Narra
Ainhoa
Una
reflexión para comenzar: vale la pena gastar algunos días de
nuestra vida siendo auténticos niños y pasarlos junto a personas
que te gustan y que lo sabes que estarán para siempre a tu lado,
sean ellos familia, amigos...
Solo
puedo definir el día pasado en la Disneyland en una sola palabra:
inolvidable! Lo pasamos genial disfrutando de cada atracción, siendo
auténticos niños, haciendo tonterías, charlando, soltando
carcajadas sin ningún problema, viviendo el verdadero sentido de la
palabra amistad, felicidad y amor.
Fue
una pena que el día pasase volando, cuando nos damos cuenta ya
estábamos viendo el desfile nocturno de los personajes Disney y el
espectáculo de los fuegos artificiales junto al grande castillo que
es la más grande atracción de todo el parque.
Hemos
gasto un montón de energía, la suficiente para llegar al hotel,
acostarse a la cama y en pocos segundos quedarse dormido mejor que un
bebé, un sueno profundo y la cabeza con la idea de que este día fue
pasado de la mejor manera posible.
De
la forma que me quedado dormida tan rápidamente, pesaba yo que iba a
despertarme tarde, muy tarde, pero se sucedió totalmente el opuesto:
eran seis de la mañana y yo ya abría los ojos y veía los primeros
rayos de sol entrando por la ventana.
Miro
con un poco más de atención el reloj y veo que era el 15 de marzo.
No es una fecha especial, pero luego me recordé que en el próximo
día 22 será el cumpleaños de Ainhoa, la niña de la institución
que hace tiempo que no pongo allá los pies, pero que nunca olvidos
todos eses niños que allá habitan y que todos los días se
despiertan con la esperanza de tener alguna familia que os adopte.
Son
todos niños muy especiales, pero para mi Ainhoa tiene algo que me
despierta un curiosidad y un sentimiento diferente. Aquella rubita de
ojos de un color extraño, medio marrones medio verdes, ojos que
encantan a cualquier persona, tenía algo de especial.
Cuando
volver a España, es cierto que luego que pueda haré una visita a la
institución, una auténtica terapia de relajamiento. Yo todavía
tengo una parte de niña pequeña y eso no la quiero quitar ni por
nada.
Si
ayer fue un día de ser un niño, hoy era un día de sentirse una
auténtica estrella de cine de Hollywood. Fue una pasada, yo y Pablo
hicimos el tan conocido tour de las estrellas, dónde visitas todos
los lugares que están relacionados con Hollywood como, por ejemplo,
el paseo de la fama, dónde puedes ver en el suelo una estrella con
cada nombre de estrellas de cine, de la música, teatro y muchas más
áreas.
Tuvimos
la buena suerte de visitar locales dónde se han grabado muchas
películas, entre ellas unas de mis favoritas y todo parece tan
irreal y no nos creemos cómo han grabado escenas tan impresionantes
en un lugar tan sencillo como una calle, una casa o un bar.
Lo
que más me impresionó fue irme a Beverlly Hills, lugar de las
mansiones de los famosos, mansiones que valen muchos millones de
euros, quedarse boquiabierto era poco para tantas casas juntas
valiendo millones.
Y
a la hora del almuerzo suena el puto móvil y llegan malas noticias:
-
Hola Ainhoa! - me llamaba Antonio, mi jefe – Cómo estás?
-
Bien...
-
Oye, lo siento pero tienes que interrumpir por unas horas lo que
estás haciendo... tu y Marisol tenéis que encontraros en el hotel y
iros a la casa de Martín para que él os entregue en manos los
papeles...
Dentro
de mí nacía unas ganas de triturar a Antonio... joder, justo ahora
que estaba disfrutando muchísimo del día con Pablo! Odio, odio,
odio, odio!
-
Y tiene que ser ahora?
-
Sí... es que por la noche él tiene un vuelo para Nueva York y solo
volverá en el día de vuestro vuelo para Madrid...
-
Vale... ya ha avisado a Marisol?
-
Voy a avisale ahora mismo... te vas?
-
Sí... yo me voy...
-
Cambio de planes? - me pregunta Pablo cuando colgué el móvil.
-
Parece que sí... pero son solo unas horitas... te lo prometo que por
la noche ya tengo esto listo!
Volvemos
al hotel y es obvio que tuve que cambiar de ropa. No iba a irme en
trabajo vistiendo vaqueros cortos, una camiseta diciendo “I love
L.A.” y de zapatillas, no es verdad? Allá voy yo vestirme con
ropitas apretadas y con tacones!
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