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jueves, 3 de julio de 2014

18. El tiempo pasa, los sentimientos no

Narra Ainhoa
En poco tiempo recuperé completamente la vida que tenía. En pocos días mis piernas volvieran a su normal estado, así como las capacidades respiratorias. Los médicos me han dicho que un milagro se sucedió, por el estado en que estaba cuando llegué al hospital, lo previsible sería quedarme con la movilidad de las piernas un poco reducida y seguramente con algún problema respiratorio. Nada de eso pasó conmigo, estoy saludable, muy saludable.
Con todo esto perdí casi dos semanas de trabajo, lo que significó que cuando volví a la rutina, tuviese que recuperar las horas y el trabajo por hacer trabajando a los fines de semana.
Me mantuve muy ocupada, pero nada me hizo olvidar aquel beso. El beso que Pablo me ha dado, una de las mejores sensaciones que jamás sentí en mi vida. Desde de eso día que no nos vemos, pero él ya me llamó unas tres veces, siempre preocupado con mi estado, preguntado si necesitaba de algo. 
Ahora solo necesito concentración, quedan dos semanas para el proyecto terminar y yo he tomado el control de casi todo. Salvador ya me llama “La Comandante”, está muy contento con el esfuerzo que tengo hecho para que esto sea un suceso, mismo pensando que no debería hacer tanto por un proyecto que no es mío. Me entregué de cuerpo y alma a esto y es así que lo voy a terminar. No tiene mi nombre, es verdad, pero eso no es motivo para que no haga esfuerzo.
Después de Málaga no volveré a Madrid. Recibí una propuesta irrecusable para mí, trabajar un mes en Ginebra, en algo grande, en algo que me gusta, es decir, las relaciones entre países, voy a trabajar como embajadora del patrimonio español en Ginebra.
La ciudad dónde estudié por cuatro años, dónde fui feliz, me invita de nuevo a vivir y a recordar mis tiempos de universidad. Será muy bueno, volveré a ver mis compañeros de clase, probablemente mis amores también porque tuve una pasión enorme por un chico, confeso.
Sigo dando atención a las noticias sobre Pablo. La gira ya empezó hace dos semanas y los periódicos no hablan de otra cosa. En las televisiones lo mismo pasa, reportajes tras reportajes sobre el chico que tanto odiaba, que tanto asco provocaba y que ahora sigo sus pasos a través de la prensa.
Tres meses después, vuelvo a poner todas mis cosas para las cajas, a dejar los muebles como los he encontrado cuando llegué, vacíos. Mis ganas de volver a Ginebra son grandes. Toda mi familia vino a despedirse de mi en el aeropuerto de Madrid, dónde hizo un traslado de vuelo.
Muchas lagrimas, muchos “te voy a echar de menos”, mi padre me aconsejando para tener cuidado, para cuidarme y mi madre, con los ojos empapados de lagrimas, a creerse de que está viviendo un “dejà-vu”. 
Esto es un “dejà-vu”, lo mismo se sucedió hace unos años, cuando me fui para la universidad y todo se sucedió casi igual, la diferencia es que ahora solo me voy un mes y en aquella vez me fui para estar cuatro años lejos de mi familia, volviendo a León solamente tres veces al año.
Volver a esta ciudad suiza es volver a un pasado feliz, a recuerdos que jamás olvidaré y volver a sentir aquella pasión que me ha puesto loca. Fue mi primera grande pasión por un chico, me enamoré de Hugo, un chico también español y que era uno de mis compañeros de clase. Fuimos novios por unos meses, pero decidimos mutuamente romper con nuestra relación porque yo empecé a quedarme muy cerca de aquel cabrón de nombre Luis.

Narra Pablo
Empezó la tan deseada gira y toda la adrenalina que siento en los escenarios, escuchando el publico cantando mis canciones, viviendo un momento mágico.
Ainhoa no me sale de cabeza, no olvido el beso que le he dado en el hospital. Desde eso día que no me encuentro con ella, solo la llamé unas veces para saber cómo estaba y nada más.
A cada día que pasa, mis ganas de verla y de sentir sus labios se quedan más intensas, aunque ahora esté de gira, sin tiempo para nada. Ella ya no vive en Málaga, desde que terminó el proyecto de mi padre que se trasladó para Madrid, creo. Quiero saber dónde está y cómo está porque para mi es fundamental.
Después del concierto en Almería, el primero de la gira, me equivoqué y sin darme cuenta llamo Ainhoa a Mariola, algo que ha puesto todo el mundo al rededor de nosotros mirándome muy sorprendidos por equivocarme.
Son señales de que la echo de menos, de que por lo menos tengo que escuchar su voz, saber cómo está la chica que ha ocupado mi corazón, mis pensamientos, que ha tomado todo de mí de una manera muy especial.
Recojo el móvil, son casi tres de la mañana, hace pocas horas que terminé el concierto en Elche, otro conci maravilloso. Seguramente debe estar durmiendo, pero intentaré llamarle. Aquellos “tut, tut” que se escuchan mientras no nos contestan la llamada son molestadores, me hacen sufrir. Espero, espero y desespero y nada. Ainhoa no me contestó, la llamada terminó en el buzón de voz. No me conformo, quiero intentar de nuevo, pero parecen que mis dedos no tienen la fuerza suficiente para poner el móvil llamando de nuevo.
Peor que esto es no saber dónde está. No sé si está en Madrid o si se ha trasladado a otra ciudad, no lo sé y me duele porque si lo supiese quizás le enviaría una carta o haría una locura y me escaparía hacía su casa para verla.
Mis sentimientos por ella son muy claros, la quiero, la necesito, quiero sentir su aroma, besar sus labios, contemplar su mirada, cuidarla, ser su refugio todas las veces que necesite. La quiero en mi vida y una sola amistad no es suficiente para mí, quiero conquistarla todos los días para que sepa lo cuánto la quiero y lo cuánto es fundamental en mi vida.

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