Narra
Pablo
Pongo
el pie en la primera escalera para subirme a la habitación y escucho
la voz del padre de Ainhoa:
-
Pablo, podemos hablar por un rato?
-
Por supuesto...
Yo
le acompaño, nos fuimos hacía el trastero de la casa, dónde tiene
una vista muy bonita para un pequeño jardín y para el río. Nos
sentamos y yo espero que él me diga algo.
-
Vamos a tener una conversación de hombre para hombre... sabes,
Pablo, yo jamás pensé que podías ser tu el novio de Ainhoa... en
esta vez ella me impresionó...
-
Porqué?
-
En primer lugar porque me parece que ella no gustaba de tí, bueno,
no gustaba de ti como cantante, si es que me comprendes... en segundo
lugar yo lo sé que Ainhoa siempre prefirió a hombres que tenían
vidas más... más “ciertas”...
No
sé dónde él quiere llegar con todo esto, yo nada hablo,
simplemente le escucho con la mayor atención.
-
Lo que te quiero decir es muy simple, Pablo... creo que lo sabes lo
que Ainhoa ha pasado, seguro que debes saber mejor que yo sus miedos
porque ella nunca me habló de eso...
-
Yo sé perfectamente lo que ha pasado con ella...
-
Bien... yo quiso hablar contigo para decirte que si le haces daño
tendrás un problema y no será con ella... será conmigo y con todos
de esta casa... no estoy poniendo en cuestión el amor que tienes por
ella, pero si descubro que no estás siendo un hombre con los huevos
en el lugar...
-
No tiene que preocuparse con eso, Enrique... - le interrumpo - ... en
lo que depender de mí, Ainhoa será muy feliz y jamás vaya pasar
por lo que ya ha pasado ni por cosas peores...
-
Eso lo espero... quiero que sepas que Ainhoa está muy bien
protegida, más protegida de lo que piensas...
-
No lo dudo...
-
Es mejor que no dudes... ni que te atrevas a jugar con sus
sentimientos... comprendiste?
Esto
señor no juega, eh? O es por el ser un general o entonces
simplemente es así, él en pocas palabras hace entender a todo el
mundo que es capaz de hace de todo, de todo sin excepción.
-
Yo comprendí perfectamente... yo solo quiero hacerla feliz...
Podía
estar hablando toda la noche lo que siento por su hija, pero jamás
iba a convencer a Enrique de que no soy un gilipollas como Luis fue
con Ainhoa. Nunca ha quitado su cara de desconfiado y aquella mirada
tan amenazadora.
-
Si ya has entendido mi mensaje, no tengo nada más para decirte...
gracias por aceptares hablar conmigo este rato...
-
No pasa nada...
-
Buenas noches, Pablo...
-
Buenas noches... - y entramos los dos en la casa rumbo a las
habitaciones.
No
dejo de pensar en sus palabras, principalmente en el rato en que me
ha dicho “Si le haces daño tendrás un problema y no será con
ella... será conmigo y con todos de esta casa...”, ahora siento
que estoy hablando con un General en serio, algo que no sentía
cuando entré aquí por la tarde.
León por la noche (vista desde los altos de La Candamia) |
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