Narra
Pablo
-
Sí? - una voz diferente estaba contestando a mi llamada. Era una voz
familiar y empecé a quedarme asustado, desconfiando de que algo
estaba pasando.
-
Con quién estoy hablando?
-
Soy Marisol, Pablo...
-
Ah, eres tu... ha pasado algo con Ainhoa?
-
Pues... - su voz cambia y allí tenía la certeza de que algo estaba
pasando.
-
Qué está pasando, Marisol? - mis nervios comienzan a subir por la
cabeza y todo ya parecía una confusión total en mi al rededor.
-
No te pongas nervioso, Pablo... Ainhoa está en el hospital...
-
Cómo?!?
-
Nosotras habíamos planeado irnos hacer unas compras, pero al salir
de casa ella ha sentido dolores...
-
… y ella está bien?
-
No lo sé... los médicos están analisando... Pablo, tienes que
mantener la mente fría, todavía no sabemos lo que está
pasando...
-
Si supiera volvería... - suspiro.
-
Pablo, no te culpes... mantiene la calma que todo está controlado...
ella está con los médicos y la peque está conmigo...
-
Ay, mi pequeñita... ella está bien?
-
Sí... yo voy a pasarle el móvil...
-
Papá! - sin embargo escucho la voz de Ainhoa y yo temblaba. En este
preciso momento yo debería estar en el hospital y estoy aquí, en el
otro lado del oceano, a miles de kilómetros.
-
Cómo estás, princesita?
-
Estoy triste... es que mamá...
-
Ella vaya quedarse bien, mi vida... - la interrumpo – No tienes que
estar triste... verás que en un rato ella ya estará contigo...
-
Lo sé... pero yo quería que estuvieses aquí conmigo...
-
Yo también... - mis palabras eran tragadas por lagrimas y por
nervios. Sus palabras habían tocado de una forma muy dura en mí.
Necesitaba de volver por que aquí yo solo desesperaba y estaría en
un estado de nervios incontrolable.
Al
colgar el móvil luego hago una maleta de forma muy rápida y trato
de irme al aeropuerto. No aguantaba estar aquí ni más un segundo
sabiendo todo lo que estaba pasando con mi familia.
Entré
en el primer avión que existía para llegar dónde quería aunque lo
supiese que antes tenía que pasar largas horas dentro del avión sin
dormir. Las ganas de aterrizar en Madrid eran más que muchas y no
podía dejar de pensar en Ainhoa y en el bebé. Lo sabía que el
embarazo estaba siendo un riesgo, pero jamás me pasaba por la cabeza
que sucediera algo así, justo cuando estaba tan lejos.
Narra
Ainhoa
Por
fin podía respirar libremente sin dolor y todo parecía bien. La
presencia de médicos o de enfermeros era constante así como cantidades de medicinas que ponían en mí. Me sentía muy drogada
en aquel momento, pero si todo aquello serían drogas, la verdad es
que eran buenas por que me quitaba el dolor.
-
Siente dolores? - me pregunta una enfermera.
-
No... - respondo - Está todo bien?
-
Sí, no hay que estar preocupada... ahora hay que descansar que usted
está sobre el efecto de medicamientos un poco fuertes...
De
hecho, la enfermera tenía razón. Sin embargo comienzo a bostezar
sin parar y me dan unas ganas de dormir como nunca he tenido antes.
Si todo estaba bien, podía descansar de forma muy tranquila a pesar
de pensar en aquellas malditas tres horas pasadas llenas de dolor,
casi sin respirar y con una docena de personas al rededor de mí con
cara de muy afligidos.
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