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domingo, 10 de agosto de 2014

63. Si tuviere que luchar contra todo, lo haré

Narra Pablo
- Está todo bien, Pablo? - pregunta mi padre.
- No... nada está bien! - respondo cabreado.
- Qué gritos fueron eses? - llega mi madre.
- Enhorabuena, mamá...
- Qué está pasando, hijo?
- Enhorabuena... - la miro en los ojos – Si tu objetivo era hacer con que Ainhoa saliese de aquí, lo has conseguido... enhorabuena!
- No me lo creo...
- Yo he visto, Elena... - dice mi padre – Se fue de aquí para evitar que esta casa tenga más discusiones...
La cara de mi madre parece que cambió por completo con las palabras de mi padre diciéndole que ella se fue de aquí para evitar que tengamos más discusiones. Solo espero que cambie de opinión y que se despierte para la realidad.
No vaya ser ella a eligir mi pareja, yo elegí a Ainhoa y es con Ainhoa que me voy hasta el fin, si tuviere que luchar contra todo, lo haré, no voy a permitir que el amor pase por mi vida y se marche sin yo hacer nada para que se quede.
Salió de allí y no sé para dónde fue. Yo estoy más nervioso que nunca, preocupado porque por el estado de Ainhoa, fácilmente podrá hacer una locura, si no la conociese tan bien como la conozco, no estaría tan seguro diciendo esto.
- Y ahora? - pregunta mi padre.
- Ahora? Ahora quién vaya salir de aquí soy yo! - recojo mi chaqueta y las llaves del coche y salgo de allí cerrando la puerta con toda la fuerza que tenía.
Por dónde pasaba, miraba todos los rincones a ver si la encontraba y no he visto nada. Ella no es así tan tonta y si no quiere que nadie le moleste, estará en un sitio dónde jamás pasará por la cabeza de alguien. No valdrá la pena buscarla en las próximas horas porque lo sé que no la encontraré. Irme para casa no es la solución, entro en un bar y decidí dejar todo mi dolor en las copas. Me siento en la barra del bar y el camarero me atiende:
- Una copa de Martini, por favor...
- Aquí está...
En media docena de sorbos la copa se quedó vacía completamente, el hielo que tenía se derritió, se desmoronó, de igual manera que yo me desmoroné de una forma que todavía está por explicar . Nunca he gritado de aquella manera con Ainhoa, jamás me he enfadado así con mi madre y nunca me recuerdo de cabrearme tanto con algo. Esto para también decir que por la primera vez me creo que la señora que me dio la vida está equivocándose al respecto de alguien porque lo que ella seguro está pensando no son cosas buenas y lo que ella no lo sabe es la grande persona que hay en Ainhoa y que mucha gente piensa que es una chica que vive en un mundo distinto de aquello que es la realidad.
Se equivocan. Ainhoa parece ser una constante adolescente, que simplemente quiere vivir y no pensar en los problemas. No es no querer pensar en los problemas, lo que Ainhoa hace es ver lo que de bueno hay en todo, siempre encuentra algo de positivo en algo que todos dicen de ser totalmente negativo y su bondad es de un calibre que nadie piensa que ella tiene. Desde que empecé a vivir con ella que descubrí su corazón gigante, quién haz donaciones de 20% de su salario para niños desfavorecidos? Pues ella lo hace, así como es voluntaria en la institución a la que dona parte de su salario todos los meses. Siempre tiene formas diferentes de ayudar, formas tan sencillas pero con tanto valor que me impresiono como llegan tantas ideas así a su cabeza.

Narra Ainhoa
Esto maratón terminó cuando la calle ya estaba con vista completa para la playa, no existían salidas, la solución sería volver a la calle principal o seguir adelante. Como en la vida no podemos volver atrás, porqué yo volvería ahora? No, simplemente seguí adelante y mis pies pisaron la arena. La noche estaba fría y mismo sintiendo la triste noche, me senté en la arena y el destino (si es que existe, no lo sé) hizo con que en mi cabeza pasase la conversación que tuve con una niña que conocí en la Institución dónde soy voluntaria.

(Flashback)
- Cómo te llamas, princesita? - y aquella tímida niña sentada en el rincón del salón de juguetes, rubia y con unos ojos maravillosos, me mira y me sonreí.
- Ainhoa... y tu?
- Yo también me llamo Ainhoa, guapa... qué haces aquí alejada de los demás?
Una lagrima cae por su rosto de piel clarita, sus bonitos ojos medio verdes, medio marrones se empaparan y me destrozó por completo el corazón. No me respondió ni yo insistí para hacerlo. Simplemente la abracé y ella me aprieta con toda la fuerza que tenía. Ella necesitaba de tan solo un abrazo y nadie todavía le tenía dado uno. Este mundo está tan cambiado que ya nadie está disponible para un abrazo a una niña... no es motivo para indignarse?
- No llores, rubita... tu eres tan guapa... - le digo con todo el cariño.
- Ellos no me quisieron...
Sabía perfectamente de lo que estaba hablando. Una pareja casada no le había adoptado porque descubrieron que ella tenía una enfermedad respiratoria y han dicho a la institución que querían un niño sin enfermedades.
- Mirame, pequeñita... - le digo ya entre lagrimas – No te quedes triste, ellos no te querían de verdad y sabes... tu mereces alguien que te quiera así muchísimo!
- Me han dicho que cuando se quiere mucho a alguien, nos damos abrazos y besos y esas cosas...
- Y ellos te han dado algo?
- No... tu me estás dando... y me gustas mucho...
- Por supuesto que sí princesa... - me senté en el suelo y la puso en mi regazo – Sabes, te voy a contar un secreto... yo también estoy triste...
- Porqué?
- Sabes, a veces las personas te juzgan por aquello que no eres de verdad y...
- No le hagas caso, Ainhoa... - y con estas palabras, yo me quedé mirándola muy sorprendida - … las personas tienen que aceptarte como eres...
- Yo lo sé...
- Sabes, una chica jamás debe pensar que es un problema... los problemas no son los humanos, los problemas son algo que los adultos crean y nadie sabe el porqué...
(Fin)

Increíble como una niña de tres años me ha dicho esto. Esto se sucedió de verdad, Ainhoa es una niña que hace mucho tiempo que no la veo así como todos los peques de allá. Es en momentos como estos que estar con ellos es la mejor terapia que cualquier
adulto puede tener, la inocencia de los más pequeños, la forma como ellos miran las cosas al rededor de ellos y como miran el mundo es algo que fabuloso. Todo el niño pequeño desea ser adulto pronto, pero cuando llega a ser adulto, desea volver a ser niño otra vez, qué mundo es este!
En eso momento sentí un tremendo anhelo de sus abrazos tan tiernos, de nuestros juegos tan divertidos, me he dado cuenta que ya no puedo pasar tanto tiempo como he pasado sin hacer una visita a la institución, todas las veces que por allí piso el suelo, aprendo nuevas cosas, nuevas formas de ver la vida y de enfrentar el mundo.

Aquella pequeña rubita tenía razón, yo no soy un problema, como he dicho a Pablo y Elena tiene que aceptarme como soy. Las lagrimas caían, las olas de la playa comían la arena y luego volvían a la mar y yo para ahogar tanto agua que mis ojos empaparan por tanto tiempo, me dirijo hacía el bar más cerco de allí y el Gin Tonic fue la solución para todo.

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