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martes, 23 de septiembre de 2014

Prologo

Si Ainhoa había escrito una carta agradeciendo a su vida por las cosas buenas que ya había vivido, Pablo se despertaba a altas horas de la madrugada y se inspiraba en “su ángel, con quién tengo el mayor amor y el mayor placer de compartir las mismas sábanas, la misma cama, el mismo techo”, según él.
El año empezaba de la mejor manera para los dos, si la relación ya había desarrollado tanto, se desarrolló aún más, de una forma estruendosa, tan estruendosa, que las decisiones que toman hacen con que la gente os llame de “locos”, literalmente.
Enero fue un mes de trabajo, tanto para Pablo como para Ainhoa, una rutina muy convencional, seguramente de las más comunes en las familias españolas: ocho de la mañana salir de casa, irse al trabajo, seis de la tarde salir después de tantas horas envuelto en estrés (en el caso de Ainhoa) y de relajamiento (para Pablo). Pablo seguía para el gym, Ainhoa igual, los dos con ejercícios diferentes. Ocho de la tarde abren la puerta de casa, a cenar, estar un rato charlando, haciendo un montón de cosas y irse para la cama, a dormirse.
La misma rutina no se puede contar con el comienzo del mes de Febrero. Mucha cosa ya cambiaba: Ainhoa andaba entre Málaga y Madrid, el proyecto que tanto le costó ganar en Los Ángeles había sido concretizado y ahora se veía como una de las “directoras” de todo aquel universo de complejos turísticos. Un trabajo más tranquilo, muchas menos horas pasadas al rededor del estrés y  de la presión, muchas de ellas las podía pasar en casa, solo con un ordenador en frente. Ella lo sabía que este “descansado trabajo” no iba a quedarse por mucho tiempo y que las muchas horas que podía pasar junto a Pablo, se cambiarían para muchas menos.
Pero tanto ella como él, preferían no recordarse de esto, disfrutaban de la mejor manera todas las veces que estaban juntos, ni que fuese solamente estar frente a frente, mirándose, sin nada decir.
Él la contemplaba, ella se sentía sin gracia al verlo así.
- No me mires así...
- Porqué, mi amor? Te molesto?
- No...
- No? Entonces por...
- Cállate... tu mirada me enamora aún más, mi tonto...
- Sigues igual...
- Lo mismo no puedo decir de tí...
- Cómo no?
- Estás más viejo... pero cada vez mejor... pareces el vino... más edad, más calidad...
Se besaron, la luna iluminaba la noche fría, sus manos se juntaban, haciendose en una sola mano, era dos personas en una sola. Eran la tierra por completo, tierra y mar, originando un planeta, un solo mundo... mundo ese que era la cosa más bonita que se podía imaginar...

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