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miércoles, 1 de octubre de 2014

3. Un nuevo capítulo

Narra Pablo
Visto mi jaqueta, abandonamos el estudio con una excusa dicha a la mayor prisa, nos bajamos hasta la calle, entramos en un taxi y seguíamos por las calles de Madrid sin creer muy bien en lo que estaba sucediendo y sin saber los cambios que todo esto iba a causar. No por casualidad, pero sí por una decisión tomada por los dos, en un acuerdo pensado hasta el último detalle.
Los nervios se apoderaban de mi, no me salían palabras ni siquiera gestos, mi cabeza se giraba hasta la ventanilla y contemplaba las calles. Ainhoa estaba de igual modo, los dos en el taxi sin una sola palabra soltar.
El coche para, salimos y nos parecía que estábamos a punto de entrar en un mundo nuevo, diferente de este ahora en que estábamos. Aquella era la puerta para el futuro, un mañana más cerco de lo que se pensaba, un mañana todavía con más desafíos. Estábamos a un paso del desafío eterno, uno de aquellos que algunos se atreven sin querer, otros se atreven por la edad y por su estado social, nosotros nos atrevemos por un simple motivo: la extraña, pero tan bonita conexión que existe entre nosotros.
Subimos las escaleras, entramos y siguiendo con el silencio, nos fuimos hacía la oficina, dónde nos esperaba una señora, la misma que ha provocado toda esta tormenta de corridas en los dos.
- Esperad un ratito que vuelvo ya... - los segundos parecían horas, los minutos, la eternidad más grande de todas las eternidades existentes en el mundo. Mis pies no paraban ni tan solo un segundo, las manos de Ainhoa se movían una y otra vez, o en el pelo, o en la cara, rozando en los pantalones, pero paradas, nunca.
- La madre que la parió... - susurra – Pero piensa ella que nosotros tenemos el mismo tiempo que ella?
- Tranquila... - respondo – Ella volverá ya, verás...
- Tranquilidad es algo que ahora mismo no está en mi... madre mía, qué nervios!
- Bueno... - entra la señora ya con papeles en la mano - … cómo ya estoy acostumbrada a estas cosas, lo sé que estáis nerviosos, por eso... no voy a tardar mucho... - hacía nuestra frente nos ponía uno y otro papel, todos para firmar. Estas burocracias nos dejaban aún más nerviosos, lo que queríamos de verdad es que el momento llegase ahora mismo, sin burocracias, sin más nervios.
Los boligrafos dibujaban las firmas más tembladas que jamás han hecho, todas aquellas mezclas de lineas cruzadas, unas arriba, otras abajo, sin precisión, hechas a la mano libre, firmaban las hojas que decían oficialmente lo que en segundos podríamos escuchar de su voz de señora experiente, con total responsabilidad de lo que decía.
- Y ahora? - preguntaba Ainhoa sin quitar los ojos de los de ella, por cierto se sentía intimidada por la mirada que estaba recibiendo.
- Ahora? - haz una pausa de discurso y sonreí – Ahora hay que ponerse vuestros apellidos en su nombre y listo!
- Eso es fácil... - contesta Ainhoa - … se queda Ainhoa Moreno Martínez...
- Pues bien... solo queda mostrar al autorización... - nos da el documento que decía por estas mismas palabras:
Nombre: Ainhoa Moreno Martínez
Fecha de nacimiento: 22 de marzo de 2008
Naturalidad: Madrid, España
Padre: Pablo Moreno de Alborán Férrandiz
Fecha de nacimiento: 31 de mayo de 1989
Naturalidad: Málaga, España
Madre: Ainhoa Martínez Sierra
Fecha de nacimiento: 25 de mayo de 1989
Naturalidad: León, España

Estado del pedido de adopción: APROVADO

Aprovado”, la palabra que el aquel momento dejaba para tras una pagina, un capítulo, empezaba ahora mismo uno nuevo, escrito en una nueva página de este que es el libro de la vida.
Después de tantos nervios, llegaba la verdadera hora. La pequeña entra en la oficina, se sorprende con nuestra presencia, pero no hacía ni una pequeña idea de la noticia que estaba a punto de ser revelada a ella.
- Ainhoa, princesita... - decía María, la señora que tanto nos había dejado nerviosos – Tenemos una noticia para ti...
- Una noticia? Es buena?
- Pues... me lo creo que sí...
- Cuéntame... - los ojos de la niña parecían haber duplicado de tamaño con la curiosidade que en aquel momento se le había despertado.
- Tu tienes unos nuevos padres...
- Qué?!? Que son los mismos?! Dime que no, porfi, porfi, porfi! - de un rato para el otro, la niña casi saltaba del suelo, una parte sorprendida, otra con miedo de que fuisen los mismos señores que la han dejado por un motivo tan tonto.
- Rubita... - le llamaba Ainhoa, que se fue hacía ella y se puso de rodillas para ponerse a su altura – No son los mismos... no te preocupes...
- Entonces...?
- Mirame en los ojos... - las dos se miraban fijamente – Tu estás mirandoa ahora mismo para... - balbucea – Yo soy... yo soy...
- Mi madre? - le interrumpe – Eres tú?!?
- Sí... - le sonrió.
- En serio? - no se movía, no daba señales ni siquiera de que estaba respirando, la miraba boquiabierta, ojos bien abiertos y ya con un montón de lagrimas listos para caerse por su bonita cara.
- Te crees que estoy bromando?

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