NUEVA INFORMACIÓN:
El concuso "Especial capitulo 100" terminará el próximo viernes. Estaba previsto terminar mañana, pero como la publicación de los capitulos se ha retrasado, la fecha de participación fue cambiada para el próximo día 12 (viernes).
Si todavía no has participado, hazlo, ni que sea con tan solo dos o tres lineas!!
Gracias por tu atención y espero que te guste el capitulo!
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Narra Ainhoa
El concuso "Especial capitulo 100" terminará el próximo viernes. Estaba previsto terminar mañana, pero como la publicación de los capitulos se ha retrasado, la fecha de participación fue cambiada para el próximo día 12 (viernes).
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Gracias por tu atención y espero que te guste el capitulo!
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Narra Ainhoa
Salimos
de la estación, yo paro y respiro su aire. El aire leonés, aire
puro, aire de lo bueno, diferente de lo de Málaga y de Madrid, por
supuesto, pero tan especial, aire que tanto respiré por tantos años
y que ahora tanto anhelo. Es siempre bueno volver a nuestras raíces
ni que sea por tan solo unas horas, como es en esta vez.
La
vida no nos permite estar más tiempo infortunadamente, pero más
vale unas horas pasadas por aquí que nunca volver. Y con tanto
anhelo que tenía que me hizo recordar unos versos ya muy viejos de
un poeta de la ciudad, me han enseñado en el colegio y ahora les doy
el más grande significado y intención:
“Oh
León, bella ciudad!
Los
que lejos de ti estamos
con
tristeza te añoramos
y
deseando anhelamos
la
hora de regresar.”
Aquí
me siento bien, a pesar de medio mundo me conocer como “la hija del
General Martínez” y por eso mismo que yo y Pablo tuvimos que salir
discretamente y corriendo estación fuera para que nadie nos
reconociese. Y en tierras leonesas, se habla el leonés y no hay
castellano que nos valga, al final aquí no hablamos castellano,
hablamos el español. Málaga y Madrid tienen sus “idiomas” y mi
ciudad bonita también tiene y os digo que es maravilloso hablar el
leonés puro.
-
Qué pasa rapaz? - saludo a Mario cuando llegamos a casa.
-
Venga... que la pequeña ha decidido hacer una visita!
Mientras
yo abrazaba a Mario, Pablo nos miraba con una cara extraña, me
parecía que estaba con algo para preguntar.
-
Ainhoa, haz el favor de explicar a Pablo cómo me has saludado... -
me dice Mario.
-
Pues bien, que merece una explicación... - digo - ...aquí en León
no saludamos con “hola” pero sí con “qué pasa rapaz”?
-
Qué pasa rapaz? - se rió Pablo - Y yo pensaba que solo en Málaga
teníamos un idioma especial...
-
Y tu, señorito Mario? Cada vez más te veo como un trullo...
-
Me gusta comer y tu lo sabes bien... yo no puedo pasar hambre...
-
Yo pensaba que ya no iba a verte este año, hija mía! - llega mi
madre siempre con aquellos gestos tan especiales.
-
No exageres, mamá... pero yo me marcho arreando hoy mismo... esto es
una visita de médico... no pienses que...
-
Más vale unas horas que nunca volver... - me interrumpe – Que tu
te pinas cada vez más, mujer... me gusta de lo que veo...
-
Vosotros estáis hablando el mismo castellano que yo o...? - pregunta
Pablo con cara de quién no estaba entendiendo nada.
-
Yo explico... - empezó Mario - … te veo como un trullo es lo mismo
que decir que estás más gordo... - y fue imposible no reirse - …
marchar arreando es lo mismo que “me voy”... y se pinar es lo
mismo que ponerse chulo...
-
Y después los del Norte nos vienen decir que nosotros, los
andaluces, tenemos expresiones extrañas? Vosotros también las
tenéis!
-
Todavía no has visto nada, Pablo... - le digo.
-
Por supuesto que no... - comenta mi hermano - … lo sabías que un
leonés enfadado o borracho habla el leonés más puro?
Llega
mi padre y se siente un pequeño clima de tensión entre él y Pablo.
Normal, mi padre, que siempre es desconfiado, le gusta transmitir el
miedo por dónde pasa y solo después de saber muy bien cómo es la
persona, es el hombre más majo y simpático que podéis conocer.
Creo
que no fue solo a Pablo que ha puesto esa su “actitud pura de
general”, hasta conmigo ha puesto y yo, que ya le conozco como la
palma de mis manos, le saludo de la forma más descontraída que
pude, diciéndole solo con mi expresión facial que a mi no me
molesta lo que piensa él de mi vida, porque la vida es mía y soy yo
quién toma las decisiones, quién tiene de resolver las cosas.
-
Qué tal estás? - me pregunta.
-
Bien... y tu? Te veo cada vez más jóven... - bromeo con él.
-
Hago para que eso se suceda... - en serio, estas putas respuestas me
llevan a los nervios porque lo sé que mi padre en su manera natural
no es así! La madre que le parió! Bueno, la madre que le parió es
mi abuela y ella es una mujer encantadora... bueno, dejémonos de
nervios...
En
el fin del almuerzo, fui sorprendida con un pedido de mi padre de un
modo más privado:
-
Puedo hablar contigo?
-
Por supuesto que puedes...
-
Nos vamos al escritorio...
Entramos
en el escritorio, que seguía igualísimo desde que tengo recuerdos
de esta parte de la casa: una grande estantería de madera con la
colección de aviones, todas las medallas de la carrera de mi padre
exibidas en la pared, la secretaria con los retratos de cada hijo y
de cada nieto, así como una foto de familia, hecha en Ginebra, en el
día de mi graduación.
-
Qué quieres hablar conmigo, papá?
-
Ainhoa, yo ya debería tener esta conversación hace mucho tiempo,
pero todavía tuve que ganar coraje... - empecé a asustarme - …
tuve que ganar coraje porque lo sé cómo vas a reaccionar y no
quiero discusiones...
-
Por qué no llegas al asunto? No me vengas con perifrasis...
-
Bueno... yo estoy preocupado... preocupado con tu relación...
-
Qué quieres decirme? Vas a empezar con los juzgamientos? Cual es
problema?
-
Tu lo sabes... - bajó la voz - … es Pablo...
-
Es por ser quién es? Es por eso?
-
Cuidado, Ainhoa... que esto puede parecer muy verdadero, pero de un
rato para el otro, todo puede terminar...
Entré
en un estado de enfado total. Yo comprendo que se desconfie un poco,
pero no a este punto, no puedo ni existen razones para que desconfie
tanto.
-
Papá, me cuesta decirte esto, pero es lo más correcto... no te
metas en los asuntos de mi vida... lo sé que ya te has enterado de
que ya no soy aquella Ainhoa indefensa, pero todavía insistes en...
-
Lo sé... - me interrumpe - … pero en esta vez es diferente y tu lo
sabes. Ainhoa, lo sabes perfectamente que con la ocupación que tiene
y con todo eso que puede estar usándote simplemente como...
-
Yo lo sé muy bien cómo es Pablo, vale? - le interrumpo con nervios
a la flor de la piel – Tu dices eso porque no estás constantemente
viendo lo que hace, cómo reacciona... yo confío en él, vale?
-
Yo no quiero discutir contigo... lo que me faltaba ahora era discutir
contigo todas las veces que estuviesemos juntos... no, no vamos a
discutir... yo dejaré de tocar en ese asunto... haz lo que quieras,
pero después...
-
… pero después no me vangas darme la razón... papá, ya lo sé
esa historia desde hace años...
Nuestra
conversación terminó por aquí y qué bien que ha terminado, mucho
más con mi padre no queriendo discutir. Así me gusta, para qué
discutir? No nos resuelve nada y solo nos dejan estresados.
Las
horas pasadas en familia pasaran volando, como si eso ya no fuese
normal. Lo que es bueno siempre termina muy rápido y sin embargo ya
me veía llegando a Madrid. Madrid, de nuevo, es decir que se volverá
a una rutina. Bueno, en esta vez no es muy bien así, al final
después de mañana Pablo parte en gira por Latinoamérica y yo me
voy también. No tuve vacaciones en el verano para tenerlas ahora. Es
mi oportunidad de conocer nuevos países así como estar con él y ya
estoy consciente de que no estaremos constantemente juntos.
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