta fue muy bien pensada antes de salir algo de mi boca. Solo tenía dos hipótesis: mentirle y darle una excusa así de bonita o entonces decirle la verdad; y neste exacto momento, la mentira no sería la solución cuando tarde o temprano todos van a saber la verdad.
- Pues... - miro el techo que su cara no era la cosa ideal para mirar mientras quería responderle con la verdad - … yo tengo edad, pero no puedo quedarme embarazada porque así mi cuerpo manda... lo siento, pero jamás en vida alguien va a poder verme embarazada, por mucho que todo el mundo tuviese ese deseo...
En ese momento, mi padre se sienta en la cama y abre sus brazos. Era el gesto elegido por él para decirme que no lo sabía y que lo sentía mucho, de verdad. Nada decimos los dos, nos encajamos en los brazos de uno y de otro y allí estuvimos.
Eran largos los segundos y larga era la sensación que tenía. Me sentía pequeñita, débil y con ganas de allí correr para soltar todas las lagrimas que algunos salieron, pero otras tantas eran contenidas por mí.
Mi padre lo sabía... lo sabía que salir de allí sería lo mejor y luego trató de ponerme fuera de allí; lo sé que aquel hombre fuerte se quedó sufriendo por dentro y yo, que estaba intentado soltar mi lado más fuerte, solo traté de salir de aquel hospital sin dar satisfaciones a nadie.
Al ver el cielo gris, con señales de que la lluvia pronto iba a caer en la calle, visto mi chaqueta y hago una larga caminada hacía casa.
Existen días que desearíamos que tuviesen un final más temprano y después existen aquellos días en que ni siquiera deberían existir...

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