19.
Una realidad distinta
Narra
Ainhoa
Volví
a Ginebra y volví a encontrar la primera grande pasión que tuve,
Hugo. En esta ciudad parece que todo está en sintonía, mi trabajo
es algo de extraordinario y volví a vivir mis tiempos de
universidad, saliendo con Hugo, haciendo las cosas que hiciéramos
cuando éramos simplemente dos jóvenes españoles estudiando en la
universidad. Salimos por la noche y aquel grande amor que hemos
vivido se recuperó. Hugo es un amor contigo, me llama de la misma
manera que antes, “Leonesa”, causado por tener mis orígenes en
León y yo le sigo llamando de “Valenciano”, ya que nació en
Valencia.
Soy
feliz o tal vez intento creerme que lo soy. Empecé a dudar de mi
felicidad después de una noche despertarme a las cuatro de la mañana
por haber soñado con Pablo.
Una
cosa es no tener a nadie y pensar en una persona, otra cosa muy
distinta es lo que vivo ahora, que tengo a una persona, pero pienso
constantemente en otra. Con todo esto insomnio tuve tiempo para hacer
las conclusiones sobre lo que siento ahora.
Me
da miedo ver que siento cariño por Hugo y que por Pablo siento
mariposas, pajaritos, todo el tipo de animales en mi cuerpo, que del
malagueño que no aguantaba, deseo volver a sentir sus labios y
volver a verlo.
La
conclusión más “negra” es: me enamoré, me enamoré de Pablo y
no me he dado cuenta de eso. Sin querer, lo quiso y ahora no quiero
nadie más.
Fue
necesario alejarme de él, volver a tener una relación para
despertarme para la realidad, para saber que al final es Pablo el
hombre que controla mis pensamientos.
En
esa noche no dormí más. Pensé en todo esto hasta que llega la hora
para irme a trabajar.
Madre
mía, no sé pude currarme con tanta cosa pasando en mi mente. Para
mi buena suerte el día pasó volando y en el fin del día Hugo vino
a cenar a mi casa. No imagináis la puta cara y la puta reacción que
tuve con él. Siempre hablé mucho con él y hoy casi no hablé nada,
intento disfrazar que nada pasa.
-
Te pasa algo? - me pregunta.
-
No, solo estoy un poco cansada...
-
Me pareces que estás en otro mundo, pensando en otra persona...
-
No seas tonto... en qué te crees que estoy pensando? En el Papa?
-
No lo sé, dime tu...
-
Yo no estoy pensando en nadie, Hugo...
Él
se conformó con mi respuesta, empecé a ocultar todo lo que estaba
pasando conmigo, a volverme en un disfraz para que no sepa que estoy
pensando en alguien.
El
disfraz fue tan grande que perdí el control de mi misma. No sé cómo
fui a hacer aquello pero lo he invitado a acompañarme a la
inauguración del Centro de Cultura en Málaga, el proyecto en que he
participado, el proyecto del padre de Pablo.
Mala
suerte tuve cuando me ha dicho que sería un gusto acompañarme.
Mierda, seguramente que Pablo estará en la inauguración y yo iré
con Hugo.
Llamo
mil y un nombres a mi, hizo el peor error de todos los tiempos,
quizás no sería mejor haberle contado todo, decir la verdad, romper
todo. El problema es que ahora yo dejé completamente aquel corazón
frío que tenía, me dejo llevar por las emociones y por eso que no
lo hizo. Siento un cariño por Hugo, él es simpático, un buen
amigo, nunca me hizo daño y por eso que no quiso hacerle daño
también. Es en momentos como los de ahora que me hace falta aquel
escudo, aquella personalidad fría, que no se dejaba llevar por los
sentimientos, para poder decirle todo lo que quiero.
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