Narra
Ainhoa
Parece
que todo el mundo se juntó para hacerme recordar de la herida que ya
cerré. Todos dicen lo mismo, que vivo escapándome del amor, que
pienso que ahora todos me quieren hacerme daño. Es verdad. Es esto
que pienso, por mucho que cueste escuchar, yo pienso así y soy así.
Yo
no hablo nada mientras camino y Pablo no lo hace también. No debe
querer tocar en el asunto que fue nuestra apuesta. Al final, esto
chico no es así tan malo como parece. En vez de acompañarme hacía
casa, podría tener apostado darle mi numero de móvil o tal vez un
abrazo o un beso, no sé. Simplemente apostó acompañarme a casa y
nada más porque “ no me gusta dejar una chica irse sola por la
noche”, tal como me ha dicho.
Empieza
a instalarse un clima extraño entre nosotros. Cuando menos espero,
Pablo empieza a hablar, creo que es la estrategia para quitar esto
“clima extraño” que se hace sentir.
-
Estás gustando vivir por aquí?
-
Sí... aún no conozco muy bien toda la ciudad, pero es muy
encantadora...
-
Puedo decirte una cosa así muy sincera? - por un rato me asusto con
esta pregunta.
-
Sí...
-
Tienes que prometerme que no llevarás esto por la parte mala, vale?
- desconfío. No sé que vaya decirme.
-
Vale... yo simplemente escucharé...
-
No sé lo que me hiciste, pero no dejo de pensar en ti... hay algo
que tienes que me cautiva, que me deja con ganas de conocerte, algo
de misterioso...
-
No te preocupes que eso pasará... - le respondo de una manera muy
irónica – Te aconsejaría a no conocerme así tan profundamente...
es que tienes el riesgo de asustarte conmigo, no soy normal...
-
Asustarme? - se rió – Qué? Ocultas que eres una bruja o algo así?
-
No, pero la gente que me conoce dice que no soy normal, que tengo
gustos extraños y reacciones nada normales para una mujer...
-
Entonces ya lo sé... tu naciste en otro mundo y nadie lo sabe! -
Pablo haciéndose de payaso... interesante. Me reí locamente con lo
que me ha dicho, imaginación es algo que no le falta, veo que sí.
-
Sí, yo nací en la Luna, es que en la Tierra no tenía un hospital
disponible para que mi madre pudiese hacer el parto en el día que
nací! - ups, mi lado más “payaso” acabó de revelarse por
encima de mi personalidad fría. Me sentí bien jugando y diciendo
tonterías sobre mí. Me gusta jugar conmigo misma, decir tonterías
tras tonterías sin que nadie se aburra.
-
No me lo digas... tenía que ser justamente tu madre a trasladarse
para la luna para que tu nacieses! - él no para de reírse y
continua con esto juego tan tonto. Es de las pocas personas que
conocí que entra en el espirito y sigue con esta tontería tan mía.
Nuestros
pasos acompañan nuestras risas, nuestras tonterías y cosas absurdas
que decimos. Cuando la conversación ya estaba en aquel momento que
llamo “el minuto non-stop”, o sea, cuando ya estamos disfrutando
tanto de esto y no paramos de hablar cosas absurdas y totalmente
fuera del normal, ya estábamos entrando en el edificio rumbo a la
puerta del apartamento.
-
Adiós... - le digo de la manera más fría que sé. Aquel momento
pasó, ya pasarán las tonterías, ahora vuelve todo como estaba, por
que quiero así, por que es así que tiene que ser.
-
Te ha costado mucho? - me pregunta.
-
Qué?
-
Te ha costado mucho tener una conversación casual?
-
Vete a dormir que creo que el sueño ya está hablando por ti...
Me
miró seriamente, me sonrió y yo, sin reaccionar, me quedo junto a
la puerta, con las llaves en mis manos, esperando que se vaya para
entrarme en casa.
-
Adiós... nos vemos por ahí?
-
Yo te dicho que iba a cerrarme en casa... - le digo.
-
Es verdad, me olvidé de eso... - sonrió y empezó a alejarse hasta
que empieza a bajar las escaleras.
Abro
la puerta, enciendo la luz, con un pie cierro la puerta y mi hermano,
que está hospedado en mi casa, sale de la habitación sonriendo:
-
Hace poco tiempo que estás por aquí y ya tienes citas, eh?
-
Citas? Has soñado o qué?
-
Yo estuve escuchando a la puerta... estabas con un chico!
-
Eso no quiere decir que he tenido una cita...
-
Vale, vale... lo encontraste en la calle y él te acompaño hacía
aquí por que el santo de la iglesia he dicho para hacerlo?
-
Casi eso, Pedro, casi, casi... lo he encontrado en la calle, sí...
pero él me acompañó porque perdí una apuesta, vale?
Intentó
no reírse pero no se contuve. No sé qué hostia de chiste he
contado para que se quedase riéndose así.
-
Tuviste una cita, punto... Buenas noches, hermanita... - volvió a la
habitación.
Algunas
de mis ideas estaban equivocadas. Al final, él no es así tan malo
como pensaba. Me cuesta decir esto, pero me ha gustado mucho hablar
tantas tonterías, tenerlo apoyando, diciendo tonterías también y
dejando que aquello se desarrollase. Ya no me recuerdo de la última
vez que he hecho algo parecido. En mi mente se quedó una paz
maravillosa, una sensación de que “Ainhoa, la chica fría” solo
resuelta en soledad, en una vida monótona, sin aventuras. A poco y
poco dejo esa personalidad que me servía como escudo y solo me he
dado cuenta ahora.
Gracias
Málaga, que en poco tiempo ya has provocado muchos cambios a mi
vida. Buenos cambios, te lo digo, ciudad encantadora!
No hay comentarios:
Publicar un comentario