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miércoles, 2 de julio de 2014

17. Marrón color de café

Narra Pablo
Acerco mi cara de la suya y pocos milímetros nos separan. Sus ojos se abren y el marrón, la color de sus ojos, marrón igual al del café, me miran tímidamente. Digo que sus ojos son marrones color de café, por que, tal como el café, me quitan el sueno cuando pienso en ellos. Es así, su mirada me quita el sueno.
- Pablo... yo...
- Shhh... - toco con mi dedo en su boca para que no hable. La besé, sí, la besé por la primera vez. 
Mis labios se acercaran despacito y sin embargo empiezan a sentir los suyos. Un beso a fuego lento, intenso, un beso sin igual. Nuestros labios en una perfecta sintonía, rozándose íntimamente, como café y azúcar en una taza, complementándose y resultando en algo fabuloso.
- Para, por favor... - me pide susurrando. Alejo un poco mi cara y no sé qué dicen sus ojos. No sé si demuestran rabia, confusión, gusto, están extraños – Yo necesito respirar, no quiero volver a poner la maldita mascarilla por tu culpa...
- Perdón, no lo sabía que estabas con problemas para respirar...
- Aún me cuesta un poco respirar sin la ayuda de la máquina, quería levantarme y ver el sol por la ventana, madre mía, no puedo hacer nada sola!
- Puedes caminar? - pregunto.
- Sí, pero necesito de ayuda... yo camino despacito...
- Entonces levántate, yo te ayudo... - le doy la mano, ofreciendo mi ayuda para que vea el sol junto a la ventana.
- Tu? Ayudarme?
- Sí... algún problema con todo eso?
- No sé... tu no eres enfermero...
- Y es necesario ser enfermero para que te pueda ayudar a caminar? Yo puedo hacerlo perfectamente...
- Eso lo veremos... - empieza por levantarse para sentarse en la camilla. Respira profundamente, cierra los ojos y muy despacio empieza a levantarse. Trato de poner uno de mis brazos en su espalda para que no caiga.
- Qué te pasa? - pregunto, después de ver que empezó a sonreír, con una cara de que estaba disfrutando de algo bueno.
- Parece que estoy caminando por la primera vez, es una sensación maravillosa...
Paso tras de paso, caminamos hacía la ventana. El sol estaba empezando a dar el lugar a luna, en el horizonte se vía una puesta del sol maravillosa, dónde el color naranja pintaba el cielo y relucían los últimos rayos del sol del día.
- Mejor ahora?
- Un poco... mejor estaría fuera de esto maldito hospital, pero no puedo...
- Verás que saldrás de aquí muy rápido...
Me gustaría preguntar si le ha gustado mi beso, si sintió algo cuando mis labios se rozaran en los suyos, pero no lo hago, está todo siendo tan perfecto para mí que no quiero arruinar el momento.
Lado a lado, mirando la puesta del sol sin nada hablar. Ella sonreía y yo sonreía por eso, verla feliz, ver el brillo de sus ojos y de su sonrisa llenaba mi corazón y mi alma de satisfacción, de felicidad, de ganas para que esto esto no termine nunca.
Cae el sol completamente y la ayudo a volver al sitio dónde me cuesta verla, la camilla del hospital, dónde a su lado estaban las máquinas para el caso de algo pasarse mal con ella. No quería salir de su lado, pero las reglas del hospital dicen que es hora de salir, de dejarla allí sola, quizás sufriendo en el silencio, cuando ya nadie la ve.
- Gracias por todo, enserio...
- No necesitas de darme las gracias, yo hizo todo esto porque quería, no fui obligado a hacer nada...
- Gracias es lo mínimo que puedo hacer...
- No te molestes con eso... ahora trata de recuperarte, eso es lo más importante... después quiero saber cómo estás, eh?
- Estoy viendo que tendré que suportar tu fantasma... tienes ahí tu móvil?
- Sí... porqué?
- Dámelo...
- Para qué?
- Yo no te lo voy robar, eh? Es para hacer una cosa...
Le doy el móvil un poco desconfiado. - Toma...
Ella escribe algo en el móvil, no sé lo que es, no tengo idea ninguna de lo que será.
- Ya está... tienes mi numero de móvil, para prevenir nuevas apariciones tuyas...
En la pantalla estaba su numero y el nombre del contacto que ha puesto fue “Ainhoa, la fría”.
- Antes de aparecer, tienes que llamarme... es que no quiero llevar un susto por ver el Godzilla así de sorpresa..
- Tu no eres nada normal...
- Lo sé, toda la gente me dice lo mismo...
- … pero me encantas... - le interrumpo.


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