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sábado, 5 de julio de 2014

21. El delirio de la piel

Narra Ainhoa
Me besa, calentando mis labios con los suyos, pone las manos en mi espalda y la acaricia suavemente. Siento un escalofrío, una sensación maravillosa, pongo mis manos en su cuello y me dejo llevar.
- Yo te quiero más que mi vida... - me vuelvo loca cuando me ha dicho esto en mi oído, diciendo bajito para que ni las paredes escuchen nuestro amor.
Los besos hablan por mil palabras, aquella sala llena de instrumentos musicales está siendo testigo de todo esto, el ambiente se calienta, me entrego completamente en sus brazos.
- No podemos estar aquí por mucho tiempo, nos pueden pillar aquí... - le digo entre besos.
- Dónde vamos, entonces? Ahora no te dejo...
Nos paramos de besarnos locamente y pensamos en una estrategia para escaparnos de aquí sin llamar a la atención de nadie.
- Hay un montón de periodistas abajo y me pueden pillar saliendo de aquí...
Yo pienso, pienso y vuelvo a pensar. Cómo sale Pablo de aquí sin tener que pasar por entre la gente, por los periodistas?
- Ya lo sé, Pablo.. hay una puerta de emergencia junto a los salones de pintura... por allí nadie te puede ver porque sales directamente a la calle...
- No puede ser... se darán cuenta que yo no estoy abajo tarde o temprano... a ti sucederá lo mismo...
- Entonces nos vamos abajo, decimos cualquier excusa y nos vamos...
- Vale, dónde nos encontramos?
- En el apartamento?
- No tengo las llaves aquí...
- Nos encontramos en tu coche y luego veremos...
- Sabes cual es mi coche? - me pregunta.
- No te preocupes, vayámonos...
Bajamos las escaleras corriendo y Pablo entra en el salón en primer lugar y después entro yo. Pablo se vaya hacía su familia y empieza a hablar con ellos. Yo encuentro a Marisol:
- Has visto a Hugo?
- Él estaba hablando con una mujer y no le visto después... y tu?
- Yo me voy, me duelen las piernas y sabes que tengo que cuidarme...
- Claro... puedes irte que yo aviso a Salvador y a Hugo que te vas...
- Gracias, guapa...
Yo casi corro para salir rápidamente de aquí. Paso por entre las cameras de los periódicos y ellos no me hacen caso.
Veo a Pablo entrando en el coche y me voy corriendo, mismo estando de tacones. Aquel coche negro me esperaba, Pablo me esperaba y yo corría.

Narra Pablo
Su habitación en el hotel fue el lugar elegido para escaparnos. Ella abre la puerta con la tarjeta y entramos. Solo lo he dado tiempo para quitarse los tacones, la agarré y la besé de nuevo. Quiero aprovechar lo máximo que puedo, ella se entrega en mis brazos y otro “te quiero” sale de su boca, mi perdición.
La temperatura sube, es un subidón tan grande que de los besos en la boca paso a los besos en su cuello, mis manos bajan por la espalda, pasan para las piernas y empiezan a subir su vestido.
- No dejaré que tomes el control de todo... - me susurra.
Mueve sus manos de mi cuelo para la corbata y la quita de una manera salvaje, caliente, que me llevó a la locura total. La tomo en mi regazo, sus piernas enroscadas en mi cintura y sin parar de besarnos, nos dirigimos a la cama. Me pierdo en su cuelo, en sentir aquel aroma tan bueno, tan único, el aroma que quiero sentir todos los días.
- Hace calor, no? - le pregunto entre besos y caricias en su pelo.
- Yo casi estoy herviendo... - y en un movimiento voraz y intenso, tira mi americana para el suelo. Sigo con las manos subiendo el vestido y ella, en cada movimiento de sus manos desbotona mi camisa y la locura se instala en la habitación.
Por fin su vestido negro y mi camisa se caen por el suelo, susurro su nombre en sus oídos, mi cuelo se llena de sus besos y así empezó el delirio de mi piel, de mi corazón, mi delirio completo.

Narra Ainhoa
Completamente desnudos en las sábanas blancas de la cama, el delirio y la pasión son los dueños de todo. Me entrego de cuerpo y alma a él y en premio recibo su amor, sentir su cuerpo, sentir el placer en su estado más puro. Hicimos el amor, olvidando el mundo, sin que nadie supiese que estábamos aquí, piel con piel, boca con boca, no teniendo ni un milímetro que nos separase.
Me aprisiona por debajo de su cuerpo, sus manos se deslizan y acarician mi piel y las mías se deslizan suavemente sobre su espalda, haciendo con que él se quede en su estado de locura máxima, susurrando mi nombre con placer. Mi perdición es tener sus manos en mi cintura, dónde todos los movimientos me hacen soltar gemidos, me pierdo, nunca sentí algo así.
Mi primera locura en la cama, mi primera vez en que hago el amor, me hago la comandante de su cuerpo, le tumbo sobre el colchón y encima de su cuerpo perfecto me siento la dueña de todo lo que existe.
- Te quiero... - me voy al cielo cuando me susurra con sus palabras de amor. Acuesto mi cabeza sobre su pecho y acaricio suavemente sus mejillas. Los rayos de sol ya tenían dado el lugar a la luz de la luna, que iluminaba la habitación, el lugar dónde todo de bueno se sucedió.
No para de acariciarme y en un movimiento me tumba a la cama, se pone por encima de nuevo y muy despacito besa mi torso, se va subiendo con la lengua hasta que pasa por mi cuello y llega a mis labios.
Todo parece tan irreal, parece algo que solo se sucede en las películas románticas, pero no, esta tarde/noche de amor se sucedió.
Terminamos acostados en la cama, abrazados, mi cara junto a la suya, sus brazos al rededor mi cuerpo, me sentía totalmente segura, sin miedo.
- Estás bien? - me pregunta cariñosamente.
- Sí... estoy perfectamente bien... - le sonrío - … yo nunca sentí esto...
- Qué quieres decir con eso?
- Que fuiste el primero...
En su rosto se dibuja una sonrisa perfecta, un brillo en los ojos más intenso que lo de la luna, todo esto en la cara que no dejo de acariciar con mis manos.
- Por qué no me has dicho antes?
- No te preocupes... me dejé llevar porque confío en ti y sabes lo que me has dado?
- No...
- La mejor noche de mi vida... - le susurro.

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