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viernes, 27 de junio de 2014

10. Dos apuestas, dos victorias

Narra Pablo
Sábado por la noche. Mis amigos me invitarán a tomar unas cervecitas en la calle y decidí aceptar, a pesar de saber los riesgos que corro. A cualquier momento alguien me puede reconocer y por supuesto que medio mundo se queda sabiendo de que estuve en la calle tomando unas cervezas con mis amigos. No me pasa nada, yo también tengo derecho a salir con mis amigos, de disfrutar de las buenas conversaciones que tenemos porque soy un chico normal.
Nos encontramos en un bar en el centro de Málaga, el mismo grupo de siempre hace los tiempos de colegio. Son amistades que duran hace años y seguro que seguirán por toda la vida.
- Qué tal, Rompe Corazones? - esto es mi apodo. Desde que empecé mi carrera musical, así me llaman todas las veces que nos encontramos. Esto es resultado de las constantes declaraciones de amor que hacen mis fans públicamente.
- Muy bien... y vosotros?
- Por supuesto que estamos bien... ahora mucho más... mira las chicas que tenemos al rededor de nosotros... - es verdad, el bar tiene muchas chicas, pero no tiene la chica que me gusta, que deseo.
Empieza la primera ronda de cerveza y por supuesto que empiezan las conversaciones típicas de hombres, lo sabéis.
- Os digo, la semana pasada conocí una chica buenísima! Rubia, ojos azules, un pedazo de mujer! - Miguel, el más galán del grupo. Desde que le conozco que esto chico
conquista a cualquier mujer que quiere. Si la considera guapa y interesante, en menos de una hora lo encontramos hablando con ella y en poco más pide su numero de móvil.
- Y cual es la chica que no conquistas, maricón? - le pregunta Carlos.
- A ver, yo conquisto todas... y creo que aquella allí la voy a conquistar ahora... - todos miramos en la misma dirección que él y para mi suerte la encuentro sentada a poco más de un metro de mí, en una mesa con dos chicas.
- Creo que aquella será la primera que no conquistarás... - le digo.
- La conoces? - me pregunta Miguel muy curioso.
- Sí... te lo digo que tiene un corazón frío, frío, frío y no tendrás ni una hipótesis...
- Cuanto apuestas que la conquisto?
- Lo que quieras... si ella te ofrecer su numero de móvil, yo pago todas las rondas de cerveza de esta noche!
- Apostado! Prepara la pasta que esto ya está hecho! - Miguel se levanta y se va hacía Ainhoa.
Quién vaya ganar la apuesta soy yo, por su personalidad, creo que Miguel no tarda y en menos de media hora ya estará acá, con la apuesta perdida.
Todos le miramos. Miguel llega hacía ella con una sonrisa y en pocas palabras Ainhoa haz con que Miguel cambie de cara en segundos. Ya está, más cinco o diez minutos y él volverá. Ella se levanta, le dice algo frente a frente, se sienta y luego él vuelve a la mesa.
- Aquella chica debe ser de otro planeta... - dice él cuando llegó a la mesa. Me reí, ya sabía perfectamente que de Ainhoa no llevaría nada.
- Qué tal? - pregunto.
- Sabes lo que me ha dicho cuando se levantó?
- Cosa buena no fue, por cierto... - dice Carlos.
- Ella, con todas las letras me dice: o sales de aquí ahora o terminarás la noche en el hospital con algo roto!
- Gané la apuesta, yo la lo sabía que no tendrías nada... - le dice – Yo la conocí hace unos días y en los primeros quince minutos de conversación me dejó claro que no tendría nada de ella, nada, nada, nada...
- Creo que el apodo de galán ya no es muy adecuado para ti, eh? - todos empiezan a bromar con Miguel. Por la primera vez veo a él volviendo sin nada, no sabiendo su móvil ni sabiendo siquiera su nombre.
Sin embargo la conversación cambia de tema y todo sigue tranquilo, pero yo en un constante temblar del corazón para irme hacía ella, que de una vez le diga lo que siento. Hablo tranquilamente con todos, pero de medio en medio minuto la miro y la veo muy tranquila, riéndose y hablando muchísimo con las chicas. No me parece aquella Ainhoa fría que conocí. Me parece otra chica totalmente distinta, una chica que es muy maja, que le gusta hablar, reírse y de pasar buenos ratos rodeada de gente.
Así pasé las más de tres horas en que estuve con mis amigos, de medio en medio minuto y por veces de diez en diez segundos, mirándola, contemplando su sonrisa tan natural, tan llena de luz.
Ya pasaban de las tres y media de la madrugada cuando los primeros chicos se van a casa y a poco y poco todos hacen lo mismo.
Espero que Ainhoa salga, algo que no tardó mucho en sucederse. Ella se despide de las chicas y sale del bar.
- Ainhoa! Qué bueno es verte por aquí....
- Madre mía, ahora esto vaya ser así? - me pregunta.
- Así, cómo?
- Ahora todas las veces que salgo a la calle tendré que ver tu cara?
- Depende... si yo estuviere también en la calle, quizás nos crucemos por ahí más veces...
- Vale, entonces tendré que cerrarme en casa que ya estoy harta de verte! - empezó a caminar y camino junto a ella, mismo sabiendo que no me hace caso. Sin embargo ella para, me mira y yo paro también – Sabes lo que se hace a hombres como tu?
- No...
Nada me respondió, simplemente empezó a caminar de nuevo y yo hizo lo mismo. Así estuvimos, caminando sin nada hablar por unos diez minutos hasta que Ainhoa para, ya muy enfadada y me dice:
- No vas desistir?
- No... - le respondo.
- Quieres saber lo que pienso de ti, de verdad? - por su cara creo que cosa buena no saldrá de su boca, pero por lo menos esta chica es sincera, tan sincera que dice todo lo que piensa. Me gusta, además, su cara de enfadada es algo que me está gustando mucho de ver en ella.
- Sinceridad es algo que no te falta, eh? Dime, dime lo que piensas de mí... venga...
- Para mí eres un chico en que la fama te subió a la cabeza y por ver que miles de chicas te quieren y que harían de todo para estar contigo, te crees que con tus musiquitas, una sonrisa y unas palabras más delicadas hacen con que tengas cualquier chica en tus manos... seguramente eso tiene resultado muy bien, pero conmigo, lo siento... conmigo eso no resuelta... ya conocí muchos chicos como tu y sabes lo que hizo con ellos?
Con la cabeza, hago señal de que no sé y ella continua hablando:
- Yo simplemente ignoro, por que la ignorancia es la peor cosa que les puede suceder y lo mismo haré contigo... tarde o temprano te cansarás, desistes y desapareces...
- Desistir? Desistir es una palabra que no haz parte de mi vocabulario... yo no desisto porque sé perfectamente cuando algo vale la pena o no... pude ver en el bar que no eres esa chica con corazón de piedra que tanto te gusta demonstrar... casi puedo apostar que ya te hicieron daño y ahora vives temiendo vivir el amor de nuevo.... te escapas como un niño cuando tiene que irse al dentista... para qué? Ni todo es malo en esto mundo, por favor!
- Tu apuestas?
- Sí...
- Qué quieres apostar? - le gusta los desafíos, está visto.
- Si me pruebas que no te hicieron daño, yo desaparezco, jamás volverás a ver mi cara...
- Y quién me asegura que jamás volveré a ver tu cara? - me interrumpe.
- Te aseguro yo... si quieres voy así como estoy corriendo hacía el mar mismo estando frio... si no me pruebas, te acompaño hacía tu casa que no me gusta dejar a una chica irse sola por la noche....
Ella me mira muy seria. Qué esperar? Esta chica es imprevisible, todo puedo sucederse. No me contesta por minutos, baja la cabeza y sin embargo ella me dice:
- Enhorabuena... parece que tengo que aguantarte hasta llegar a casa...
Una vez más gano una apuesta. Hoy es mi día de suerte, creo. No esperaba que ella reaccionara así, tan tranquila, sin “atacarme” con sus palabras. Se queda callada, cabizbaja, ocultando su cara para que no vea cómo está.

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