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martes, 2 de septiembre de 2014

88. Corrida de sufrimiento

Narra Ainhoa
La ambulancia se va a alta velocidad por las calles de Madrid, sonando sin parar, pasando por entre los coches parados en el tránsito y en pocos minutos ella para ya en la puerta de las urgencias del hospital. Estaba yo afligida así como el médico y la enfermera que estaban junto a la pequeña Ainhoa.
Su cara estaba cada vez más pálida, respirar estaba siendo la tarea más difícil que ella tendría que enfrentar y su fuerza era tan poca que ni la cabeza podría levantar de la camilla. Nadie lo sabía lo que se estaba pasando, ella ya tuve algunas veces en que se quedaba con dificultades para respirar, pero ponía la mascarilla y pronto volvía todo a la normalidad. En esta vez todo estaba siendo diferente.
La enfermera y el médico corren con la camilla por los pasillos del hospital, una equipa llega corriendo, toman la camilla y entran por una puerta dónde nadie podía pasar. Estaba con la sensación de que algo bueno no sería por cierto, pero tener pensamientos negativos a estas horas es la peor cosa que puede sucederse. Hay que mantenerse positivo por mucho que nos cueste.
Aquella puerta abría y cerraba un millón de veces, entraban enfermeros y médicos, salían otros cuantos, era una escena que asustaba a cualquier persona, salían todos corriendo, muy afligidos.
Temblaba, me asustaba, me sentía cada vez más afligida, los pensamientos eran de los más negativos que se podrían imaginar, sentía un aprieto en el corazón que casi me quitaba la respiración.
- Qué está pasando, doctor? - y mi desespero por las noticias me hace entrar por aquella puerta prohibida, las enfermeras intentan pararme pero yo busco las fuerzas de no sé dónde y paso por ellas con la más grande facilidad del mundo y me voy hacía el médico que estaba junto a la peque.
- Relájese un poco, por favor... me cuesta mucho decirlo, pero el panorama no es lo mejor...
La miro y estaba llena de tubos entrando por su nariz y por su boca, me destrozaba por completo verla así, las lagrimas comienzan a caer por mi rosto sin pedir permiso y el dolor por dentro era más fuerte que todo, no podía evitarlo.
- No me oculte nada, por favor... qué está pasando?
- Ainhoa nació con una vía respiratoria un poco más apretada que lo normal y por eso desde que nació que tiene esa enfermedad respiratoria... como ella está creciendo, el diámetro de esa vía ya está demasiado pequeño y por eso ni la mascarilla le salva ahora...
- Pero hay solución para eso? No hay nada que pueda curar?
- Hay una solución, es una operación que pone la vía con el tamaño normal y ahí dejará de tener dificultades y jamás vaya necesitar de la mascarilla...
- Entonces por qué no la operan, por Dios?
- Esta es una operación que no es apoyada por el sistema de salud público... la institución no tiene dinero para pagar los ocho mil euros necesarios...
- Si no la operan que se sucederá?
- Pues... - el médico baja la cabeza y suelta un suspiro - … todavía hoy su corazón para... para siempre...
- No! Eso no puede sucederse! - los nervios y el desespero toman cuenta de mi y desato en un lloro de sufrimiento total. Me dolía mirar la camilla y verla así, no podía permitir que eso sucederse.
- Doctor... salve la niña, por favor...
- … o hacemos la operación o entonces ya no puedo hacer nada más... yo lo sé que cuesta mucho y mi también me cuesta, pero...
- … puede hacer la operación... yo la pago con mi dinero... pero salve la niña, te lo pido por el amor de Dios! - grito.
- Usted vaya pagar?
- Sí... no voy a permitir que esto termine por una cuestión de dinero... si la operación la salva y la cura, yo la pago y punto.... es una vida que está en juego...
- Una equipa de operaciones ahora mismo! - grita el médico a las enfermeras, que desatan a correr, era un estrés muy grande. El médico llega hacía mí con un montón de papeles:
- Usted tiene que firmar esto... es para probar que paga la operación a la niña...
- Dónde firmo?
- En la última página...
Tomo las hojas con la más grande rapidez, firmo, le entrego de nuevo y vuelvo a repetir entre lagrimas:
- Salve la niña...
- Haré de todo para salvarla... tiene mi palabra... puede ir para casa descansada... además la operación tiene la duración prevista de seis horas...
- Yo no saldré de aquí... yo descansaré mientras no vea la misma Ainhoa que siempre conocí...

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