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lunes, 30 de junio de 2014

13. En familia

Narra Ainhoa
Mi madre siempre me ha dicho que si trabajamos en algo que nos gusta, no podemos llamar a lo que hacemos trabajo, pero sí llamarle de otra cosa, como por ejemplo un juego o un pasatiempo.
Yo no vino trabajar para Málaga, pero sí divertirme en Málaga. Me está encantando participar en esto grande proyecto, aprendo muchas cosas nuevas, conozco mucha gente nueva y, además, a mis compañeros les puedo llamar de familia. Siempre me preguntan si necesito de algo, se ofrecen para enseñarme la ciudad, me invitan a tomar cafés. Estamos todos muy cercos, muy amigos y si uno está mal, luego tratamos de ayudarle. No podría desear mejores personas para colaborar en esto proyecto.
Los días pasarán y ya hace un mes desde que llegué a tierras malagueñas, el tiempo pasa volando! Me enamoré de esta ciudad, creo que será difícil trasladarme para Madrid, me acostumbré a irme a la playa todas las veces que quería, a no encontrar transito en las calles, me acostumbré a Málaga, a su manera de vivir y ya no quiero otra cosa.
Ya conozco un montón de gente, ahora mis noches de fin de semana son pasadas con toda esa gente que conocí, cenando, almorzando o simplemente estar hablando en la calle. Vivía enamorada de Madrid y desde que me trasladé para aquí que nunca eché de menos la capital. Es increíble, nunca pensé dejar Madrid y mirad ahora.
Llegó la Semana Santa, estamos en Abril, y eso quiere decir que por fin volveré a León, mi tierra querida! Volveré a ver mi familia, a estar con mis amigos y eso no tiene precio.
Siete de la mañana y ya entro en el AVE rumbo a Madrid. Dos horas y media aprovechadas para dormir un poco más, llego a Atocha y cambio de tren, ahora rumbo a León, más tres horas de viaje, más tres horas para dormir.
Un largo viaje de tren y por fin escucho “Bienvenidos a la ciudad de León. Esperamos que han hecho un buen viaje. Muchas gracias por viajar con nosotros.”. Qué alegría!
Salgo del tren y en menos de dos metros caminando ya encuentro a mi hermano Mario esperándome.
- Por fin nos vemos! - me dice muy contento. Me da un abrazo como solamente él sabe, un abrazo lleno de cariño, un abrazo de hermanos.
- Pensabas que no ibas a verme?
- La última vez que te vi fue en Enero... ya estamos en Abril... cómo estás? - y como caballero que es, lleva mi maleta para el coche. Qué amor!
- Ahora estoy mejor que estoy de vacaciones!
- No debes estar muy mal... viviendo en Málaga, en aquella ciudad maravillosa, es imposible estar mal!
- Tenías razón cuando me has dicho que Málaga era maravillosa... - entramos en el coche - … aquello es un encanto!
- Quizás pronto no vuelvo con los peques y con Juana...
- Por que no lo haces? Puedes quedarte en mi casa, yo tengo una habitación libre...
- Con hotel gratuito, me voy ya!
- Cuando quieras! Solo tienes que avisarme y ya está!
- Yo lo haré, eh?
- Hazlo, es más una oportunidad de estar juntos! - digo. Hacía mí veo el grande portón negro que conozco perfectamente, el portón de la casa de mis padres.
Él se abre, el coche entra y en la puerta veo la mujer más increíble que conozco, mi madre, la señorita Pilar Sierra, la enfermera que me enseñó miles de cosas maravillosas, que me suporta en los mejores y en los peores momentos, mi confidente, la mejor amiga que tengo desde que soy gente.
Salgo del coche con toda la prisa y corro hacía mi madre. La abrazo y siento que ella está sonriendo.
- Cómo estás, mamá?
- Y tu me preguntas eso? Yo estoy bien, ahora que estás aquí estoy mucho mejor!
- No comiences, sino empiezo ya a llorar! - mi madre es la mujer más cariñosa, más maja, simpática, amorosa que podéis imaginar. Madre mía, tiene una personalidad increíble, la tomo como ejemplo porque ella es una luchadora.
- Y tu pequeña? Ahora qué vives aún más lejos de nosotros, cómo estás?
- Yo estoy bien... tenemos mucho que hablar señorita Pilar! - me encanta jugar con mi madre. Somos las únicas mujeres de esta casa y por eso tenemos una relación muy íntima, yo sé todo lo que pasa con ella y ella sabe todo de mí.
- Por supuesto que sí... y ahora que reparo que estás un poquito diferente, no me escapas!
- Tita Ainhoa! - Juan y María corren hacía mí. Mis sobrinitos están cada vez más guapos. Recibo un abrazo de los dos. Juan tiene 5 años y María tiene 3 años, son hijos de Mario y Juana, mis peques más monos, los niños que son mi perdición cuando estoy por aquí.
A poco y poco llega toda la familia, mi hermano Pedro aparece con su novia Sara, Juana y el nombre más valiente, mi súper héroe desde siempre: mi padre, el general, el hombre que enseñó todo sobre el ejército y más un montón de cosas, una infinidad de ensañamientos que jamás olvidaré.
- Cómo está mi pequeñita? - me da un abrazo tan fuerte que me apretó, no pasa nada. Lo sé muy bien que me echa de menos, soy la “pequeña” de esta casa y a pesar de ser adulta, me protege de la misma manera que cuando tenía 5 años.
- Madre mía, cada vez estás más tienes más pelos blancos!
- Que va! Yo soy un joven!
- Sí, sí, un joven de 59 años! - y todo el mundo se reí. Esto es mi padre, el general Enrique Martínez, que siempre tiene su espirito joven, es muy activo y no se deja llevar por la edad. Tiene una fascinación inexplicable por aviones y pájaros, está casado hace 33 años y sigue llamando de mi madre de “amor”, “cariño” y todos los nombres cariñosos que un marido puede llamar a su mujer.
Comienzo mis vacaciones con un almuerzo en familia, no podría desear mejor. Mi madre, que sabe lo que me gusta, hizo el bacalao al ajoarriero, mi comida favorita después de la paella, por supuesto.
- Qué tienes hecho en Málaga, Ainhoa? - pregunta mi padre, cuando todo el mundo disfrutaba del bacalao que cocinó mi madre.
- Estoy trabajando en un proyecto de un arquitecto malagueño...
- Y qué arquitecto es? - me pregunta Juana, que es arquitecta también.
- Salvador Peralta, conoces?
- Qué? El padre de Pablo Alborán? - Juana casi que salta de la silla.
- Sí, él mismo...
Todo el mundo se queda curioso y la pregunta obvia llega de mi madre:
- Y conoces a Pablo?
Pienso en lo que debo responder, todo el mundo me mira y sufro un momento embarazoso:
- A ver yo no... - sollozo más que nunca - … yo... no...
- Por dios chica, parece que tan comido las palabras! - dice Pedro.
- Yo solo le he visto una vez, nada más... no pasó de un hola...
- Me muero! Tienes foto? - creo que Sara tendrá una taquicardia, madre mía.
- No... yo no hizo foto con él...
- Cómo no hiciste? - pregunta mi madre muy sorprendida – Has tenido el privilegio de conocerlo y no hiciste foto?
- Mamá, yo no soy su fan, no me gustan sus canciones... - deseo que esta conversación termine, no quiero hablar de él porque tenemos mucho más que hablar.
- Si no eres fan tienes razones para no hacer foto, estás perdonada! - Juana cierra la conversación y respiro. Por lo menos no tengo que hablar más de esto, simplemente no quiero.
Paso el resto el día jugando con los peques, por unas horas volví a vivir mi niñez, los tiempos más bonitos de la vida para mí. Solo tienes la preocupación de jugar, todo te parece muy simple y el mundo es perfecto. Nosotros, los adultos, no somos así. Pensamos que el mundo no es perfecto, todo es un problema, vivimos en un constante stress, no tenemos tiempo para hacer aquello que nos gusta y, sobretodo, no valoramos las cosas simples de la vida.
- Tita, tu tienes novio? - me pregunta María.
- No, no tengo...
- No tienes? - Juan se sorprende – Pero tu eres muy guapa!
- Mamá tenía razón cuando decía que los chicos ahora no saben elegir las buenas chicas! - esta inocencia de María es algo de fabuloso. En tres años de vida, ya le he visto decir cosas dignas de una chica de doce, trece años. Es una pequeña adulta, se comporta como gente grande.
- Si yo fuera adulto como tu, yo quería tenerte como novia! - no es por casualidad que le he puesto el apodo de “Galán de medio palmo” a Juan. Creo que heredó de Mario la parte de ser un auténtico caballero.
- Porqué? - pregunto muy curiosa.
- Porque eres guapa, inteligente, simpática... puedo preguntarte una cosa?
- Dime, Juan... sabes que respondo a todo!
- Yo escuché mi madre diciendo que por veces son las mujeres que no quieren tener un novio. Eso es verdad? Tu también no quieres tener un novio?
- Sí, eso es verdad, pequeñito... sabes, no es no querer tener un novio... yo quiero tener un novio, sabes... pero quiero alguien que me quiere de verdad, que me respecte y sabes, aún no encontré nadie así...
- Madre mía, estas cosas de adultos son complicadas!
Me río sin parar. Estas verdades de Juan encajan perfectamente en la realidad. Él tiene razón, estas cosas de adultos son complicadas, a ver, ser adulto es complicado y esa es una verdad.


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