Narra
Pablo
-
Me vas a decirme dónde nos vamos? - Ainhoa se muere de tanta
curiosidad.
-
En poco tiempo ya vas a saber...
-
Si tu haces alguna locura, yo no sé que te hago... me escuchaste
bien?
-
No te preocupes...
-
No me preocupo? Cómo no, Pablo? Yo no sé dónde me estás llevando,
eh?
-
Tranquila... - le sonrío – No es nada de malo... mira, ya estamos
llegando...
El
coche para, yo salgo primero y abro la puerta del otro lado para que
pueda salir. Ella sale del coche y empieza a mirar al rededor de sí.
Ella me señala con el dedo para la casa y me pregunta:
-
Me vas a explicar todo esto?
-
Sí, pero primero tienes que entrar en la casa... anda, dame la
mano... - agarro su mano y caminamos hacía la puerta de la casa
antigua que era hermosísima.
Ella
abre la puerta y yo dejo que entre sola para ver su reacción. Gira
su cabeza de un lado para otro, de arriba para abajo y de abajo para
arriba, viendo con toda la atención todo.
-
Uau! Esto es...
-
Te gusta? - la interrumpo.
-
A mi no me gusta... a mi me encanta todo esto...
-
Pero todavía no has visto lo más importante...
-
Hay algo más importante que un salón con vistas a la playa?
-
Sí... yo te voy a enseñar...
Subimos
las escaleras y deslizo la puerta para abrirla. Allí le esperaba la
grande habitación con una vista de sueño.
-
Yo no sé que decirte, cariño... - esperad ahí un poco, Ainhoa me
la llamado de cariño? Ahora me sorprendí.
-
Pues no digas nada... - la agarro por la cintura y empiezo a besala
sin parar – Quiero sentir el calor de tus labios y el estremecer de
tu cuerpo perfecto... - le susurro.
Con
sus manos quita mi camiseta, desabrocha mis pantalones cortos y nos
tumbamos sobre la cama.
Luego
trato de quitarle su falda y su camiseta y nos quedamos con la ropa
interior que no tardó en salir de nuestros cuerpos también.
Acaricio
y beso su cuerpo, sin dejar pasar por las zonas prohibidas, dónde se
sueltan los gemidos más calientes y sinceros que jamás escuché.
-
Quiero que seas mía, para siempre... - le susurro.
-
Yo soy totalmente tuya desde el día en que entregué a tí.... - mi
piel se eriza, miles de escalofríos y calentamientos se mezclan y me
dejan en el paraíso.
Mis
latidos parecen un cañonazo de sentimientos que se reparten por todo
mi cuerpo a través del amor. Mi lengua viaja por su piel, muerdo
suavemente, acaricio cada curva y cada centímetro de piel.
Explotamos
y gemimos de placer a cada segundo, gritamos por el éxtasis y por la
locura, nuestros cuerpos hacen uno solo cuerpo, se fundieron de la
manera más mágica. Desde aquella cama volamos hasta un paraíso
solamente nuestro y de nadie más.
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