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viernes, 25 de julio de 2014

45. Amor sin fecha de vencimiento

Narra Ainhoa
Me despierto y no fue con el sonido del despertador pero sí del sonido del timbre. Eran ocho de la mañana de un Sábado lleno de lluvia y frio, algo típico en Madrid en el Invierno.
En pijama, con pelo despeinado y con cara de quién se despertó ahora mismo, me voy hacía la puerta. La abro y luego veo él, el mismísimo que salió por esta puerta hace casi dos meses sin darme ninguna razón concreta para eso.
Paré en la puerta, le miro y nada le digo. Las lagrimas intentan salir con toda la fuerza por mis ojos, mis brazos y piernas se asemejan a un terremoto y el aire se fue por completo.
Así nos quedamos frente a frente, ni una sola palabra salió de nuestras bocas por unos largos minutos, a penas nuestros ojos se miraban sin quitar la mirada ni por un solo segundo. Éramos dos estatuas allí, sin saber cómo reaccionar y lo que hablar.
- Tienes unos minutos para hablar? - me pregunta.
- Sí... entra...
- Yo vino aquí porque... - empezó a sollozar - … porque yo nada valgo sin...
- Sin qué? - le interrumpo.
- Yo nada valgo sin ti... - me mira directamente en mis ojos – Me falta algo y eres tu... yo lo sé que salí diciéndote simplemente “lo siento”, yo estaba completamente perdido porque en tan poco tiempo se pasaran un montón de cosas entre nosotros...
Llovía en la calle y llovía en mi cara también cuando él empezó a hablar. No pude contenerme, fue imposible. Yo nada respondía, simplemente le escuchaba, haciendo con que cada palabra entrase en mi interior.
- Creo que esto tiempo lejos de ti me hizo tener la certeza absoluta de que ya no necesito buscar aquello que ya encontré por casualidad... - continuó - ... he encontrado el amor sin fecha de vencimiento... yo no quiero que lo que tenemos se acabe jamás...
- Yo tampoco... - le digo cuando una lagrima muy sincera cayó por mi cara.
Pablo extendió su mano, yo extiendo la mía también, él la agarra y luego haz fuerza para juntarme a él, tal y cual como hacen en el tango.
- Ahora no dejaré con que salgas de mi... - me susurra.
- Y quién te ha dicho que yo quería salir de ti? - le sonrío muy dulcemente y con una mirada digna de una niña cuando habla con su manera irónica.
Nuestra distancia se fue reduciendo hasta que llega a los cero centímetros, nuestras caras bien juntas así como todo el resto del cuerpo. Sus brazos aprisionan mi cintura y en un segundo tan bonito sus labios se hacían sentir en los míos.
Hacía un día gris en la calle, pero para mí el día se transformó en un día lleno de luz, de colores vivas y relucientes. Existen pequeñas cosas en el mundo que cambian nuestros días, con tan solo un pequeño gesto, una mirada, una sonrisa, un beso o un abrazo pueden cambiar nuestro estado de ánimo y nuestro día. Las palabras cuando vienen del corazón, siendo ellas sinceras y dichas naturalmente también tienen eso poder.
- Volvemos a empezar? - me pregunta.
- No... volvemos a continuar nuestra historia, que te parece?
- Me parece perfecto... - y me besa de nuevo.

Narra Pablo
- Pablo, creo que aquí no es el mejor lugar para tomar el desayuno... - me dice mientras entrábamos en la pastelería, una de mis favoritas aquí en Madrid.
- Porqué? - le pregunto muy curioso.
- Estás viendo aquella chica de vaqueros y chaqueta azul en la barra tomando un café?
- Sí... qué tiene esa chica?
- Aquella chica es como si fuera una hermana para mí y ella no lo sabe que yo te conozco ni tampoco que tengo una relación contigo...
- No pasa nada... - respondo – Hay que ser discreto y verás que ella no nos verá...
- Eso lo espero...
Así lo hicimos, de una manera muy discreta y haciendo con que nadie nos mirase, nos sentamos en la mesa que estaba más distante de la barra de la pastelería y nadie se ha dado cuenta que estábamos por aquí.
Nos sentamos y luego tratamos de pedir el desayuno, que no tardó mucho en llegar a la mesa dónde estábamos.
- Cómo se llama esa chica? - le pregunto.
- Se llama Marisol... es mi mejor amiga desde casi siempre...
- Y porqué no quieres que ella no lo sepa que somos novios?
- En primer lugar ella es muy fan de tí, en segundo lugar, ella no aguanta guardar secretos de esto tipo por mucho tiempo y seguramente que tarde o temprano todo el mundo iba a saber que nosotros tenemos una relación...
- Muy bien... me parece ser una chica simpática...
- Sí, Marisol es un amor... por eso tenemos una relación tan buena como si fuéramos hermanas...
- Esas amistades son muy buenas... - empiezo a pensar en cual será el momento ideal para preguntarle aquello que no sale de mi mente – Ainhoa, te puedo preguntar una cosa muy seria?
- Por supuesto que sí... que quieres preguntarme?
- Oye, no quiero que te sientas forzada a decir algo que no quieras con mi pregunta...
- Vale, vale... ya me estás asustando... cual es la pregunta?
- Muy bien... Ainhoa, me encantaría... - empiezo a sollozar como un loco - … me... me encantaría... - y hago la respiración más profundo que alguna vez hizo en mi vida para ganar fuerza para decirle aquello que quiero.

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