Narra
Ainhoa
La
ambulancia se va a alta velocidad por las calles de Madrid, sonando
sin parar, pasando por entre los coches parados en el tránsito y en
pocos minutos ella para ya en la puerta de las urgencias del
hospital. Estaba yo afligida así como el médico y la enfermera que
estaban junto a la pequeña Ainhoa.
Su
cara estaba cada vez más pálida, respirar estaba siendo la tarea
más difícil que ella tendría que enfrentar y su fuerza era tan
poca que ni la cabeza podría levantar de la camilla. Nadie lo sabía
lo que se estaba pasando, ella ya tuve algunas veces en que se
quedaba con dificultades para respirar, pero ponía la mascarilla y
pronto volvía todo a la normalidad. En esta vez todo estaba siendo
diferente.
La
enfermera y el médico corren con la camilla por los pasillos del
hospital, una equipa llega corriendo, toman la camilla y entran por
una puerta dónde nadie podía pasar. Estaba con la sensación de que
algo bueno no sería por cierto, pero tener pensamientos negativos a
estas horas es la peor cosa que puede sucederse. Hay que mantenerse
positivo por mucho que nos cueste.
Aquella
puerta abría y cerraba un millón de veces, entraban enfermeros y
médicos, salían otros cuantos, era una escena que asustaba a
cualquier persona, salían todos corriendo, muy afligidos.
Temblaba,
me asustaba, me sentía cada vez más afligida, los pensamientos eran
de los más negativos que se podrían imaginar, sentía un aprieto en
el corazón que casi me quitaba la respiración.
-
Qué está pasando, doctor? - y mi desespero por las noticias me hace
entrar por aquella puerta prohibida, las enfermeras intentan pararme
pero yo busco las fuerzas de no sé dónde y paso por ellas con la
más grande facilidad del mundo y me voy hacía el médico que estaba
junto a la peque.
-
Relájese un poco, por favor... me cuesta mucho decirlo, pero el
panorama no es lo mejor...
La
miro y estaba llena de tubos entrando por su nariz y por su boca, me
destrozaba por completo verla así, las lagrimas comienzan a caer por
mi rosto sin pedir permiso y el dolor por dentro era más fuerte que
todo, no podía evitarlo.
-
No me oculte nada, por favor... qué está pasando?
-
Ainhoa nació con una vía respiratoria un poco más apretada que lo
normal y por eso desde que nació que tiene esa enfermedad
respiratoria... como ella está creciendo, el diámetro de esa vía
ya está demasiado pequeño y por eso ni la mascarilla le salva
ahora...
-
Pero hay solución para eso? No hay nada que pueda curar?
-
Hay una solución, es una operación que pone la vía con el tamaño
normal y ahí dejará de tener dificultades y jamás vaya necesitar
de la mascarilla...
-
Entonces por qué no la operan, por Dios?
-
Esta es una operación que no es apoyada por el sistema de salud
público... la institución no tiene dinero para pagar los ocho mil
euros necesarios...
-
Si no la operan que se sucederá?
-
Pues... - el médico baja la cabeza y suelta un suspiro - … todavía
hoy su corazón para... para siempre...
-
No! Eso no puede sucederse! - los nervios y el desespero toman cuenta
de mi y desato en un lloro de sufrimiento total. Me dolía mirar la
camilla y verla así, no podía permitir que eso sucederse.
-
Doctor... salve la niña, por favor...
-
… o hacemos la operación o entonces ya no puedo hacer nada más...
yo lo sé que cuesta mucho y mi también me cuesta, pero...
-
… puede hacer la operación... yo la pago con mi dinero... pero
salve la niña, te lo pido por el amor de Dios! - grito.
-
Usted vaya pagar?
-
Sí... no voy a permitir que esto termine por una cuestión de
dinero... si la operación la salva y la cura, yo la pago y punto....
es una vida que está en juego...
-
Una equipa de operaciones ahora mismo! - grita el médico a las
enfermeras, que desatan a correr, era un estrés muy grande. El
médico llega hacía mí con un montón de papeles:
-
Usted tiene que firmar esto... es para probar que paga la operación
a la niña...
-
Dónde firmo?
-
En la última página...
Tomo
las hojas con la más grande rapidez, firmo, le entrego de nuevo y
vuelvo a repetir entre lagrimas:
-
Salve la niña...
-
Haré de todo para salvarla... tiene mi palabra... puede ir para casa
descansada... además la operación tiene la duración prevista de
seis horas...
-
Yo no saldré de aquí... yo descansaré mientras no vea la misma
Ainhoa que siempre conocí...
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