Narra
Ainhoa
Me
besa, calentando mis labios con los suyos, pone las manos en mi
espalda y la acaricia suavemente. Siento un escalofrío, una
sensación maravillosa, pongo mis manos en su cuello y me dejo
llevar.
-
Yo te quiero más que mi vida... - me vuelvo loca cuando me ha dicho
esto en mi oído, diciendo bajito para que ni las paredes escuchen
nuestro amor.
Los
besos hablan por mil palabras, aquella sala llena de instrumentos
musicales está siendo testigo de todo esto, el ambiente se calienta,
me entrego completamente en sus brazos.
-
No podemos estar aquí por mucho tiempo, nos pueden pillar aquí... -
le digo entre besos.
-
Dónde vamos, entonces? Ahora no te dejo...
Nos
paramos de besarnos locamente y pensamos en una estrategia para
escaparnos de aquí sin llamar a la atención de nadie.
-
Hay un montón de periodistas abajo y me pueden pillar saliendo de
aquí...
Yo
pienso, pienso y vuelvo a pensar. Cómo sale Pablo de aquí sin tener
que pasar por entre la gente, por los periodistas?
-
Ya lo sé, Pablo.. hay una puerta de emergencia junto a los salones
de pintura... por allí nadie te puede ver porque sales directamente
a la calle...
-
No puede ser... se darán cuenta que yo no estoy abajo tarde o
temprano... a ti sucederá lo mismo...
-
Entonces nos vamos abajo, decimos cualquier excusa y nos vamos...
-
Vale, dónde nos encontramos?
-
En el apartamento?
-
No tengo las llaves aquí...
-
Nos encontramos en tu coche y luego veremos...
-
Sabes cual es mi coche? - me pregunta.
-
No te preocupes, vayámonos...
Bajamos
las escaleras corriendo y Pablo entra en el salón en primer lugar y
después entro yo. Pablo se vaya hacía su familia y empieza a hablar
con ellos. Yo encuentro a Marisol:
-
Has visto a Hugo?
-
Él estaba hablando con una mujer y no le visto después... y tu?
-
Yo me voy, me duelen las piernas y sabes que tengo que cuidarme...
-
Claro... puedes irte que yo aviso a Salvador y a Hugo que te vas...
-
Gracias, guapa...
Yo
casi corro para salir rápidamente de aquí. Paso por entre las
cameras de los periódicos y ellos no me hacen caso.
Veo
a Pablo entrando en el coche y me voy corriendo, mismo estando de
tacones. Aquel coche negro me esperaba, Pablo me esperaba y yo
corría.
Narra
Pablo
Su
habitación en el hotel fue el lugar elegido para escaparnos. Ella
abre la puerta con la tarjeta y entramos. Solo lo he dado tiempo para
quitarse los tacones, la agarré y la besé de nuevo. Quiero
aprovechar lo máximo que puedo, ella se entrega en mis brazos y otro
“te quiero” sale de su boca, mi perdición.
La
temperatura sube, es un subidón tan grande que de los besos en la
boca paso a los besos en su cuello, mis manos bajan por la espalda,
pasan para las piernas y empiezan a subir su vestido.
-
No dejaré que tomes el control de todo... - me susurra.
Mueve
sus manos de mi cuelo para la corbata y la quita de una manera
salvaje, caliente, que me llevó a la locura total. La tomo en mi
regazo, sus piernas enroscadas en mi cintura y sin parar de besarnos,
nos dirigimos a la cama. Me pierdo en su cuelo, en sentir aquel aroma
tan bueno, tan único, el aroma que quiero sentir todos los días.
-
Hace calor, no? - le pregunto entre besos y caricias en su pelo.
-
Yo casi estoy herviendo... - y en un movimiento voraz y intenso, tira
mi americana para el suelo. Sigo con las manos subiendo el vestido y
ella, en cada movimiento de sus manos desbotona mi camisa y la locura
se instala en la habitación.
Por
fin su vestido negro y mi camisa se caen por el suelo, susurro su
nombre en sus oídos, mi cuelo se llena de sus besos y así empezó
el delirio de mi piel, de mi corazón, mi delirio completo.
Narra
Ainhoa
Completamente
desnudos en las sábanas blancas de la cama, el delirio y la pasión
son los dueños de todo. Me entrego de cuerpo y alma a él y en
premio recibo su amor, sentir su cuerpo, sentir el placer en su
estado más puro. Hicimos el amor, olvidando el mundo, sin que nadie
supiese que estábamos aquí, piel con piel, boca con boca, no
teniendo ni un milímetro que nos separase.
Me
aprisiona por debajo de su cuerpo, sus manos se deslizan y acarician
mi piel y las mías se deslizan suavemente sobre su espalda, haciendo
con que él se quede en su estado de locura máxima, susurrando mi
nombre con placer. Mi perdición es tener sus manos en mi cintura,
dónde todos los movimientos me hacen soltar gemidos, me pierdo,
nunca sentí algo así.
Mi
primera locura en la cama, mi primera vez en que hago el amor, me
hago la comandante de su cuerpo, le tumbo sobre el colchón y encima
de su cuerpo perfecto me siento la dueña de todo lo que existe.
-
Te quiero... - me voy al cielo cuando me susurra con sus palabras de
amor. Acuesto mi cabeza sobre su pecho y acaricio suavemente sus
mejillas. Los rayos de sol ya tenían dado el lugar a la luz de la
luna, que iluminaba la habitación, el lugar dónde todo de bueno se
sucedió.
No
para de acariciarme y en un movimiento me tumba a la cama, se pone
por encima de nuevo y muy despacito besa mi torso, se va subiendo con
la lengua hasta que pasa por mi cuello y llega a mis labios.
Todo
parece tan irreal, parece algo que solo se sucede en las películas
románticas, pero no, esta tarde/noche de amor se sucedió.
Terminamos
acostados en la cama, abrazados, mi cara junto a la suya, sus brazos
al rededor mi cuerpo, me sentía totalmente segura, sin miedo.
-
Estás bien? - me pregunta cariñosamente.
-
Sí... estoy perfectamente bien... - le sonrío - … yo nunca sentí
esto...
-
Qué quieres decir con eso?
-
Que fuiste el primero...
En
su rosto se dibuja una sonrisa perfecta, un brillo en los ojos más
intenso que lo de la luna, todo esto en la cara que no dejo de
acariciar con mis manos.
-
Por qué no me has dicho antes?
-
No te preocupes... me dejé llevar porque confío en ti y sabes lo
que me has dado?
-
No...
-
La mejor noche de mi vida... - le susurro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario