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miércoles, 23 de julio de 2014

43. Sufrimiento mudo

Narra Pablo
Entro en el ascensor sin tener la noción de lo que hizo. Me siento tan desorientado que lo que quiero ahora es escaparme de esto mundo.
Todo esto es muy extraño, sufro por salir de allí dejándola sufriendo, pero al mismo tiempo mi mente me ha dicho que necesito de un tiempo para interiorizar esta relación que en ocho meses ya ha desarrollado tanto.
No sé si es miedo de la realidad, no sé si es simplemente querer estar desconectado por poco tiempo en que pronto volverá todo a la normalidad y que volveré a estar a Ainhoa, la chica que amo a pesar de todo lo que siento ahora.
La época navideña está empezando y yo sigo ya trabajando en el próximo disco y en la próxima gira, pero todavía aún hago apariciones en programas de televisión, haciendo un balance de la gira que terminó y hablando de mis proyectos para el futuro.
No está siendo nada fácil, tengo que dibujar sonrisas por dónde paso cuando lo que siento de verdad es tristeza, me siento un auténtico gilipollas porque no fui capaz de confiar en una persona que se ha entregado a mi completamente, que confía en mi y yo la quiero locamente. Pero por qué esto se sucede?
Fueron días de auténtico sacrificio, todo el mundo me ve tranquilo, sonriendo, pero cuando estoy solo, entre las cuatro paredes de mi casa, la sonrisa desaparece, un torbellino de malas energías entra en mi cuerpo y me hace buscar algo que no sé lo que es.
Mismo cuando me fui para Málaga para pasar esta época tan bonita del año, me siento igual. Pensé que podría olvidar un poco todo lo que se pasó estando junto a mi familia, pero el resultado fue mucho peor.
Estoy junto a las personas que quiero, pero allí falta una persona para el grupo de los que amo estar completo. Falta ella, falta la hija de la enfermera Pilar, falta la hija del General Martínez, falta la chica que es la más pequeña de tres hermanos, falta Ainhoa y eso es una parte importante.
La necesito, la llamo por teléfono pero siempre llego al buzón de voz, le dejo miles de mensajes y ninguna respuesta tuve hasta ahora. La foto que hicimos en el concierto de Barcelona es ahora mi pantalla de móvil, antes tenía la foto de mis sobrinas. Estamos los dos juntos, ella sonriendo con su manera tan suya, tan natural y yo a su lado, con una sonrisa tan grande o tal vez más grande que el mundo entero.
- A ver hermanito, tengo una noticia que creo que te va a animar muchísimo... - dice mi hermana, viendo que no estoy nada animado mismo siendo el mágico día de 24 de Diciembre.
- Pues cuéntala, estoy curioso...
- Pronto tendremos más un pequeño en esta casa... - sonreí de una manera muy bonita mi hermana, una de mis mejores amigas desde siempre.
- Felicidades! - me quedé feliz por un rato, al final la llegada de una nueva vida al mundo es siempre es una buena noticia, por mucho que estemos mal.

Narra Ainhoa
Intento seguir con mi vida adelante, pero no puedo ni quiero. Al final por fin he encontrado el hombre que quiero de verdad, quiero estar con él. Mi móvil suena muchísimas veces con sus mensajes en el buzón de voz. Yo no escucho ninguna, no quiero torturarme más, sufrir más de lo que estoy sufriendo.
Pasaron casi cuatro semanas desde aquel día, desde aquel momento en que vi Pablo marcharse sin nada decirme. Desde eso momento que no hablo con él, que evito cueste lo que cueste ver sus noticias en la televisión para no llorar aún más. Hace cuatro semanas que él sigue dejando mensajes en el buzón de voz, cuatro semanas en que raramente pronuncio la palabra que antes quería pronunciar constantemente, Pablo.
Esta Navidad fue diferente de las demás Navidades de los otros años. Esto año hay una persona más en la mesa que es Sara, Juan y María están un poco mayores, mis padres están orgullosos de ver la mesa con más gente y Pedro y Mario siempre embobados con sus mujeres. La única que sigue igual al año pasado soy yo, o tal vez no.
Así como en el año pasado, no vino acompañada, estoy sola, sigo viviendo en Madrid y haciendo la torta de Navidad que hago desde mis quince años. Bueno, físicamente todo está igual, cuanto a los sentimientos eso ya no puedo decir lo mismo y creo que es aquí que se puede decir que también existió algo que cambió.
No estoy la chica que hablaba constantemente como en los otros años. No estoy con ganas de jugar póquer con mi familia, no estoy esperando con muchas ganas la llegada de mis abuelos. Nada.
Estoy cabizbaja, callada, pocas son las palabras que salen de mi boca y lo que quiero es que esto termine rápidamente para cerrarme en la habitación.
Esto se repitió en el Año Nuevo. A las 2 de la mañana ya estaba haciendo la despedida de mi familia para irme a la habitación. Todo el mundo extrañó porque en esto día siempre me quedaba despierta hasta las cinco, seis de la madrugada, siempre muy enérgica y hablaba tanto que mi familia se impresionaba cómo podía hablar tanto sin cansarme.
En la noche de Reyes, fue diferente, para mi fue peor que en la Navidad y que en el Año Nuevo. Fue horrible.
Cuando llegó la hora de los regalos, todos nos fuimos a buscar nuestros regalos y yo entré un poco en el espirito gracias a los peques. Estaba ya un poco contenta, pero no fue por mucho tiempo.
Comienzo a abrir los regalos y todo estaba muy bien hasta que mi madre me entrega su regalo:
- Toma, cariño... - me entrega una pequeña caja roja con un lazo dorado.
La abro muy contenta, pero cuando vi lo que estaba dentro, yo nada hizo. Allí estaba el disco de Pablo, el tan famoso disco “Tanto” que dicen ser lo más vendido en España.
- Te gusta?
- Sí... - no controlo el lloro y mis lagrimas caen seguidamente por mis ojos – Me ha gustado, mamá...
Todos me miran muy sorprendidos porque nunca en mi vida yo he llorado por un regalo de Reyes y seguro que se creen que estoy siendo una inútil en llorar por un disco. Lo que no lo saben es que este disco es del hombre que quiero y que se ha marchado sin nada decirme, que ahora me deja mensajes en el buzón de voz y nada más.
- Ainhoa, cariño, estás bien? - pregunta mi padre.
Me desespero tanto que mi reacción fue correr, salir de aquel salón, subir las escaleras y cerrarme en mi habitación. Me tumbo en la cama con el disco en mis manos y no sé si debo tirarlo a una pared o agarralo como si de un diamante se tratase.
Siento rabia, dolor, sufrimiento total y unas ganas imposibles de se controlar de estar con él, de sentir sus labios ardiendo en los míos, del rozar de su barba en mi cara y me pregunto porqué esto tuve que ser así? Porqué?
Será que nací solamente para sufrir en relaciones? Esto será así? No habrá nada más que ocho meses muy bien pasados?
Es un sufrimiento muy grande, sufrimiento mudo, una rosa muy bella llena de espinos, en que te picas cuando la tocas. Una día de sol que sin embargo se transformó en un día gris, de tormenta, de lluvia, así están mis sentimientos.

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