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martes, 22 de julio de 2014

41. Enlaces familiares

Narra Ainhoa
Aquel momento en que te das cuenta que solo tienes amigas casadas o con compromisos es un momento muy extraño. Ahora que Pablo está en Latinoamérica de gira y que estoy sola en Madrid, tengo tiempo para pensar en estas cosas.
En tan solo un fin de semana vi dos amigas mías se casaren, parece que todo el mundo ha decidido casarse en esto mes y no sé el por qué.
Marta y Laura ahora se “trasladan” para el grupo de mis amigas casadas y ahora soy solamente yo que no estoy con un compromiso tan serio tal como tienen mis amigas. Sí, yo tengo una relación pero no es nada comparado con lo tienen las chicas que siempre me acompañaran en la vida.
Bueno, por un lado estoy feliz por eso. Mis amigas viven reclamando de sus maridos, de sus novios, de que pierden la paciencia con sus parejas. Esto es lo que se sucede cuando vives con alguien, algo que no sé lo que es eso afortunadamente.
Dos bodas ya pasarán y hoy es un día importante en la casa de los “Martínez Sierra” de León, que es lo mismo que decir la casa de mis padres.
Después de Mario, que ya se casó hace siete años, es la hora de mi hermano empezar un nuevo capitulo en su vida.
Estoy orgullosa de él, es bueno ver que por fin ha puesto los pies bien firmes en la tierra. Pedro siempre fue un chico en que lo le faltaban chicas que querían tener una relación con él. Los hombres de esta familia son todos unos galanes y eso es cierto. Creo que esto ya corre por las venas y ya no hay nada que los hará cambiar.
Mi padre, que está muy orgulloso por ver que su “niño de las ciencias” se va a casar, viste con mucho orgullo su uniforme especial de General del ejército para ocasiones especiales. La última vez que lo he vestido fue en el bautizo de María hace dos años.
Yo creo que la señorita Pilar está más nerviosa que su hijo, nadie la puede callar. Se mira docenas de veces al espejo para ver si su vestido azul está bien. Madre mía, yo creo que yo debo ser la persona más tranquila de esta casa juntamente con Mario. Hasta los peques están enérgicos, están eufóricos porque por la primera vez serán los niños anillos y están unos amores, tan guapos que parecen una “mini-pareja” mismo siendo hermanos.
Yo y mi madre ayudamos a Pedro a abotonar los puños de la camisa y a poner la corbata, algo que Pedro nunca supe poner.
- Relájate un poco, hombre! - le digo – Pareces un terremoto temblando de esa manera!
- Es normal... - dice mi madre – En esto día siempre te quedas con unos nervios tremendos!
- Madre mía que la puta hora de irme a la iglesia no llega!
- Pedro, mirame... - le digo - … respira profundamente... para qué estar nervioso? Estás con miedo que Sara te deje solo en el altar de la iglesia?
- No, ella no es capaz de hacerme eso...
- Entonces para qué estar nervioso?
- Cállate, que estoy para ver cómo estarás en el día de tu matrimonio! - se reí.
- Tendrás mucho que esperar, hermanito... esto es si un día yo me caso!
- Muy bien... te gusta Pablo y no tienes esperanza de casarte, estás muy bien, sí, sí!
- No es el caso de no tener esperanza de casarme... yo simplemente no pienso en eso para no vivir ilusionada con eso día!
- Ponte hablando así y cuando te despertares ya estarás con vestido de boda lista para casarte! - dice mi madre.
- Y ahora hablando de eso, Ainhoa... podías haber venido con Pablo para presentarlo a la familia... - yo voy a matar mi hermano, le encanta provocarme.
- Tendrás mucho tiempo para conocerlo, vale? Además, él en esto momento no está en España...
- Ah vale... es un señor muy ocupado, eh?
- Y tu no te callas, chico maldito? - bromeo.
- Tranquila... - y guiña mi ojo.
Llega mi padre y mi hermano:
- Llegó la hora... ya estás listo, campeón? - pregunta mi padre.
- Sí... vayámonos!
Nos fuimos todos hacía la iglesia, dónde toda la familia ya se encontraba y aguardaba por la llegada de Pedro. Me reencontré con algunos primos y tíos que ya no os vía hace mucho tiempo, en especial a mis abuelos paternos, los únicos abuelos que siguen vivos. Me impresiono cuando los veo. El señor Antonio Martínez y sus impresionantes 86 años son algo que sorprenden a cualquiera. Su físico no aparenta tanta edad así como su mente, siempre muy joven, que tiene un gusto tremendo en hablar con sus generaciones más nuevas.
La señorita María Cabanillas, mi abuela, y sus 85 años es otra persona que parece que la edad no pasa por ella. Son dos personas inspiradoras y muy importantes para mí y es con orgullo que digo que soy nieta de ellos.
Mis tíos, tías y primos se quedan sorprendidos con mi presencia y además soy el único miembro de la familia que no trae pareja. Yo lo sé que estuve algunos años un poco ausente porque estaba en la universidad, pero no sé cuales son los motivos para mirarme de la manera que hacían. No me pasa nada, estoy aquí por la boda de Pedro y Sara y eso es lo que importa ahora.
Sara entra en la iglesia acompañada de su padre, estaba muy bonita con su vestido de tirantes blanco y con el pelo recogido totalmente para su lado derecho. Mi hermano la contemplaba, sonreía más que nunca y se quedó más tranquilo cuando la tenía a su lado.
Comienza la misa y por supuesto que fue una misa como cualquier misa de matrimonio. Me quedé junto a mis padres, justo en la primera fila, dónde estaban también mis sobrinos, Mario y Juana.
Para mi lo mejor momento de un matrimonio después de poner la alianza y besarse es la fiesta de boda. Fue una maravilla estar con mi familia y por supuesto que el bailecito no podría faltar.
Fue una fiesta maravillosa, pero no tanto para mí en el momento que Sara se fue a lanzar su manojo de flores blancas.
La tradición dice que las solteras tienen que juntarse y disputar para tener el manojo. Yo no me lo creo en eso, pero para no parecer muy fuera del normal, me junté a las chicas y para mi mala suerte el manojo se cayó justamente en mis manos.
Por qué se cayó en mis manos? Porqué? Porqué no se ha caído en las manos de una amiga de Sara o algo así? A partir de eso momento toda mi familia no hablaba de otra cosa, mi padre hacía de todo para descubrir más informaciones sobre Pablo. Me enfadé, yo lo sé qué soy la única chica de la familia que aún no se ha casado, pero será que es necesario torturarme? Cual es problema de yo estar soltera? Todos están obsesionados y no se recuerdan que soy yo quién elije si se vaya casarse o no, si quiero o no compartir mi vida con alguien.
En esto momento no quiero compartir mi vida, estoy muy bien con la relación que tengo con Pablo y solamente con el tiempo voy a saber si debo cambiar de opinión o no. Estoy a favor de las relaciones, pero cuanto a los compromisos, no, nada de compromiso serio.

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