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jueves, 18 de diciembre de 2014

24. Vuelo de emergencia

Narra Pablo
- Sí? - una voz diferente estaba contestando a mi llamada. Era una voz familiar y empecé a quedarme asustado, desconfiando de que algo estaba pasando.
- Con quién estoy hablando?
- Soy Marisol, Pablo...
- Ah, eres tu... ha pasado algo con Ainhoa?
- Pues... - su voz cambia y allí tenía la certeza de que algo estaba pasando.
- Qué está pasando, Marisol? - mis nervios comienzan a subir por la cabeza y todo ya parecía una confusión total en mi al rededor.
- No te pongas nervioso, Pablo... Ainhoa está en el hospital...
- Cómo?!?
- Nosotras habíamos planeado irnos hacer unas compras, pero al salir de casa ella ha sentido dolores...
- … y ella está bien?
- No lo sé... los médicos están analisando... Pablo, tienes que mantener la mente fría, todavía no sabemos lo que está pasando...
- Si supiera volvería... - suspiro.
- Pablo, no te culpes... mantiene la calma que todo está controlado... ella está con los médicos y la peque está conmigo...
- Ay, mi pequeñita... ella está bien?
- Sí... yo voy a pasarle el móvil...
- Papá! - sin embargo escucho la voz de Ainhoa y yo temblaba. En este preciso momento yo debería estar en el hospital y estoy aquí, en el otro lado del oceano, a miles de kilómetros.
- Cómo estás, princesita?
- Estoy triste... es que mamá...
- Ella vaya quedarse bien, mi vida... - la interrumpo – No tienes que estar triste... verás que en un rato ella ya estará contigo...
- Lo sé... pero yo quería que estuvieses aquí conmigo...
- Yo también... - mis palabras eran tragadas por lagrimas y por nervios. Sus palabras habían tocado de una forma muy dura en mí. Necesitaba de volver por que aquí yo solo desesperaba y estaría en un estado de nervios incontrolable.
Al colgar el móvil luego hago una maleta de forma muy rápida y trato de irme al aeropuerto. No aguantaba estar aquí ni más un segundo sabiendo todo lo que estaba pasando con mi familia.
Entré en el primer avión que existía para llegar dónde quería aunque lo supiese que antes tenía que pasar largas horas dentro del avión sin dormir. Las ganas de aterrizar en Madrid eran más que muchas y no podía dejar de pensar en Ainhoa y en el bebé. Lo sabía que el embarazo estaba siendo un riesgo, pero jamás me pasaba por la cabeza que sucediera algo así, justo cuando estaba tan lejos.

Narra Ainhoa
Por fin podía respirar libremente sin dolor y todo parecía bien. La presencia de médicos o de enfermeros era constante así como cantidades de medicinas que ponían en mí. Me sentía muy drogada en aquel momento, pero si todo aquello serían drogas, la verdad es que eran buenas por que me quitaba el dolor.
- Siente dolores? - me pregunta una enfermera.
- No... - respondo - Está todo bien?
- Sí, no hay que estar preocupada... ahora hay que descansar que usted está sobre el efecto de medicamientos un poco fuertes...
De hecho, la enfermera tenía razón. Sin embargo comienzo a bostezar sin parar y me dan unas ganas de dormir como nunca he tenido antes. Si todo estaba bien, podía descansar de forma muy tranquila a pesar de pensar en aquellas malditas tres horas pasadas llenas de dolor, casi sin respirar y con una docena de personas al rededor de mí con cara de muy afligidos.

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