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viernes, 20 de marzo de 2015

42. Un color especial

(Conversación entre Enrique y Pilar)
- Enrique, es mejor que te sientes... estás con la cara muy blanca y eso no es bueno... - murmuraba Pilar a Enrique.
- Tranquila... yo estoy bien...
- Deja de ser cabezota... no queremos que te ocurra algo de malo justo hoy!
- Yo estoy bien... y qué tal escuchar la misa, eh? Hoy nada me pasará, te lo aseguro...
De hecho, la cara de Enrique no era la mejor. Estaba muy pálido y con síntomas de que algo de malo se estaba pasando. El cáncer le estaba matando a poco y poco, pero él, con todas las fuerzas que tenía, se mantenía allí, de pie, como todo el mundo, haciendo parecer que no tenía semejante enfermedad quitándole la vida.
Es verdad que todo el mundo ya tiene el corazón un poco preparado para la mala hora. Esa misma hora, en la que el cáncer vaya lograr y tomar todo su cuerpo. Más que eso, él ni la familia ha contado que en el día anterior estuve en el hospital para no preocupar a la niña pequeña de la familia.
Por recomendación de los médicos, debería estar en casa, descansando, pero lo que ha decidido ha sido de fingir que no había pasado nada y vivir el sueño de ver a su única niña subiendo al altar. Ya podía morir feliz, pero no hoy. Quizás mañana, quizás en otro día.

Narra Ainhoa
Lado a lado en un día tan especial. Tenía un color especial este día tan bonito. Era más un capítulo escrito en nuestra historia llena de emociones hasta ahora y que seguramente que vendrán muchas más. De palabras se escribe, pero de sentimientos se siente. Se siente, y mucho. El motor de mi cuerpo, es decir, mi corazón, latía como nunca hizo antes y cuando la frase mágica aparece... el mundo paraba:
- Os declaro marido y mujer...
Vino un silencio maravilloso en aquel momento. Yo y Pablo nos miramos, agarramos las manos uno del otro y sonreímos, sobretodo, con nuestros ojos que espejaban alegría, complicidad y amor.
La distancia entre nuestros labios se fue reduciendo hasta que se fundieron en un solo. En un beso muy intenso, con sabor a canela, caramelo y azúcar, hemos podido parar el tiempo, parar un mundo entero y enterarnos de todo. Yo y él, nosotros, una sola persona. Ahora de forma oficial, parecía irreal.
Nada ni nadie nos paraba el beso. Además, a los invitados les parecía gustar (si esto es raro o normal, no lo sé):
- Pablo, demuestra tu lado besucón, hombre! - la voz de Carlos, uno de sus grandes amigos de infancia y de los primeros a saber de nuestra relación incentivaba a Pablo de una forma muy graciosa.
Pablo se rió entre besos y luego me agarra de una forma incomparable. Me puso en su regazo y allí me dejé derretir en él, como hielo cuando es puesto en altas temperaturas, que se derrite en una cuestión de segundos.
La alegría reinaba todo el aire y yo me sentía un personaje de un cuento de hadas, los mismos que en pequeñita me hacían soñar por largas horas. Explotaba de alegría y me lo creo que eso era perceptible en mí. Sonreía sin parar.

Narra Pablo
- Ahora sí te puedo llamar de cuñadito, eh!! - me lo decía Pedro cuando toda la gente se divertía en la fiesta.
- Por supuesto, cuñado... - le contesto de forma muy graciosa.
- Yo no sé si debería decirte esto, pero... no, es mejor que no lo diga, olvida...
- Que no! Ahora me lo dices!
- Seré muy tonto diciendo esto...
- Hombre, si no lo dices jamás vas a saber! Anda, te crees que me enfado? Justo hoy? Que va, hoy es solo alegría...
- Vale, vale... entonces nos tomamos una copa de champán que está llegando justo ahora... - llega uno de los camameros y luego tomamos la dicha copa de champán.
- Venga... qué tienes para decirme?
- Bueno, no es decir... es un pedido...
- Te estoy escuchando...
- No te quedas con celos si bailo con Ainhoa como en los viejos tiempos?
- Hombre, era esto? Yo no soy celoso... venga, bailas tú que yo muy poco voy a bailar que mis pies tienen mucho plomo, te lo digo!
- No tardará mucho en buscarte, eh!! Es mejor que te prepares!

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