Narra
Pablo
“Si
quieres te dejo un minuto,
pensarte
mis besos, mi cuerpo y mi fuego,
Que
yo espero si tardas, porque creo que te debo mucho...”
En
el aire dominaba las notas de la canción, tocadas por el piano, en
que yo fundía todo mi amor en ello. Cerrados en el estúdio, yo,
sentado en el piano tocando mil y una canciones, y Ainhoa, sentada a
mi lado, llenando mi corazón con su amor y su sonrisa tan
encantadora. Tenía magia su sonrisa, una magia pura, nada de muy
complejo, pero me hacía sentir el hombre más afortunado del mundo
por tenerla a mi lado.
En
mi carrera como cantante tuve una suerte estruendosa y en el amor
también no podía desear mejor. Qué puedo desear más yo si tengo a
la mujer más especial que jamás conocí? Qué puedo yo desear más
que provocarle para que la vea enfadada? Y es que me encanta su cara
cuando se enfada si bromeo con ella. Y hay mucho más que esto, poco
más puedo desear en la vida si ella me ha puesto un ángel en mi
camino, que me ha direccionado para el camino correcto, que me
acompaña y que siempre tiene una palabra para decirme en las buenas
y en las malas.
Canté
todas las canciones que sabía porque si ella me da todo lo que tiene
y lo que no tiene, yo hago lo mismo y no es una cuestión de cambio
de gestos, pero sí de consideración y admiración por la persona
que ha dejado para tras algunas de sus aficciones para compartir
otras con una persona, que ha dejado su rincón en que estaba sola
para meterse en otro acompañada constantemente por alguien. Ha
dejado su vida en que no tenía que dar satisfaciones a nadie para
entrar en una vida en que comparte todo con alguien.
De
hecho yo hizo lo mismo y no me arrepiento. Lejos se van las noches
pasadas acompañado por cuatro paredes, una televisión y un sofá.
Ya se fueron aquellos momentos en que llegaba a casa agotado y cuando
daba el primer paso en casa, el silencio era el recepcionista; pero
hay algo que todavía no cambió: sigo sin saber cocinar, algo que
quiero cambiar pronto, muy pronto, para ser sincero.
Es
un gusto, un placer enorme llegar a casa agotado y que tengas alguien
esperándote con el mejor cariño y con la mejore atención, tu
hablas y ella escucha, no te juzga, te da consejos y solo quiere
vernos bien. Por veces la cama era pequeña solo para mí, porque me
estiraba completamente; ahora es gigante, porque dormir a escasos
centimetros de ella es muy lejos, frente a frente, bien juntitos, es
lo mejor.
Los
días se pasaban estupendamente junto a mi familia, en la ciudad de
mi corazón, que me vió nacer y crecer, que me ha dado ya mucha
inspiración para componer, que tantas veces ya escuchó mis
suspiros, mis lagrimas, mis alegrias. No pude dejar de tener aquel
momento a solas con mi madre y por un lado me sorprendí cuando el
tema de conversación es Ainhoa:
-
Has encontrado una chica estupenda... - comentaba mi madre - … es
totalmente diferente de la que tenías antes y es mejor, te lo
digo...
-
Je sais, maman... (Yo lo sé, mamá...) - le digo – Ella es
maravillosa...
-
Y te lo aviso ya... si ella se da cuenta que no la quieres de verdad,
terás que enfrentar a...
-
No tendré que enfrentar nada, vale? - le interrumpo – En esta vez
todo es diferente, te aseguro... yo la quiero como nunca quiso a
nadie...
-
Entonces mantiene un comportamento digno o no te metas en
tonterías... que lo debes saber mejor que yo que ella tiene un
corazón de oro, pero no perdona muy facilmente...
-
Lo que estás diciendo no es nuevo para mí... yo lo sé
perfectamente y lo sé también lo que debo o no hacer... yo en poco
tiempo he ganado mucha madurez, más de lo que estaba pensando...
-
… y ganarás mucho más... yo jamás pensé que ella fuese tan
jóven y tan madura al mismo tiempo...
-
Ella es especial...
-
No lo dudo... - me mira y sonreí – Tu cara lo dice todo... ese
brillozito en tus ojos, lo mismo que tenías en pequeñito...
-
Venga... que...
-
Pablo... - me interrumpe - … Ainhoa te pone de una manera especial
y yo te conozco perfectamente...
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