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jueves, 9 de octubre de 2014

5. Noches de corazón lleno

Narra Ainhoa
Lo está siendo dificil definir el ambientazo que se vive en casa. Me lo creo que fuimos contagiados por una gigante ola de buenas energías, de aquellas que contagían a cualquiera. Tengo el doble del trabajo, pero tengo el doble de la felicidad. Para mucha gente esto lo parece ser imposible, pero, de hecho, es así la realidad.
Envuelta en de los mayores suenos que se puede disfrutar en una noche tras un día llenazo de trabajo, una voz me despierta, venida de un lugar un poco lejos:
- Mamá...
Miro el despertador: 3:24 de la madrugada. En mi lado derecho de la cama, Pablo está hecho un dormilón de los grandes. Lo digo en serio, es algo tan grande que por veces sale aquellos “rrrr”, sonido parecido con lo de los leones. Lo sabéis, el roncar... y sí, Pablo ronca, pero solo cuando es un sueno tan profundo que podía caerse una pared que él que no despertaría. Bueno, el amor tiene de estas cosas, pero lo aguanto con tanto amor que me da gracia verlo tan “concentrado” en el sueno.
Me levanto, me voy hacía la habitación de Ainhoa y estaba ella, sentadita en la cama, agarrando el conejito, mirándolo con unos ojitos dignos de comersela a besos y cosquillas.
- Qué pasa, mi amor? - me acerco a ella.
Se levanta un poco la cabeza y aquellos ojitos tan bonitos tenían algunas lagrimas caídas, ojitos tristes, me destrozaban el corazón por completo. La agarré y la puso en mi regazo.
- Porqué estás llorando? - pregunto.
- He tenido una pesadilla...
La abrazo, siento su cabecita junto a mi hombro y toda aquella bonita conexión me hacía sentirme tan bien, como si tuviese un superpoder especial. En una cuestión de segundos, lo sentía que estaba super tranquila y que así estaba muy bien.
- He soñado que vendría una tormenta muy grande y que me llevaba lejos...
- Tranquila, princesita... - beso su mejilla – No hay tormenta ninguna que te llevará lejos de nosotros, eh?
- No puede?
- Por supuesto que no... te crees que te dejamos irte así con una sola tormenta?
Llena de nuevo mi cuello con la fuerza de sus brazos, el rozar de su pelo en mi hombro y su respiración eran maravillas naturales que daban gusto sentirlas. Yo sonreía, por que al final yo me sentía bien por ella estar bien y aquel su abrazo, que ahora es de mis mayores debilidades, había puesto una luz especial a aquella noche. Noche fría en la calle, noche bien caliente aquí, que el calor humano, toda esta conexión de los tres, es algo que nos da aliento, que nos llena el alma de amor y de cariño, de complicidad y de comprensión.
Por la enésima vez preparaba ya las tantas tradicionales tazas de leche caliente, con el toque del colacao para endulzar aún más la vida. Yo y ella, iluminadas por tan solo la bonita luz de la luna, en un silencio tan sonriente que nos hizo pasar un par de horas como si fuera unos minutitos.
Aquel brillocito tan puro mezclado con aquella gracia de su boca pintada en un marrón bien clarito de la leche, su sonrisa tan contagiosa, elementos de un ser pequeño en altura, pero de corazón gigante.
Se nota el orgullo que tengo por ella, lo sé. Que soy una madre embobada, eso lo podéis afirmar cuando queráis, que lo soy y lo seré siempre. Es la niña de mis ojos, una de las razones de mi felicidad. De hecho, me parece que los rubios son los que pueden conquistar mi corazón. En primer lugar, mi corazón se queda en las manos de un rubio, ahora es conquistado por ese mismo rubio y por una rubita. Una morena que es conquistada por rubios; este mundo está atestado de antítesis graciosas.
Cuando volví a la habitación, después de cerciorarme de que Ainhoa ya estaba envuelta en otro sueno profundo, lo veo que Pablo sigue como estaba, durmiendo, durmiendo y durmiendo. Será que era la única persona despierta a estas horas en la ciudad? Quizás no, pero me sentía el único alma que todavía tenía los ojos abiertos, que ni siquiera bostezaba, senãles esas que se entiende de que el sueno llegará pronto.
Me entretenía viendo a una de las obras más dignas y bellas del universo. No es una estatua de mármol ni siquiera cubierta de oro, tiene oro pero en su corazón, es hecha de carne y hueso, es un ser humano, que para mí está en un punto muy cerco de la “perfección”. Pablo no es perfecto, como ningún ser humano lo es, pero sus defectos me encantan tanto que lo sé que si no los tuviese, no me enamoraba tanto por él cómo me enamoré y sigo enamorándome. Sus defectos son calidades y punto.
El mundo giraba y yo me giraba buscando un sueno que tardaba en venir. Yo seguía contemplando, hecha una niña pequeña que se emboba por algo especial que le han regalado. Se hace sentir un aire frio en mi pie derecho y sin embargo, sus ojos que se habían cerrado para descanso, se abren, con toda aquella luz que le es tan especial.
- Es así tan gracioso verme durmiendo? - me pregunta susurrando.
- Por qué preguntas?
- … por esa tu carita... esa sonrisa no me equivoca...
- Tiene su gracia... además con eses roncasrsitos que por veces sueltas...
- Yo no ronco...
- Por supuesto que no... solo sueltas unos “rrrr” y nada más...
- No me lo digas...
- Te lo estoy diciendo... pero por un lado tienes suerte...
- Porqué?
- La suerte es que son ligeros y no se suceden siempre... sino te aseguro que ya estarías durmiendo en el sofá del salón...
- Eres la persona más mala que conozco...
- Soy mala? Pero te gusta, eh?
- Pues... - en mi piel se hacía sentir el contacto con algo, algo que ya no es extraño, es muy bien conocido. Mi cintura se transformaba en la prisionera de sus brazos y mis labios esclavos de la sensación que más poder tiene en mí - … a mi me enamora tanto que no te lo imaginas...~
Se explotaba la tempestad de aquel sentimiento inexpicable que se siente solo en el corazón. Era una espécie de presión, pero de las buenas, las ganas de hacer saltar el corazón, lanzar flechas tras flechas llenas de amor hacía un pedacito de carne que late en el lado opuesto del mío. Aquel corazoncito que ha cambiado una vida entera, la mía, definitivamente.

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