Narra
Ainhoa
Viernes.
El despertador suena y en la pantalla de mi móvil está escrito: hoy
es el cumple de la rubita! Estoy con unas ganazas tremendas, no veo
la hora que la peque reciba el regalo tan especial.
Por
la mañana me mantuve ocupadísima con el trabajo en el escritorio y
es obvio que por la tarde, las horas fueron dedicadas a preparar la
fiesta en la institución. Aprovechamos el momento en que la pequeña
tuve que irse al dentista y yo y los peques ponemos globos llenos de
color en las paredes y en el techo, un grande ratón Mickey collado
en la pared y una mesa llena de chuches y todo el tipo de golosinas y
por supuesto el pastel del ratón Mickey, su personaje favorito así
como el mío.
Estaba
todo listo y sin embargo Carmen, la señora que acompañó a Ainhoa
hacía el dentista me envía un whatsapp diciendo que estaba a punto
de subir las escaleras.
-
Chicos, es ahora! Vamos a ocultarnos!
Todos
corren para encontrar un lugar para ocultarse, en cuestión de pocos
segundos, el silencio se apodera del salón y la puerta sin embargo
emite en sonido. Ella se abre, la pequeña entra y extraña al ver el
salón totalmente vacío. Hago la señal a los peques y todos salimos
cantando en coro y en alta voz:
-
Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos Ainhoa...
cumpleaños feliz! - todos baten las palmas y la pequeñita casi
tenía un ataque de tanta sorpresa. Se ha quedado totalmente
sorprendida, sonreía de una forma muy bonita y aquellos ojos no
equivocaban a nadie, aquel brillo ocultaba las lagrimas de felicidad.
Recibió
un abrazo gigante de todos, todos collados, abrazados, la pequeñita
casi que desaparecía en el medio de tanta gente. Estaban todos muy
contentos y mucho más se quedó ella cuando se dio cuenta de que su
pastel tenía el ratón Mickey dibujado:
-
Es el Mickey! - grita ella muy eufórica – Qué bonito! Podemos
comerlo?
-
Claro... - responde Carmen.
-
No... no podemos... - interrumpo yo.
-
Por qué? - preguntan las dos.
-
Ainhoa, vete aquí...
Ella
se acerca a mí extrañando mi reacción.
-
Estás viendo aquella puerta?
-
Sí...
-
Fijate en ella....
-
Por qué?
-
Ya verás, princesita... - me giro hacía los niños – Peques,
vamos a fijarnos en aquella puerta...
-
Ainhoa, qué vaya pasarse? - me pregunta Carmen.
-
Ya verás, Carmen... rubita, aquí está mi regalo... - me voy hacía
la puerta y todos se quedan muy nerviosos – Vamos a hacer la cuenta
atrás desde cinco, vale?
-
Vale!
-
A ver... en cinco...
-
… cuatro... - me voy de nuevo hacía Ainhoa.
-
… tres...
-
… dos...
-
… uno...
-
Que se abra la puerta ahora mismo! - grito.
Y
por magia, Pablo entra en el salón cantando y los peques gritan muy
eufóricos, casi saltando del suelo:
-
Cumpleaños feliz....
-
Pablo Alborán! - grita Ainhoa muy eufórica. Pobrecita, casi que
tenía un ataque total al verlo. Las lagrimas empezaran a caer por su
bonita cara, sus manos temblaban y cuando Pablo termina la canción,
ella corre a una velocidad estruendosa y lo abraza con los ojos
empapados de lagrimas.
-
Eres tu de verdad!
Ainhoa
explotaba de felicidad, los demás niños también y Carmen, que
también estaba muy contenta, me miraba con una de que quién se
estaba cuestionando dónde me fui a sacar este regalo.
Todos
que estaban en el salón sonreían como nunca y yo me fui a las
lagrimas cuando ella corre hacía mi y me abraza de la manera más
apretada que podía.
-
Muchas gracias, Ainhoa! Muchas gracias... - me decía ella sin parar.
-
No me agradezcas, rubita... tu lo mereces... - y me llenó de besos
en las mejillas, de brazos, fue imposible no emocionarse. Estaba muy
feliz, en cambio de este regalo recibí su felicidad explotando en el
aire y una sonrisa que contagiaba a todos, hasta los más aburridos y
los más tristes del mundo!
Pablo
estaba rodeado de niños, que le pedían para cantarle, firmar, hacer
fotos... vaya fiestón que se ha quedado en este salón que es tan
grande y que en este momento parecía tan pequeño.
Llega
el momento de irse a comer el pastel y la pequeña hizo con que yo me
quedase sorprendida por completo:
-
A quién vas a regalar la primera rebanada, Ainhoa? - le pregunta
Carmen.
-
Pues... la voy a regalar a... a Ainhoa...
Aquel
gesto suyo me provocó unas ganazas de agarrarla y llenarla de
cosquillas. Qué cosita más mona, por Dios! Es la monada en persona,
por eso me encanto tanto por esta preciosidad que solo tiene cuatro
añitos hechos hoy mismo.
-
La segunda es para Pablo...
Tuvimos
fiesta hasta llegar la hora de irse a dormir, después de comer todo
el pastel y de entregarle los regalos, todos se sientan al rededor de
Pablo y pasamos horas infinitas cantando sus canciones.
-
… te he echado de menos, todo este tiempo, he pensado en tu sonrisa
y en tu forma de caminar... te he echado de menos, he soñado el
momento, de verte aquí a mi lado dejándote llevar...
Pura
magia y nada más. Pablo tocando con la guitarra y dejando que el
coro tan hermoso de las voces de los pequeñitos sonase en todo aquel
salón. Qué voces tan angelicales, tan hermosas de se escuchar,
hasta Pablo se impresionaba con la calidad de todas ellas.
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